lunes, 25 de enero de 2010

HAITÍ: DECONSTRUCCIÓN Y CONSTRUCCIÓN

A GRANDES MALES, GRANDES REMEDIOS



Juan A. Estrada, en el Diario de Cádiz, del día 23 de enero de 2010, escribe sobre la tragedia de Haití sufrida tras el terremoto. Entre otras reflexiones, nos transmite lo siguiente:

“DESDE la perspectiva científica el terremoto tiene una doble explicación. Por un lado, una zona sísmica, siempre amenazada por terremotos y maremotos, que se suceden con frecuencia. Por otra, que se ha practicado una deforestación masiva del país, que contrasta con la superficie de la República Dominicana, la otra parte de la isla.
Además se ha dado una sobreexplotación del suelo, un agotamiento de los recursos naturales, en parte por empresas que han sido pan para hoy y hambre para mañana, y una fuerte explosión demográfica bajo gobiernos corruptos y dictatoriales, como los Duvalier, cuyo heredero se gasta hoy su fortuna en Francia. Cuando el terremoto llegó casi todo se vino abajo, incluido el centro histórico y las instalaciones estatales. Pero el barrio rico y moderno de Pétion Ville, en Puerto Príncipe, apenas ha sufrido daños. Es una isla segura, sólida y bien librada del azote natural.
La conclusión es evidente: con otra política y gobierno, otra distribución de la riqueza y otro tipo de construcciones se hubiera amortiguado mucho la violencia de la naturaleza en el país más pobre de América.
Antes que preguntarse por Dios, ¿por qué permite esto?, hay que preguntar al hombre ¿cómo consentimos que tantos seres humanos vivan en la miseria, indefensos ante la naturaleza? La tragedia de Haití sigue al tsunami de Indonesia y vendrán muchos más, porque tres cuartas partes de la humanidad viven en la pobreza, sin medios para controlar la naturaleza. Tenemos los recursos técnicos y materiales para reducir al mínimo estos desastres, pero la distribución internacional de la riqueza los invalida.
Hay que actuar como “si Dios no existiera” y todo dependiera de nosotros, universalizar la solidaridad y cambiar las estructuras internacionales que condenan a pueblos enteros a la miseria. Desde ahí podemos esperarlo todo de Dios y pedirle que fortalezca, inspire y motive a los que luchan por un mundo más justo y solidario.
Dentro de pocos meses Haití será un mero recuerdo, excepto para los que siguen allí, y los habremos olvidado, como a Indonesia o las hambrunas del África subsahariana (yo diría sin más “África Negra”). La gran tragedia del siglo XXI es la de una Humanidad que tiene recursos para acabar con el hambre y mitigar las catástrofes naturales, pero prefiere emplearlos en armamento, para defenderse de los pobres; en policías, para evitar que lleguen a nuestras islas de riqueza y en los despilfarros consumistas de una minoría de países. Del mal de Haití somos todos responsables y la solidaridad no puede quedarse en el acontecimiento puntual, aunque sea necesaria, sino que exige otra forma de vida”.




Hasta aquí lo que ha motivado romper con mi silencio, pues ante el fenómeno natural tan brutal del seismo y ante tan grave desastre humano me he sentido amordazado e incapaz de escribir.
Los antecedentes históricos que explican la pobreza de Haití son los que son: Descubrimiento y Explotación del oro y Colonización por parte de los españoles (a partir de 1492). Ocupación francesa del tercio occidental de la Isla a finales del siglo XVII y explotación de campos de caña de azúcar. Insurrección de esclavos a mediados de agosto de 1791 (la población esclava ascendía a más de 700.000 personas). Primera República Negra en enero de 1804. Aislamiento. Reconocimiento de la Independencia de Haití por parte de los EEUU en 1862. Inestabilidad política y Administración nefasta (1843-1915). Ocupación durante varias décadas por EEUU. Despotismo de clanes y Dictaduras… Unos siete millones de habitantes (con un 95% negros).
Lo decía Luis Prados, en su análisis del 20 de enero, en las páginas internacionales de El País: “No hay maldición geográfica. La suerte de Haití se decidió mucho antes del terremoto”.




