Ironías de la vida. El día de África va a ser eclipsado por las elecciones al Parlamento de una Europa que ha trasladado el Muro de Berlín a distintos puntos de sus fronteras: Mediterráneo Occidental, Mediterráneo Central, Mediterráneo Oriental, y otras fronteras orientales u occidentales. Porque, dicen "el desafío de la inmigración" está ahí, llamando a la puerta, preguntando si vamos a ser o no coherentes con los valores de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
El día de África, vamos por el 51 aniversario, conmemora la creación de la Unión Africana. Y esa Unión Africana, de profundas raíces autóctonas, se inspira también en la Unión Europea. Pero... ¿Qué África quieren sus pueblos..., qué Europa quieren sus ciudadanos y sus pueblos?
España no es ni Francia, ni Alemania ni Holanda, ni la Gran Bretaña. ¿Somos los españoles más integradores, más tendentes al mestizaje? Desde Andalucía, al menos, "crisol de culturas", aunque un tanto autocomplacientes, y no menos "chulillos", hemos apostado desde el 2000 por la integración y también por el diálogo intercultural -bastante distinto de lo meramente multicultural-. En otros países se habla de más o menos Europa, de más o menos austeridad, de más o menos mercado, ... y del euroescepticismo, y de "menos inmigrantes" -a pesar del claro envejecimiento de la población-. Hay un cierto populismo xenófobo que admira el mercantilismo financiero suizo -que, sin embargo, da acogida a grandes fortunas de países sureños-.
¿Qué pasa en España? Que ahora todo parece centrarse en bipartidismo/multipartidismo. Dice Fernando Vallespín que el PP y el PSOE se desgañitan por no ser confundidos entre sí - como si uno fuera más patriarcal, digo yo, y el otro más matriarcal, aunque no siempre-. En ese contexto, UPyD e IU aparecen como una especie de bipartidismo en la sombra, autoafirmándose a costa del adversario. ¿Y quien representa la calle? ... Pues la abstención, el "pasar olímpicamente", el voto en blanco, los "micro-nacionalistas" y, tal vez, grupos políticos como Equo, Podemos, Ciutadans..., que aspiran a uno ó dos parlamentarios.
Algunas voces, que todavía sobreviven, de la vieja Doctrina Social de la Iglesia, invitan a que se vaya a votar. De los 751 diputados del Parlamento Europeo a España le corresponden 54. Se pide que se vote con reflexión, con responsabilidad, sopesando: el tema de la crisis, la política de la austeridad, el hecho del desempleo y el desempleo juvenil, la política migratoria, la cooperación al desarrollo del denominado Tercer Mundo, y la política Medio Ambiental. No están nada mal esos indicadores.
Pero el problema al que nos enfrentamos es la falta de credibilidad. Ejemplo: el PP, en sus soluciones, en el marco de los instrumentos de vecindad dice: "reforzaremos el diálogo político vinculado a mejoras democráticas y defensa de los derechos humanos, en particular los derechos de las mujeres. Desarrollaremos una interlocución eficaz que facilite la inclusión política y social de los países del Mediterráneo. Fomentaremos el desarrollo de la Unión por el Mediterráneo". ¿Quién puede creerse este discurso a la vista de los hechos, en Ceuta y Melilla?
¿Qué decir de la Europa Social en temas de Educación, Juventud, Empleo, Vivienda, Sistema Sanitario Universal y Seguridad Social?
Situar a Europa en el Mundo no va a ser nada fácil. Pero, para ello, Europa necesita de África. Y, con el tiempo, necesitará volver a la "Perestroika" de Gorbachow y a su ideal de la Europa de Los Urales hasta el Atlántico. El compromiso efectivo por la Paz, la Cooperación y la Solidaridad, amén de la Justicia Universal, el Medio Ambiente y el futuro de la Juventud, de la Educación y de la Salud Pública son aspectos clave para la ciudadanía en el discernimiento reflexivo a la hora de emitir el voto por una Unión Europea más democrática y más política, que mire por el Bien Común de la Humanidad.