lunes, 30 de mayo de 2016

HACIA LA DEMOCRACIA REAL: ECONÓMICA, SOCIAL Y POLÍTICA


La solución de un Estado Totalitario no es satisfactoria y la actitud individualista del Estado Liberal es absolutamente anacrónica. Son dos afirmaciones consecuentes de José Luis López Aranguren en su propuesta: “El Estado de Justicia Social” planteado al final de su libro Ética y Política.

La sociedad de la abundancia está montada sobre el egoísmo individual y la economía del consumo. En contraposición el comunismo, aunque combata la desigualdad, no fomenta el desarrollo de una moral personal. Por ello, si la moral tiene que ser, a la vez, personal y social, el viejo Estado de Derecho, sin dejar de serlo, tendrá que constituirse en Estado de Justicia.
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El motor no puede ser el mero interés capitalista. Hay que tener una atención preferente hacia los servicios públicos (servicios sociales, salud pública, instrucción, educación y cultura), y hacia una auténtica educación política, al más alto nivel universitario y en los medios de comunicación e información veraz –en cuanto que servicios de calidad no monopolizados-.

La libertad no puede ni debe limitarse ni reservarse, en lo político y lo económico a unos pocos intereses o grupos capitalistas, a expensas de la gran mayoría. La libertad, dice Aranguren, hay que generalizarla, “extenderla a todos” en lo que es el núcleo social de lo económico, lo político, lo intelectual, lo cultural y lo religioso, aunque ello implique recorte de lo arbitrario, caprichoso y suntuoso. El modelo de la circulación urbana puede ser un ejemplo a seguir, siempre que se respeten las señales de tráfico.

El motor de la construcción social tiene que ser común y vital, “desde dentro” de todas las personas que formamos una determinada comunidad.

La democracia real y la moralización social han de hacerse realidad, a la vez, por modo personal y por modo institucional.

Ardua tarea tenemos por delante, pues se trata de una tarea constante, diaria, histórica de más y más democracia en lo económico, lo social y lo político.

domingo, 29 de mayo de 2016

EL CORPUS, REFERENTE DE AMOR COMPARTIDO

Decía Aranguren, en aquella Ética que tanto bien nos hizo a no pocos estudiantes de los 70, que el amor no se contrae sino que se incluye en todo acto bueno, pues todo apetito es apetito del bien (aunque fuese dañino bajo la apariencia de un bien). No hacía sino recordar y actualizar a Sto. Tomás, quien -dicho sea de paso en estos momentos- también afirmaba sin barroquismo alguno que, en caso de necesidad, todos los bienes son comunes.

La persona, al igual que las comunidades humanas, estamos abiertos a querencias de mejora y perfección, lo que se manifiesta en el plano afectivo bajo la forma concreta del amor, como tendencia a la felicidad y búsqueda de perfectibilidad.
Por lo dicho, tal vez convenga recordar -en el día en que tradicionalmente se celebra el Corpus- el dinamismo de apertura, de compartir, de unir y no separar, el amor a sí mismo y el amor al otro, la benevolencia, la filantropía, la solidaridad, la charitas, en un contexto de deshumanización y de enfrentamientos de civilizaciones y de religiones cerradas, totalmente desfasadas respecto al gran avance que supuso, a pesar de sus limitaciones, la Carta Universal de los Derechos Humanos, y que ahora debería actualizarse en la Carta de la Tierra, incorporando garantías de derechos fundamentales y derechos emergentes y de igualdad, ineludibles en nuestro momento histórico.


       

Alfombras florales en el día de Corpus Christi, Puenteareas de Pontevedra (fuente Wikipedia)
El impulso del amor, incluso en su eros psico-físico, nos revela otro amor, que es agápe, que es amor compartido con la persona que es nuestro prójimo o con la comunidad de seres humanos con los convivimos o podemos convivir. De ahí que la agápe, el compartir el pan, la común-unión pase a ser el significante de referencia de una fe cristiana viva, abierta y no cerrada. No tiene sentido entender el Corpus como enfrentamiento religioso ni como autoafirmación frente a los “otros”, sino como Charitas, síntesis de eros y agápe, de naturaleza y comunidad.
El amor al prójimo, no es sólo amor al próximo (familiares, pueblo y patria o nación) sino universal y general, pero concreto, a toda persona, no a la idea abstracta sino a la persona y la comunidad real para fraguar así convivencia armónica o humanización.

martes, 10 de mayo de 2016

¿HACIA UN NUEVO PENTECOSTÉS?



Con la alegría de haber conseguido la acogida en España del pequeño Osman

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Se nos dice, una y otra vez, que son muchas las barreras que separan a los hombres: pobreza, incomprensión, riqueza, orgullo, raza, lengua, prejuicios, nacionalidad..., y que  las barreras provienen del corazón. Ahora bien, a veces, uno siente que las barreras vienen de la propia condición humana, de nuestra genética, de nuestra biología, de nuestra agresividad innata - no encauzada por la educación - que se convierte en tendencia a la violencia y a la destrucción de lo más humano, que es el amor y la conciencia.
 