Pero ese punto, en el que se estuvo ayer, ya es pasado. Ahora interesa el futuro, el mañana, el amanecer de un nuevo día tras la noche prolongada por el tiempo. El terremoto ha hecho visible lo que nos resultaba invisible y lo que ha sido patente: la historia, y sus ocultaciones; los testimonios directos; la búsqueda de supervivientes, el pillaje y el desorden, las ayudas, la solidaridad, los muertos… pero también la labor de quienes educaban a la juventud; pero también raíces de nobleza negroafricana; y sobre todo, la esperanza de reconstruir a partir de la “deconstrucción” actual fruto de la Naturaleza y de la Historia.
Cómo construir un Estado Social de Derecho en Haití es el interrogante abierto que no puede sino dejar atrás la corrupción, el despotismo, el dominio de las elites y la pobreza de la mayor parte de la población. ¿Cómo? Con la ayuda de la Comunidad Internacional. El momento es una ocasión de oro para “refundar” Naciones Unidas y dotarla de autoridad mundial. El momento es también la gran ocasión de devolver la soberanía y el poder al conjunto de la población, que no gozaba de ciudadanía plena.

Lo que queda por hacer ahora es sumamente importante. Se trata de revertir la historia, cambiar el sentido de la orientación. Si se lograra, el ejemplo de haití podría servir a los veinte y tantos países (la mayoría negro africanos) que van detrás en el ranking del Desarrollo Humano de la Humanidad. No se puede ignorar la historia. De hecho, en el número 27 de una revista no suficientemente conocida ni valorada, la revista Rábida, hace apenas un año, se hablaba de las “Proyecciones de las Revoluciones Francesa y Haitiana en la sociedad dominicana”. Haití tiene sin duda su propio potencial humano e histórico. Pero lo que queda por hacer no tiene comparación con lo hecho.
Ahora, tras la solidaridad humanitaria, hay que cambiar el sentido de la historia. ¡A grandes males, grandes remedios!


José Mora Galiana
25/01/2010

domingo, 10 de enero de 2010

Y ÁFRICA SIGUE SANGRANDO

Hoy domingo, día de nieves (no sé si año de bienes), nos hemos reunido Michel Ànge Iblè Kambiré y yo para ver los documentos que nos han pasado de la Fundación para la Cooperación Norte Sur (FECONS), en vistas a establecer las propuestas del II Congreso Internacional África Occidente -Ejes de Corresponsabilidad-. Entendemos que es necesario tener en cuenta: 1) el Mapa de África en el conjunto de los sistemas político-económicos. Población y Migraciones; 2) La crisis del Modelo Occidental y la necesidad de un Desarrollo Humano Cualitativo; 3) La Mundialización y el Orden Internacional. Desarrollo Global y Desarrollo Local o Codesarrollo.
Caso de prosperar nuestras propuestas, en cada uno de los ejes del Congreso habrá responsables cualificados al más alto nivel. La celebración está prevista del 14 al 16 de Octubre 2010, en la Universidad de Huelva. Pero esperamos la implicación de un gran número de Universidades.
A modo de entremés, Michel, originario de Burkina Faso, me ha dado a leer un trabajo suyo que creo merece la pena incluir, a renglón seguido, para tener en cuenta en vistas al II Congreso Internacional África-Occidente:

Y ÁFRICA SIGUE SANGRANDO



(18 de octubre 2009)
África sigue sangrando, y los medios de comunicación nos siguen destilando sus dolores. A las miserias del Darfour, de Somalia y de la Región de los Grandes Lagos, a la continua llegada de cayucos a las costas Canarias, se añade mucho más que algunas crisis a nivel interno de África.
Un caso singular: las elecciones de Kenia. La Comisión Electoral proclamó la victoria del presidente saliente Mwai Kibaki. Su opositor Raila Odinga puso en cuestión los resultados y se lanzó a la calle con sus partidarios. La violencia ganó la capital, Nairobi, y las principales ciudades del país. Según las estimaciones de las Naciones Unidas, las revueltas se saldaron en más de un millar de muertos, un número indeterminable de desplazados y grandes perturbaciones en el sistema económico. Así pues, otro de los baobab africanos se tambalea, como lo hicieron en su tiempo el Congo y Costa de Marfil y como le podrá ocurrir a Nigeria, donde las tensiones religiosas y las frustraciones económicas de la población continúan subiendo de tono.
¿Qué pasa en África y por qué?
Los titulares de la prensa española e internacional lo tienen claro. ¿Qué? Conflictos tribales, guerras, hambrunas, VIH, malaria, cayucos… ¿Por qué? Todo a causa del mal gobierno, la corrupción, la incompetencia y la irresponsabilidad. Esta manera de enjuiciar le viene bien a cierta prensa. Poco importa si la ligereza con que se tratan estos dramas deforman la verdad, dan una imagen incorrecta de África y de las africanas. Y sin embargo, las cosas no son tan sencillas…

