miércoles, 16 de enero de 2013

HACIA EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO DEL FUTURO (III)


      Frente al desmesurado capitalismo financiero, que a fuerza de codicioso no sólo destruye la sociedad sino también a sí mismo, Carlos Navarrete Merino considera éticamente exigible el diseño y construcción de la Europa Social. Ahora bien, como la mundialización actual requiere de actuaciones políticas globales, postula, en consecuencia:
UN PARTIDO EN LA ESCALA DE LOS PROBLEMAS A RESOLVER

Desde hace tiempo, nos dice, se venía observando que fenómenos como el cambio climático, la existencia de  determinadas enfermedades infecciosas, el aumento de la delincuencia organizada y del terrorismo internacional, la falsificación de moneda, la trata de blancas, los atentados contra los derechos humanos y otras muchas actividades de escala supra-estatal  exigían de los partidos que su actuación rebasara el marco nacional.
La izquierda lo entendió antes que otros, y su evolución discurre paralela a la de las sucesivas internacionales, quedando actualmente en pié la Internacional Socialista  una vez desaparecidas las Internacionales anarquistas (A.I.T.) y comunistas (III y IV). 

Ahora bien, en la actualidad el PSOE debe asumir la responsabilidad de actualizar su obsoleto funcionamiento, … y, desde nuestra Internacional, debe  contribuirse a hacer de las  Naciones Unidas una organización más eficaz y representativa.
En España se realizó un esfuerzo para adaptar la estructura del partido a la del Estado de las Autonomías. Resta que se siga el mismo criterio en lo que concierne a la Unión Europea.
 
Carlos se manifiesta a favor de la existencia del Grupo Socialista del Parlamentario Europeo, pero dice que no basta con eso. Los partidos socialistas europeos que voluntariamente lo decidan deben hacer una cesión parcial de sus atribuciones estatales a favor de una nueva estructura federal socialista europea. Queremos más Europa pero no creemos en una Europa que se está inclinando alarmantemente del lado de los poderosos. La luz de la cooperación y la colaboración tiene que alumbrar al menos con la misma fuerza que la de la competencia. Las fronteras nacionales y aún las de la misma Unión Europea no pueden servir de excusa para dejar de entender que ante la enfermedad, el hambre, la privación de las libertades esenciales, de los servicios públicos indispensables y, en definitiva, ante las más catastróficas formas del dolor humano, todas las personas somos iguales, cualquiera que sea nuestra pertenencia continental, nacional o étnica.

Los Estados miembros de la U.E. no pueden ser  el moderno Zeus que rapte de nuevo a Europa, imponiendo directorio y hegemonías particulares y devaluando el espíritu comunitario. Son todas las autoridades estatales las que deben estar subordinadas política y económicamente al conjunto de instituciones y autoridades europeas. Ello implica combatir dos frentes: a) la simple confederación dirigida por los más poderosos; b) los arrebatos hipernacionalistas, que hacen un uso abusivo de su propio poder, sin considerar la solidaridad social, territorial y económica.

Más concretamente, y sobre aspectos que a veces se omiten, dice con claridad que, para liderar un proceso de integración y armonización de las instituciones europeas y de sus programas de actuación, a Europa no le debe quedar otra opción que la del desarrollo del europeismo hacia dentro y hacia fuera, combinando inteligentemente sus capacidades de acogida con la ayuda exterior a los pueblos más depauperados, entendidas no sólo en la dimensión económica sino también en la cultural y democratizadora.

Respecto a la viabilidad del Estado Social en su versión del Estado de Bienestar, entiende que la actual de-construcción del Estado de Bienestar Europeo, por parte del poder de los mercados, exige de los partidos socialistas una denuncia decidida y constante, así como una actuación condenatoria y persecutoria  de los sumideros tributarios y de los paraísos fiscales –algunos de los cuales se encuentran dentro de la propia Unión y del Espacio Económico Europeo-  y de las prácticas bursátiles especulativas, que van camino de provocar otra burbuja dineraria ficticia y virtual.
Para Carlos Navarrete, es fundamental para llevar a cabo la Europa Social, un sistema impositivo  progresivo edificado desde la perspectiva de la imposición directa, no solo sobre la in-equitativa imposición indirecta, completado con una tasa sobre las transacciones financieras y la responsabilidad tanto individual como solidaria de los países miembros.  

Este cambio de orientación que propugnamos, además de ser éticamente exigible, redistribuirá la riqueza, aumentará la capacidad económica de las personas y garantizará la senda de un crecimiento sostenido. 

Urge avanzar en la Unión Política Europea, con sentido de solidaridad e inter-culturalidad social, territorial y económica. Pues resulta corrosivo para la propia Unión Económica la dualización y la des-estructuración social, la des-vertebración o los Estados invertebrados, y la burbuja virtual del incremento desmesurado del dinero por la especulación financiera del dinero.   

El socialismo del futuro, en libertad e igualdad, tiene que ser políticamente democrático y, a la vez, estructuralmente solidario, capaz de remover los obstáculos que impidan o dificulten el reconocimiento de la dignidad humana y la dignidad de los pueblos de la Tierra. 

Son tres las escalas a tener en cuenta: la local –en sus distintos ámbitos del paradigma Estado –, la regional o Europea, y la Mundial o Internacional Solidaria - con determinados vínculos históricos y geoestratégicos para el desarrollo, en el caso de España -.

2 comentarios:

  1. ¿Se podría explicar un poco la diferencia entre imposición directa e indirecta y lo conveniente de insistir en una más que en otra?

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  2. Entiendo que la imposición directa grava la riqueza o el capital o patrimonio y su transmisión, mientras que el impuesto indirecto grava el consumo y la compra-venta de bienes y servicios. En este sentido resulta desorbitado que si alguien tiene que cambiar la puerta de su casa y esta vale, por ejemplo, 600€ tenga que pagar un IVA superior al 20%, lo que prácticamente implica pagar 780€ ó más.

    La política fiscal es necesaria para poder generar inversiones en infraestructuras básicas y de comnicaciones, y para garantizar la salud y la educación, así como la cobertura social y pensiones. Ahora bien, lo lógico sería gravar más la riqueza, el capital o el patrimonio y menos lo que se necesita de servicios profesionales o trabajos que facilitan bienes o prestan servicios.

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