viernes, 14 de abril de 2023

PRO SENDERO DE LA VERDAD

 


          La lectura del libro de Robert Fisher: El Caballero de la Armadura Oxidada, cuya primera edición se remonta a diciembre de 1994, puede concluirse en tiempos presentes como “una nueva y radiante luz”, dada su invitación a desprenderse de lo que supone un “Super Ego” –a modo de armadura- y a sus exigencias de caminar por el “Sendero de la Verdad” e intentar llegar a su cima.

         El primer paso, para liberarse del “Super Ego” y entrar en el interior de la persona humana es “El Silencio”.

         Permanecer en silencio es algo más que no hablar para tomar conciencia de la propia pequeñez. Con solo pensar serenamente se sale del egocentrismo individualista y se siente el palpitar del corazón oyendo atentamente los latidos del yo verdadero.

         El segundo paso, en “El Sendero de la Verdad” es “El Conocimiento”. El conocimiento, si trata de ser objetivo, nos aproxima a la realidad compleja y dinámica, abierta incluso a cuanto nos trasciende. Por eso, tal vez, nos decían los mayores que el saber no ocupa lugar: “cuantas más cosas sepas, más luz habrá en el interior”. Reconocer las propias flaquezas puede producir lágrimas de liberación. Lejos de toda egolatría, el conocimiento abre al amor, desde el amor a sí mismo.

         “No hay nada más hermoso que la luz del conocimiento”. Esa luz nos invita a dar buenos frutos al modo de un manzano que da buenas manzanas. El agua fluye, también nosotros. Transformar empieza por transformarse a sí mismo.

         En un proceso liberador nuestro reto personal es desarrollar potencialidades positivas que miren hacia el Bien Común, respetando siempre la dignidad de toda persona.

         De lo anteriormente dicho y conocido, El tercer paso es la firmeza de la Voluntad en su determinación. Quedan atrás el miedo y la duda de seguir por el sendero apropiado, en el camino hacia “La Cima de la Verdad”.

         El camino parece empinado y difícil pero ello no nos puede detener. La voluntad de avanzar nos descubre la calidad del sol al atardecer, la melodía de la suave brisa de la montaña y la belleza de las formas y los colores de la Naturaleza, que es nuestra Casa Común.

         Las lágrimas que broten del corazón derriten la armadura egocentrista y producen paz y alegría.

         Una nueva luz irradia en nosotros: la Luna, el Sol, el arroyo y todo cuanto nos trasciende nos incorpora al Universo del Amor. Esa es “La Cima de la Verdad”.