1. Un África mal parida

En noviembre de 1884, se reunían en Berlín catorce Estados Europeos para debatir un problema urgente. Europa estaba iniciando un proceso de expansión económica importante. El objetivo que estaba en el punto de mira de todos era África, una selva virgen y con mil promesas. Se trataba de repartirse la gestión de este continente de 30.272.922 km2. En tres meses llegaron a las conclusiones siguientes:

– Proclamación de la libre navegación marítima y fluvial, así como el libre comercio en todo el Continente.
– Decreto del derecho a colonizar un territorio por el mero hecho de haber ocupado una parcela de su costa.
– Aceptación de la ocupación efectiva y física, por medios militares, de dichos territorios, lo que dio por buena la conquista militar del Continente.

Resulta asombroso constatar que en la citada conferencia de Berlín no hubiera ninguna representación de ninguno de los Reinos constituidos ni de ningún otro estamento africano. África se hizo a golpe de regla y cartabón, en función de los intereses europeos, que trazaron las fronteras, muchas veces, siguiendo los meandros de los filones de diamantes, cobre, oro, coltán y otras materias primas, sin consultar para nada a los interesados, dividiendo culturas, etnias, familias.

Rara es la frontera de los actuales países y naciones de África negra que no cobije, a uno y otro lado de sus flancos, hijos de las mismas etnias y familias pero de diferentes estados. África fue concebida y engendrada en función de los intereses económicos expansionistas de Europa.

2. Un África mal criada


Siguiendo los criterios de la Conferencia de Berlín, la era de las dependencias se organizó pensando más en los intereses de las metrópolis que de las personas africanas. Europa supo encontrar el lenguaje idóneo para cada situación. Y usaron las conocidas palabras de colonización y civilización, y las vistieron de desarrollo, de progreso y de cultura para esconder los antiguos diablos de invasión, explotación y manipulación. En la colonización, la presencia europea se impuso por las armas, se instaló con sus infraestructuras administrativas y políticas y se organizó para explotar las riquezas del lugar.

Colonizar equivalía a conquistar (¿quién llevo la guerra a África?) invertir lo necesario y obtener el mayor beneficio posible para la metrópoli.

En cuanto a la civilización las cosas van en el mismo sentido. El Diccionario de la RAE dice que civilizar es sacar a algo o alguien de un estado bárbaro o salvaje, instruyéndole en las artes de la vida de modo que pueda progresar en la escala humana. Civilización es igual a instrucción y progreso.

Pero los países colonizadores instruyeron al hombre africano solo lo necesario para hacer de él un instrumento útil para sus fines.

Así, en su acceso a la independencia, la República del Congo no tenía ningún ciudadano con titulo universitario superior y la mayoría de los países independizados tuvieron que solicitar a antiguos seminaristas católicos para confiarles cargos políticos de importancia (v.g.: Leopold Sedar Senghor, Joseph Ki-Zerbo entre otros). En cuanto al progreso en la escala humana, la colonia dejó claros los límites.

El apartheid no fue exclusivo de África del Sur. Las ciudades se construyeron de forma que los blancos estuviesen entre ellos, en las zonas privilegiadas, y las personas africanas “en los barrios indígenas”, desde donde se desplazaban todos los días a las zonas de los patronos miles de “boys”, jardineros, lavanderas, niñeras y demás mano de obra que hacía placentera la vida del colono. Había una “escala humana” para unos y otra para otros. Y puesto que hablamos de la noble tarea de civilización emprendida en África por Europa, no pasaremos por alto la “contribución” de mi continente al desarrollo del arte africano... poniendo a salvo en los museos franceses, belgas, ingleses, máscaras, estatuillas, cerámica, utensilios y un largo etcétera de objetos traídos a la metrópoli al mismo tiempo que los cargamentos de ébano, cacao, café, cobre, oro y diamantes.

