domingo, 19 de julio de 2015

LA CARTA DE LOS MOVIMIENTOS POPULARES

En respuesta a las reflexiones prácticas y comprometidas del Papa Francisco en América Latina, el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, ha producido en la Carta de Santa Cruz, de Bolivia, el siguiente Comunicado:

Papa EMMP - foto Lidyane Ponciano - baixa (1 de 27)
Foto de Lidyane Ponciano

Las organizaciones sociales reunidas en el Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, durante los días 7, 8 y 9 de julio de 2015, coincidimos con el Papa Francisco en que la problemática social y ambiental emergen como dos caras de la misma moneda. Un sistema que no puede brindar tierra, techo y trabajo para todos, que socava la paz entre las personas y amenaza la propia subsistencia de la Madre Tierra, no puede seguir rigiendo el destino del planeta.

Debemos superar un modelo social, político, económico y cultural donde el mercado y el dinero se han convertido en el eje regulador de las relaciones humanas en todos los niveles.

Nuestro grito, el de los más postergados y marginados, obliga a que los poderosos comprendan que así, no se puede seguir. Los pobres del mundo se han levantado contra la exclusión social que sufren día a día. No queremos explotar ni ser explotados. No queremos excluir ni ser excluidos. Queremos construir un modo de vida en el que la dignidad se alce por encima de todas las cosas. Por eso, nos comprometemos a:

1. Impulsar y profundizar el proceso de cambio

Reafirmamos nuestro compromiso con los procesos de cambio y liberación como resultado de la acción de los pueblos organizados, que desde su memoria colectiva toman la historia en sus manos y se deciden a transformarla, para dar vida a las esperanzas y las utopías que nos convocan a revolucionar las estructuras más profundas de opresión, dominación, colonización y explotación.

2. Vivir bien en armonía con la Madre Tierra

Seguiremos luchando para defender y proteger a la Madre Tierra, promoviendo la "ecología integral" de la que habla el Papa Francisco. Somos fieles a la filosofía ancestral del "Vivir Bien", nuevo orden de vida que propone armonía y equilibrio en las relaciones entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza.

La tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra. Debemos cuidarla y labrarla en beneficio de todos. Queremos leyes medioambientales en todos los países en función del cuidado de los bienes comunes.

Exigimos la reparación histórica y un marco jurídico que resguarde los derechos de los pueblos indígenas a nivel nacional e internacional, promoviendo un diálogo sincero a fin de superar los diversos y múltiples conflictos que atraviesan los pueblos indígenas, originarios, campesinos y afro-descendientes.

3. Defender el trabajo digno

Nos comprometemos a luchar por la defensa del trabajo como derecho humano. Por la creación de fuentes de trabajo digno, por el diseño e implementación de políticas que restituyan todos los derechos laborales eliminados por el capitalismo neoliberal, tales como los sistemas de seguridad social, de jubilación y el derecho a la sindicalización. Rechazamos la precarización, la tercerización y buscamos que se supere la informalidad a través de la inclusión, nunca con persecución ni represión.

Asimismo, levantamos la causa de los migrantes, desplazados y refugiados. Instamos a los gobiernos de los países ricos a que deroguen todas aquellas normas que promueven un trato discriminatorio contra ellos y establezcan formas de regulación que eliminen el trabajo esclavo, la trata, el tráfico de personas y la explotación infantil.

Impulsaremos formas alternativas de economía, tanto en áreas urbanas como en zonas rurales. Queremos una economía popular y social comunitaria que resguarde la vida de las comunidades y en la que prevalezca la solidaridad por sobre el lucro. Para esto es necesario que los gobiernos fortalezcan los esfuerzos que emergen de las bases sociales.

4. Mejorar nuestros barrios y construir viviendas dignas

Denunciamos la especulación y mercantilización de los terrenos y los bienes urbanos. Rechazamos los desalojos forzosos, el éxodo rural y el crecimiento de los barrios marginados. Rechazamos cualquier tipo de persecución judicial contra quienes luchan por una casa para su familia, porque entendemos a la vivienda como un derecho humano básico, el cual debe ser de carácter universal. Exigimos políticas públicas participativas que garanticen el derecho a la vivienda, la integración urbana de los barrios marginados y el acceso integral al hábitat para edificar hogares con seguridad y dignidad.

5. Defender la Tierra y la soberanía alimentaria

Promovemos la reforma agraria integral para distribuir la tierra de manera justa y equitativa. Llamamos la atención de los pueblos sobre el surgimiento de nuevas formas de acumulación y especulación de la tierra y el territorio como mercancía, vinculadas al agro-negocio, que promueve el monocultivo destruyendo la biodiversidad, consumiendo y contaminando el agua, desplazando poblaciones campesinas y utilizando agro-tóxicos que contaminan los alimentos.

Reafirmamos nuestra lucha por la eliminación definitiva del hambre, la defensa de la soberanía alimentaria y la producción de alimentos sanos. Asimismo rechazamos enfáticamente la propiedad privada de semillas por grandes grupos agroindustriales, así como la introducción de productos transgénicos en sustitución de los nativos, debido a que destruyen la reproducción de la vida y la biodiversidad, crean dependencia alimentaria y causan efectos irreversibles sobre la salud humana y el medio ambiente. De igual manera, reafirmamos la defensa de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas sobre la agricultura sustentable.

