Dada la proximidad de un recuerdo del XXXII aniversario de los mártires de la UCA de San Salvador (El Salvador), es actual e importante recordar las fuerzas actuantes en el devenir histórico que se recogen en el libro Filosofía de la realidad histórica; tomar conciencia de la complejidad de la realidad, de su dinamismo y apertura a posibilitaciones liberadoras; y optar, en consecuencia, por una praxis solidaria del cuidado de la Naturaleza y de las personas en el seno de la gran Comunidad Humana.
1. Complejidad de
fuerzas actuantes:
Entre las fuerzas actuantes, que intervienen en el proceso
histórico, en Filosofía de la realidad
histórica, se recogen las siguientes: las fuerzas estrictamente naturales;
las fuerzas biológicas, las fuerzas psíquicas; las fuerzas sociales –con el
especial significado que tiene el mundo de la economía o fuerzas económicas-;
las fuerzas culturales o ideológicas –y sus diversas plasmaciones filosóficas,
jurídicas, religiosas, artísticas, literarias, etc.-; las fuerzas políticas – o
fuerzas de los Estados-; y las fuerzas estrictamente personales –en opciones y
actuaciones de personas y grupos con incidencia histórica-.
2. ¿Cómo hacerse
cargo de la realidad compleja, dinámica y abierta?
Lo primero es la exigencia de un análisis, lo más objetivo
posible, con el fin de tomar conciencia personal y colectiva. Este
planteamiento puede incluso remontarse al clásico “ver, juzgar y actuar” del
espíritu ignaciano de los ejercicios espirituales.
Hecho el análisis hay que ver las posibilidades de transformación
con el fin de revertir la Historia, pues la esfera de la economía -como poder
fáctico real- condiciona sobremanera, cuando no determina, el proceso histórico
e institucional.
Un resumen gráfico del proceso de la realidad histórica
puede verse en el esquema estructural de la Historia que Ignacio Ellacuría da a
conocer en agosto de 1978
Dicho esquema estructural, según Rodolfo Cardenal, era para
Ignacio Ellacuría la síntesis de su libro póstumo Filosofía de la realidad histórica.
El gran reto es claro: la Ética y el Derecho, en el devenir
histórico, en lo que debe ser el faciendum
frente a estructuras injustas ya existentes, han de impulsar por medio de
la praxis política todo un proceso de humanización, que conjugue igualdad,
libertad y dignidad de todas las personas y de todos los pueblos contra todo
tipo de opresión (económica, social, cultural o política).
La pregunta queda muy abierta:
¿Puede vislumbrarse un horizonte liberador?
¿Puede llegar a ser la Comunidad Humana sujeto de la Historia
y, en consecuencia, revertir la Historia en solidaridad internacional efectiva?
La respuesta, como podremos percibir desde nuestra toma de
conciencia, debe ser personal y colectiva, local e internacional.
En realidad, las fuerzas establecidas del mundo económico,
concentrado en supra-poder de una minoría dominante, impide percibir la
exigencia del cuidado de la Naturaleza, así como el cambio de mentalidad
cultural sobre la igualdad de derechos y deberes en el conjunto de la Comunidad
Humana que debiera combatir lo estructuralmente injusto. De ahí la importancia
de conjugar Ética y Política, de tal modo que nuestro propio actuar pueda ser
norma universal -como ya dijera Kant- para toda persona humana, y para toda comunidad local o
globalmente considerada.
Ese es el gran reto de nuestro momento histórico actual.
3. Hacia una praxis liberadora de la Comunidad
Humana
Desde y en la Universidad, realidad local y global, podemos
afirmar que las estructuras de poder económico e institucional han tenido un
predominante sello patriarcal, jerárquico y elitista – y, en el seno de las
Universidades, incluso un poder endogámico-.
Urge, pues,
introducir un nuevo foco y una nueva luz de un especial cuidado sobre la
igualdad de derechos entre mujeres y hombres, que haga realidad el bienestar y
el sentido horizontal y dinámico en la investigación, en la docencia, y en la
proyección social, ya sea en el ámbito de la Física y las Matemáticas, ya sea
en el ámbito del Derecho y de la Filosofía Política.
Por todo los anteriormente dicho, un “decálogo” a considerar en la triple tarea de
investigación, docencia, y proyección social podría ser el siguiente:
1. Conciencia
analítica y crítica
2. Promoción
del cambio social
3. Aprovechamiento académico
responsable
4. Economía
al servicio del desarrollo integral
5. Apertura
a todas las corrientes de pensamiento y sus logros científicos y culturales
6. Proyección
socio-política y cultural
7. Investigación
rigurosa
8. Autonomía,
participación efectiva y creatividad
9. Educación
Superior desde el estudio de las necesidades básicas y de pleno desarrollo
integral
10.
Educación y conciencia universitaria,
Superior y Universal, Local y Global.
Concluyendo:
Para que considerar a la Comunidad
Humana como sujeto de la Historia no resulte una Utopía inalcanzable, tracemos
objetivos a corto y medio plazo –tras la toma de conciencia sobre la compleja y
dinámica realidad- tanto desde la praxis personal
y comunitaria como desde la proyección social universitaria –basada en la Ética
y la corresponsabilidad institucional y
política-. La actualidad de la Filosofía Política de Ignacio Ellacuría nos
invita a realizar dicho compromiso.