3. Un África mal liberada


Tomando como punto de partida la Conferencia de Berlín y como punto de llegada el año 1960, la aventura colonial duró 75 años. Los países colonizadores no se retiraron del continente de buen grado, sino forzados por las circunstancias. La presión de los jóvenes pueblos se hizo sentir. Los grandes motivos fueron, una vez más, la situación geopolítica mundial y los intereses económicos de los colonizadores. Estados Unidos, Rusia y sus países satélites respectivos tuvieron el mal gusto de tomar la costumbre de dirimir sus diferencias y defender sus intereses sobre las espaldas del Tercer Mundo, de forma muy notable en África. Las armas empezaron a circular en todo el continente, desde entonces hasta nuestros días (hoy se pueden encontrar en gran parte de las megápolis africanas un “Kalash” por cincuenta dólares). Las guerras llamadas de liberación empezaron a hundir sus garras en las sociedades africanas; Rusia apoyaba grupos revolucionarios en contra del imperialismo americano. La idílica África colonial se empezó a desgarrar y su explotación se convirtió en un lujo muy caro, tanto en personas como en finanzas. África dejó de ser un lugar placentero de explotación y aventura para convertirse en un lugar inseguro y desagradable. El slogan “África para los africanos” convirtió el continente para unos en cementerio y para otros en calvario. Se trataba de seguir teniendo acceso a sus riquezas, pero con menos gasto económico y político. Esta descolonización, por lo menos precipitada, dejó a África en manos de políticos inexpertos, sin ejército, y sin cuadros formados para asumir la responsabilidad de la “res publica”, y lo que es peor, un tejido social inconsistente que se desgarraría con la explosión de las primeras tensiones étnicas, provocando las guerras que conocemos.

4. África y los predadores

El tiempo de las independencias va a inaugurar una nueva etapa en la historia africana. Con el neo-colonialismo, Europa aprendió a seguir enriqueciéndose con menos coste. El secreto consistía en poner y sostener regímenes que favoreciesen sus intereses y facilitasen la tarea de seguir drenando las materias primas hacia los puertos del norte. No se trata aquí de hacer un estudio profundo sobre la explotación de la que fueron victimas los países africanos. Yo sólo recuerdo cómo, en la época que viví en Kananga, los japoneses explotaban las minas de Kasumbalesa: excavaban el mineral, lo lavaban, lo ponían en trenes y se lo llevaban al Japón sin ningún otro tipo de elaboración. ¿Y qué decir del pequeño tren de Kamsar, en la República de Guinea, que transporta la bauxita de sus minas hasta las barrigas de los barcos que la llevan, sin mayor control, a Estados Unidos? ¿Y de los contubernios organizados por la petrolera Total en Angola, o de países donde el interés por el petróleo se mezcla con los dólares de la corrupción, las armas de la guerra y la sangre de las victimas? Les invito a leer el informe de la ONU sobre el saqueo de las materias primas del Congo por ruandeses y ugandeses y por multinacionales canadienses, americanas y australianas, algunas de las cuales financiaron la guerra de Ruanda.

5. Algunas reflexiones



Alguno puede considerar parcial la opinión aquí expuesta, desculpabilizadora para con África. No se trata de eximirla de sus responsabilidades. Todos somos conscientes de que nada de lo que pasa en África no hubiera podido tener lugar sin la complicidad de nosotros mismos africanos, de políticos codiciosos y corruptos que actúan escondidos detrás de una pantalla patriotera, africanista, manipulando los nobles sentimientos de pertenencia, los patrimonios culturales, y el no menos noble sentimiento de identidad.
Solamente queremos dejar bien claros algunos puntos de importancia. En primer lugar creo que hay que corregir la imagen de África transmitida por cierta prensa.
1. África no se resigna a ser el lugar natural de hambrunas, guerras, corrupción y derramamientos de sangre.
2. África tampoco se resigna a ver cómo se reduce su riqueza únicamente a sus materias primas.
3. Ante un Mundo Occidental que se construye para el disfrute de sus “estados de bienestar”, África se sabe portadora de valores de trascendencia.
4. Ante un Occidente replegado sobre sí mismo, celoso de su desarrollo, África es rica en acogida: el huésped es rey.
5. La vida es un valor primordial. A nadie se le escapan nuestras responsabilidades como africanos inherentes en los elementos expuestos ut supra, pero cabe dejar claramente que no somos los únicos responsables de las guerras que tienen lugar en nuestro amado y querido continente. Un estudio serio nos obligaría a poner en evidencia el peso de las petroleras, traficantes de armas, los consorcios mineros y demás predadores del Continente africano.
Habría, también, que enjuiciar la responsabilidad de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y últimamente de China. Y hablemos por fin de los cayucos. Uno tiene la impresión de que lo único que llega de África es gente hambrienta, que huye de sus países en guerra, para aprovecharse del bienestar español, europeo y occidental construido durante tantos años de trabajo. Sin embargo, nadie nos habla de los otros “cayucos”, los grandes navíos que surcan los mares del norte trayendo de todo: madera para sus muebles, coltán para sus teléfonos, cobre para sus instalaciones eléctricas, caucho para sus coches… Si se creasen empresas de elaboración y puestos de trabajo en el lugar de origen de estas materias, en Canarias tendríamos menos cayucos y en África habría menos hambre y menos guerras…
Preguntémonos: ¿Qué pasaría si la prensa española y por extensión la occidental diesen una visión más completa de África? ¿Qué ocurriría si los políticos del norte dejasen de mirar a África únicamente como la reserva de filones a compartir y descubriesen personas, con raíces, valores y derechos a respetar y promover? ¿Y qué pasaría si las altas finanzas y las multinacionales aprendiesen, por lo menos, a enriquecerse enriqueciendo a los que las enriquecen? ¿Qué pasaría si…?