Nuestra lucha por la vida termina, de hecho, sembrando muerte, y nuestros esfuerzos por encontrar felicidad acaban, a veces,  en egoísmo amargo e insatisfecho… y eso no puede ser.
Nuestro «progreso» no nos conduce, por entenderse como crecimiento económico- hacia una vida más digna, noble y gozosa. No acabamos de conseguir una vida armónica y una familia gozosa, no conseguimos nunca un «pueblo unido» sino un pueblo constantemente vencido por divisiones, rupturas y enfrentamientos.
Debemos entendernos aunque hablemos lenguajes diferentes. Si la Ley interior del Amor no nos habita, no sabremos encauzar positivamente nuestros sentimientos y seguiremos la escalada de la violencia absurda y sin salida, en lo local o familiar, y en lo global o mundial.
Necesitamos creer en un horizonte nuevo, desde la memoria y con esperanza de transformación. Necesitamos del aliento de la fe dinámica, abierta, dialogante, comprensiva y efectiva en el compromiso social.
Necesitamos meditar y orar, sentir el calor y la fuerza del espíritu y de la autoconciencia para que nuestro compromiso humano y cultural, social o político, no sea de pura apariencia, formal o contradictorio entre el saber y el hacer, entre la palabrería y la verdad de la realidad.
Debemos mantener un esfuerzo de conversión, de cambio del corazón; debemos transformarnos para transformar. Sin ese impulso interior, sin una exigencia ética, personal y social, toda renovación termina en anarquía, involución, cansancio o desilusión.
Nuestro mundo es sombrío. No es utopía imaginarlo mejor y más humano. La nueva exigencia, la Buena Nueva es un futuro más fraterno, limpio y solidario. Aprendamos a pensar lo todavía no pensado y a construir lo todavía no realizado.
Nuestra opción de vida se basa en la vida, la tuya y la mía, la de todos, la vida más humana, la vida en plenitud, la vida de la Comunidad Humana.
 
En verdad, se nos dice en Pentecostés que el Espíritu hace saltar por los aires las separaciones y las divisiones. Hay un mundo nuevo que comienza. Con él, los hombres y mujeres ya no serán ni son rivales, sino hermanos y hermanas llamados a vivir juntos en el respeto y la comprensión mutua, bajo la increíble fuerza del amor que todo lo puede. Frente a un contexto o sentimiento de tristeza, Pentecostés es alegría, es vida, es ser más, más todavía, pero más humanos.




domingo, 8 de mayo de 2016

PRIMEROS CONSEJOS DEL QUIJOTE A SANCHO PANZA PARA GOBERNAR LA ÍNSULA BARATARIA

Recurro a Don Quijote, a pesar de los condicionantes y las limitaciones ideológicas de aquella época, dada la actual incertidumbre y los debates y disputas internas y externas que determinan el ejercicio de la política hasta el punto de considerar, personalmente, que los actuales representantes de los partidos no aprueban el examen de la sociedad española, aunque han tenido la gran oportunidad de fortalecer un nuevo modo de ejercicio parlamentario y legislativo, pero también ejecutivo... e institucional.
 
En el capítulo XLII, de la segunda parte de "Don Quijote de la Mancha", el portavoz de la casta de sangre dice a Sancho Panza: "No puedo dar parte del cielo a nadie... Lo que puedo dar os doy, ... una ínsula hecha y derecha..." Ahora bien -respondió Sancho-, venga esa ínsula. Eso dijo aunque supiera que tuviera que pugnar no poco por gobernarla. Pues Sancho consideraba que era bueno mandar aunque fuese a un hato de ganado, y que, vistiese como vistiese, no dejaría de ser Sancho Panza, usando su sentido común y su propia creencia de verdad y justicia antes que las armas que le pudiesen dar.
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A sabiendas Don Quijote de la celeridad con que Sancho debía partir hacia su gobierno, le tomó por la mano con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio:

1) Agradecer la buena ventura, a sabiendas que "otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden.
2) Usar de la sabiduría y del conocimiento de sí mismo como simple Catón para "norte y guía que encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso",... "dado que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones".
3) Conocerse a sí mismo implica no hincharse como la rana que quiso igualarse con el buey, o, como diríamos ahora, morir de borrachera de poder o de vanagloria; implica gobernar con prudencia, y nunca con soberbia, sabedor de la humildad del linaje de la soberanía del pueblo llano.
4) Equilibrio psico-afectivo y no dejarse engañar: ni picar anzuelo alguno ni aceptar caña de pescar.
5) Nunca guiarse por la Ley del encaje, "que suele tener mucha cabida en los ignorantes que presumen de agudos".
6) Tener compasión de las lágrimas de los pobres, pero no más justicia que respecto a las informaciones del rico. Pues se descubre la verdad tanto "por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre".
7) Ser equitativo: "Si acaso doblares la vara de la Justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia". Ello implica, además, que no nos ciegue nunca la pasión propia en la causa ajena.
8) Ser consciente de tener que lidiar con nuestra depravada naturaleza.
9) Seguir los buenos consejos y trabajar por los hijos de los hijos.  

Lo dicho es como un documento que debe adornar el espíritu de un buen político que aspire a ser gobernante del pueblo, en quien reside formalmente la soberanía.

Nuestro lema, pues: ¡Democracia e Igualdad, Sabiduría y Prudencia, Salud y Libertad!