jueves, 20 de febrero de 2020

TODO UN RETO DEL AMOR


Hay una máxima evangélica de no sólo amar al prójimo sino incluso al enemigo, al beligerante, al contrincante, pero también a quien se ve como extranjero, al que se percibe como extraño o incluso como una amenaza. 

José Ellacuría, un maestro de la paz y la serenidad interior, explica cómo asumir de forma natural esta máxima que no parece fácil llevarla a la práctica y que, sin embargo, es básica e ineludible para una convivencia humana plural y diversa, llena de contradicciones, y de excesivos enfrentamientos entre personas, familias y comunidades.  
Dice así:  En el mar siempre habrá olas, de mayor o menor tamaño. Al llegar al litoral, la misma ola puede encontrar la roca o puede encontrar arena. ¡Qué diferencia! Contra la roca estalla en mil pedazos. Con la arena se encuentra suavemente. Incluso si la ola es muy potente, en la arena rompe sobre sí misma y pierde su fiereza. 
¿Necesitas explicación? Pues voy a dártela. Los que pretenden incordiarte y convertirte en enemigo van a estar siempre ahí. Pero la manera de encontrarte con ellos dependerá siempre de ti. Si eres roca el encuentro se manifestará estruendosamente y ambos quedaréis dañados. Si eres playa toda agresividad quedará neutralizada  y no percibirá la más mínima agresión. Un detalle, la roca y la arena, están hechas de la misma materia, solo cambia su aspecto exterior.” 
De hecho, el sol nace sobre buenas y malas personas, y cuando el agua cae de forma mimosa lo hace sobre personas justas e injustas… Según Mateo, en su evangelio 5, 38 y ss.,  Jesús decía en aquel entonces: “sabéis que está mandado: “ojo por ojo, diente por diente” Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia… Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu amigo y aborrecerás a tu enemigo”. Yo, en cambio, os digo: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen…” Y “si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?” 

Hay, claramente, en este texto una invitación a la plenitud, a ser perfectos incluso en circunstancias muy adversas. ¡Todo un reto!         

martes, 4 de febrero de 2020

EDUCAR PARA LA PAZ Y LA CONVIVENCIA






         Tal como nos recuerda Federico Mayor Zaragoza, la Educación (y los educadores) deben situarse más allá de ideologías y creencias partidistas o religiosas. Lo primero y principal es el acceso a la Educación, en sus distintos niveles de aprendizaje. Pero, además, es fundamental educar para ser libres, educar para ser capaz de pensar por sí mismo, y educar en el respeto. Esa es la doble tarea humana, ambas esenciales, para garantizar la dignidad, y construir la paz y la convivencia.
         Tras afirmar que la educación es, como la justicia, la sanidad y la ciencia, tema supra-partido político, que se dirige a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna, y que no puede concebirse desde ideología, creencia e identidad cultural alguna, dice mayor Zaragoza:
         La educación para la paz es un campo específico pero forma parte del desafío educativo propio de una "aldea global" asimétrica, cuyas disparidades en lugar de reducirse se están ampliando. Millones de niños y jóvenes no acceden a los niveles mínimos de aprendizaje en muchos países del mundo. La educación para la paz debe incluir la educación para la democracia, la justicia, el desarme, los derechos humanos, la tolerancia, el respeto a la diversidad cultural, la preservación del ambiente, la prevención de los conflictos,  la reconciliación, la no violencia y la cultura de paz." ¿Para qué?  "Para hacer posible la transición histórica de la razón de la fuerza a la fuerza de la razón” (ver  el artículo que se titula “Cuestión esencial: la Educación, educadores”, publicado en eldiario.es, el día 3 de febrero del año en curso).
         ¿Cuál es el objetivo de la Educación? Ser responsables y libres. En la creación de la Universidad de Huelva, con vocación y relaciones abiertas a tres mundos –como ya dijera Juan Ramón Jiménez-, retomamos como objetivo el tradicional “sapere aude” (atrévete a saber), es el reto de orientar la propia vida, el reto de construir creativamente, pensando, forjando espacios de convivencia, de diálogo, de paz, de transformación solidaria. Ese sigue siendo nuestro objetivo.  
         Más allá de ideologías y creencias partidistas o religiosas, asumamos el reto de la esperanza, el reto del diálogo y la convivencia armónica. Es vital para la plenitud humana.