Hasta aquí la reflexión de Michel Ànge Iblè Kambiré, investigador del pensamiento político y pedagógico del historiador de África Joseph Ki-Zerbo, a partir del cual podríamos hacernos su propia pregunta: À quand L´Afrique?

Sobre algunos Mapas de interés en relación con la Geografía y los Sistemas Políticos y Económicos del Mundo Actual y África, ver La realidad territorial desde Andalucía (ISBN 978-84-9901-947-5, Almería, 2009, en los que Juan Francisco Ojeda realiza diversos análisis geaográficos). En cuanto al tema de la Mundialización, leer la obra de Juan Antonio Carrillo Salcedo: Globalización y Orden Internacional, Universidad de Sevilla, 2005. Finalmente sobre Desarrollo Humano, conviene consultar los Informes Anuales y los Documentos de Naciones Unidas.

jueves, 7 de enero de 2010

Año Europeo Contra la Pobreza y la Exclusión Social

DESIGUALDADES Y EXCLUSIÓN
URBANA, DESDE ANDALUCÍA

Con motivo del Año Europeo Contra la Pobreza y la Exclusión Social, conviene tener muy en cuenta la Tesis de Francisco José Torres Gutiérrez Desigualdad, Segregación y Exclusión Social en Sevilla. El Paradigma Polígono Sur, fruto de una praxis directa en la realidad de las áreas urbanas desfavorecidas de Andalucía.

El autor observa, reflexiona, comparte y diagnostica, en vistas a una posible transformación, mediante un proceso de humanización en determinados espacios geográficos en los que intervienen e inciden las personas, las familias, las asociaciones, las entidades públicas y privadas; y los diversos condicionantes –incluidos los históricos, pero también los étnicos y culturales- y los intereses económicos.

El primum cognitum se inicia en la impresión de la realidad que producen las barriadas vulnerables y marginadas de las grandes urbes de Andalucía, y más particularmente, de la significativa y paradigmática zona del Polígono Sur de Sevilla.

Al final del trabajo, hay una cierta confianza, una cierta fe “a pesar de”, en el Plan Integral puesto en marcha tras su aprobación el 20/XII/2005 y también en las personas y en las entidades. Ese Plan Integral que debería llevar, de hecho, a cambios sustantivos –incluso en el espacio físico-, arranca de los cimientos del Plan Andaluz Para la Inclusión Social 2003-2006. Y en esos cimientos, uno de los operarios intelectuales era el entonces geógrafo universitario José Torres. Otros referentes intelectuales son su maestro Juan Francisco Ojeda Rivera –de análisis geográfico regional- y el sociólogo Manuel Pérez Yruela, cuyo equipo de investigación del CSIC de Córdoba realizó un gran trabajo sobre la pobreza relativa –grave y severa- y sobre los distintos grados de vulnerabilidad y de exclusión social.

De hecho, en la Evaluación del Plan para la Inclusión Social –demasiado oficial- (con Depósito Legal de 2008 y hecha pública en 2009), se reconocen las aportaciones de los distintos organismos y entidades, y se reconoce también el importante trabajo realizado por profesionales y técnicos de las Consejerías implicadas.

En los planteamientos básicos de la mencionada Tesis (cap. 1), predomina la mirada del geógrafo pero también la del historiador que capta la complejidad; que se deja impresionar por ella y que responde al estímulo por medio de un compromiso. En el debate científico actual (cap. 2) se abordan incluso las desigualdades urbanas en el contexto de la globalización económica y neoliberal-capitalista, apostando por una Geografía Crítica de corte y tradición radicales, desde una perspectiva humanista y humanizadora, es decir, solidaria y participativa. En el contexto regional (cap. 3) el Mapa (yo no hablaría de “Modelo”) territorial de la vulnerabilidad social en Andalucía no sólo mantiene su vigencia sino que se agranda con motivo de la crisis del sistema financiero y económico en el que vivimos. El capítulo 4, sobre claves geohistóricas de la segregación social y de las desigualdades urbanas en Sevilla, parece especialmente interesante. En dicho capítulo se constata lo importante que es para la formación humanista y para el geógrafo y analista el conocimiento histórico de cuanto condiciona la realidad del momento. Los temas de vulnerabilidad (cap. 5), de identificación y caracterización de Barriadas (cap. 6), así como el análisis del Polígono Sur (cap.7) suscitan recuerdos, momentos de entrega, de compromiso y de esperanza en poder cambiar la realidad social negativa.

Conociendo al Director de la Tesis y al propio autor de la obra, no resulta extraño que, en el epílogo, se haga una referencia al postulado filosófico de Ernst Bloch, El Principio Esperanza, puesto que Bloch consideraba que, en la realidad, se da una permanente mediación entre objeto y sujeto, en la que el sujeto desea combatir la negatividad, porque anhela el bien-estar y ser. Por ello se tiende a modificar, con esperanza, los condicionantes negativos u obstáculos que impiden o dificultan la libertad y la igualdad de todos. Introducir la referencia al “todavía no” de los textos de Bloch es como intervenir o provocar un diálogo que nos abre hacia un amplio horizonte histórico de la realidad histórica de Andalucía o más concretamente del Polígono Sur de Sevilla –en donde hay incluso una presencia universitaria significativa, gracias a la residencia Flora Tristán que alberga a estudiantes universitarios, especialmente hispanoamericanos-.

De todos modos la Esperanza tiene que fundamentarse en la constatación empírica y tiene que lograr transformaciones sociales y derechos subjetivos concretos.
Cualquier “mistificación” sería una evasiva. Por tanto, hay que comprobar que, además de la voluntad de verdad de la investigación científica –sin tergiversaciones ni dulcificaciones u ocultaciones cuando se hable de desescolarización, vivienda, paro, salud, pobreza (visible e invisible), asuntos sociales o exclusión-, es necesario constatar la voluntad de transformación por medio de los resultados en inserción sociolaboral, coordinación efectiva de las distintas administraciones, formación, educación, escolaridad y erradicación del analfabetismo; igualdad e igualdad de oportunidades; consolidación del sistema básico de los Servicios Sociales; mejora del habitar y acceso a la vivienda; atención preferente a colectivos desfavorecidos; prevención de enfermedades y atención sociosanitaria; desarrollo de la sociedad de la información; atención especializada al colectivo gitano, a sus mujeres y a sus mayores, pero también a sus niños y niñas; e integración normalizada de personas inmigrantes en la zona.

Ese es el reto al que nos lanza la Tesis Doctoral de José Torres: un camino hacia la denominada “ciudad inteligente”, en cuya gestión se reconozcan las ausencias y carencias (voluntad de verdad) y, por medio de (no “a través de”) un diagnóstico sobre la complejidad de lo real y de las potencialidades humanas, se llegue a un compromiso de actuación consensuada y eficiente (voluntad de transformación liberadora). En definitiva, ni la radiografía ni el ojo del geógrafo, en si mismo, son suficientes para cambiar la realidad histórica de la exclusión social. Tampoco la Ley de Inclusión Social, caso de que llegara a aprobarse. Pues en Filosofía del Derecho sabemos que lo Justo queda siempre más allá y más acá del Derecho Positivo. Pero esa Ley mostraría al menos la voluntad política de cambiar las cosas. ¿Es esa la Esperanza?

José Mora Galiana

martes, 5 de enero de 2010

La Magia de los Magos


La simbología de los Magos nos invita a descubrir un nuevo sentido de ciudadanía: de igualdad, de pluralidad, de apertura cosmopolita, y de calidad, desde la vida de un recién nacido (lo más indefenso, lo más débil, lo más pobre, lo más necesitado de calor humano), protegido por un entorno natural, familiar y comunitario, de animales domésticos, pastores y gente buena.
Es como si a un recién nacido en una Patera del Estrecho, vinieran a visitarle el Rey de España, el Presidente Hu Jintao de China, y el Presidente Negro de los EEUU y, junto a su madre y a su padre, se encontraran con personal de la Cruz o la Luna Roja, con negroafricanos compañeros de la patera, y algunos agentes de la Guardia Civil o personas de acogida de una determinada ONG.
Lo Santo, en este caso, la mirra, sería la entrega de los Derechos Humanos, para su custodia y defensa, y su aplicación sin discriminación alguna. El Incienso sería la bendición del pan para compartirlo con toda persona y la ofrenda de manjares para que a nadie le faltase nada de lo más necesario, la salud. El Oro de Ofir sería la Sabiduría, el conocimiento, la inteligencia teórica y práctica puesta al servicio de la Humanidad; y con élla, la virtud inquebrantable para alcanzar la felicidad, la paz y la justicia.
Difícil ensueño de tantos y tantos niños y niñas, de tantas familias, de tantos pueblos. Difícil ensueño el de la redistribución de la riqueza, mediante la sabiduría y la prudencia. Difícil tarea el reconocimiento de la diversidad y de la igualdad, compartiendo bienes y servicios.
La ciudadanía social de quienes gozan del Estado de Bienestar -en cuanto que Estado de Derecho- es una minoría en el mundo. Esas minorías, además de ser todavía muy patriarcales, se circunscriben a su Estado, a su Comunidad, a su Pueblo. En consecuencia, el horizonte de la igualdad nos incita a remover obstáculos que se oponen a una nueva visión cosmopolita de ciudadanía, no reducida a un determinado territorio, Ciudad o Estado.
En el marco de esta simbología, convendría analizar:

1) Las carencias de salud y la necesidad de tratar y prevenir enfermedades. ¿Por qué siguen siendo carísimos algunos medicamentos e inalcanzables los hospitales para millones de personas humanas? ¿Qué es más importante la salud o el comercio? ¿Por qué no desarrollar más la medicina y las acciones sanitarias preventivas?
2) Los ingresos del 42% de la población mundial, unos 2.700 millones, que vive con uno o dos dólares al día, y el escandaloso derroche de la población más rica. Los poderosos de este mundo no son magos ni tal vez sepan de astronomía pero sí de Economía de Derecho y, con ambas Ciencias, se pueden resolver los problemas de la pobreza absoluta y los problemas de la pobreza relativa grave y severa.
3) La necesidad no de la limosna sino del autoabastecimiento alimentario y de proyectos solidarios que lo garanticen, desde las necesidades reales y autóctonas, sin volver a viejos colonialismos y explotaciones de resultados nefastos para la población colonizada y explotada.
4) El acceso al agua potable que, al parecer requiere de una inversión de diez mil millones de dólares, cantidad insignificante si se compara con los gastos militares de las guerras de principios de siglo.
En nuestros planteamientos actuales de un mundo global más solidario nos encontramos con la dificultad de los fundamentalismos y la confrontación de civilizaciones (al menos entre América del Norte y del Sur; Occidente y el Islam, China, India...África Blanca y África Negra...). Pero existe otro fundamentalismo que no necesita de simbología religiosa puesto que opera prácticamente con el fetiche de la mercancia e impulsa psicológicamente al consumo mediante la publicidad. Ese fundamentalismo, el del Mercado, opera en el espacio público global y desplaza los resortes de los poderes democráticos.
Concluyendo, un proyecto cosmopolita como el que simbolizan los Reyes Magos tiene que enfrentarse al poder transnacional de los capitales y a los poderes geoestratégicos de los señores de las guerras. La simbología de los Magos nos invita a desvelar un nuevo sentido de ciudadanía. Pero si ese "nuevo sentido" no se materializa positivamente, se mantendrá tan sólo como un sueño de niños, como algo irreal y utópico.
Para materializar el nuevo sentido de ciudadanía, una sola condición; que el oro, que los petrodólares, que los rascacielos... o las torres de Babel de Dubái, que las armas y el poder se truequen en Sabiduría. Menos ostentación de fuerza y poder y más Sabiduría y Justicia.

José Mora Galiana
En el día de la Cabalgata de los Reyes Magos