6. Construir la paz y la cultura del encuentro

Nos comprometemos, desde la vocación pacífica de nuestros pueblos a intensificar las acciones colectivas que garanticen la paz entre todas las personas, pueblos, religiones, etnias y culturas. Reafirmamos la pluralidad de nuestras identidades culturales y tradiciones que deben convivir armónicamente sin que unas sometan a otras. Nos levantamos en contra de la criminalización de nuestra lucha, pues están criminalizando nuestras costumbres.

Condenamos cualquier tipo de agresión militar y nos movilizamos por el cese inmediato de todas las guerras y de las acciones desestabilizadoras o golpes de Estado, que atentan contra la democracia y la elección de los pueblos libres. Rechazamos el imperialismo y las nuevas formas de colonialismo, sean militares, financieras o mediáticas. Nos pronunciamos contra la impunidad de los poderosos y a favor de la libertad de los luchadores sociales.

7. Combatir la discriminación

Nos comprometemos a luchar contra cualquier forma de discriminación entre los seres humanos, sea por diferencias étnicas, color de la piel, género, origen, edad, religión u orientación sexual. Todos nosotros, mujeres y hombres, debemos tener los mismos derechos.

Condenamos el machismo, cualquier forma de violencia contra la mujer, en particular los femicidios, y gritamos ¡Ni una menos!

8. Promover la libertad de expresión

Promovemos el desarrollo de medios de comunicación alternativos, populares y comunitarios, frente al avance de los monopolios mediáticos que ocultan la verdad. El acceso a la información y la libertad de expresión son derechos de los pueblos y fundamento de cualquier sociedad que se pretenda democrática, libre y soberana.

La protesta es también una legítima forma de expresión popular. Es un derecho y quienes lo ejercemos no debemos ser perseguidos por ello.

9. Poner la ciencia y tecnología al servicio de los pueblos

Nos comprometemos a luchar para que la ciencia y el conocimiento sean utilizados al servicio del bienestar de los pueblos. Ciencia y conocimiento son conquistas de toda la humanidad y no pueden estar al servicio de la ganancia, explotación, manipulación o acumulación de riquezas por parte de algunos grupos. Persuadimos a que las universidades se llenen de pueblo y sus conocimientos estén orientados a resolver los problemas estructurales más que a generar riquezas para las grandes corporaciones. A denunciar y controlar a las multinacionales farmacéuticas que por un lado, lucran con la expropiación de conocimientos milenarios de los pueblos originarios y, por el otro, especulan y generan ganancias con la salud de millones de personas, poniendo el negocio por delante de la vida.

10. Rechazamos el consumismo y defendemos la solidaridad como proyecto de vida

 Defendemos la solidaridad como proyecto de vida personal y colectivo. Nos comprometemos a luchar contra el individualismo, la ambición, la envidia y la codicia que anidan en nuestras sociedades y muchas veces en nosotros mismos. Trabajaremos incansablemente para erradicar el consumismo y la cultura del descarte.

¡Seguiremos trabajando para construir puentes entre los pueblos, que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación!

martes, 14 de julio de 2015

LAS TRES T DEL PAPA FRANCISCO Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Discurso do Papa aos Movimentos Populares http://pt.radiovaticana.va/news/2015/07/10/discurso_do_papa_aos_movimentos_populares_(texto_integral)/1157336

Ante este importante discurso que me han remitido desde América Latina un par de amigos, he optado por hacer un esfuerzo de síntesis y ofrecer su lectura para la reflexión de toda persona y comunidad interesadas en este tipo de temas
Para el Papa Francisco, las famosas tres T”: tierra, techo y trabajo para todos son derechos sagrados. Vale la pena luchar por ellos. Por ello nos dice: “Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra.” Al final del discurso propone Tres Tareas de suma urgencia.

Primero de todo.

 1.    Necesitamos un cambio. Habla Francisco de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general, también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propone que nos hagamos estas preguntas:

- ¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?

 - ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza? 

Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.

 ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza? Si esto así, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco.

Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero porque hoy la interdependencia planetaria requiere respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir a esta globalización de la exclusión y la indiferencia.

 Plantea el Papa Francisco un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio –podríamos decir– redentor. Porque lo necesitamos. Pues son muchos los que esperan, buscan y anhelan un cambio que les libere de cuanto les esclaviza.

 En efecto: “Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea llamaba «el estiércol del diablo». La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común.”

 ¿Qué podemos hacer?

 Podemos hacer mucho. De hecho, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Quizás el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!
 
En segundo lugar:

 2.    ¿Somos sembradores de cambio?  En realidad se trata de un proceso, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por «vivir bien». Dignamente, en ese sentido.
Desde los movimientos populares, se asumen las labores de siempre motivados por el amor fraterno que se rebela contra la injusticia social. ... Es imprescindible que, junto a la reivindicación de los legítimos derechos, los Pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Tarde o temprano se verán los frutos.

 A los dirigentes hay que pedirles que sean creativos y nunca pierdan el arraigo a lo cercano, porque el padre de la mentira sabe usurpar palabras nobles, promover modas intelectuales y adoptar poses ideológicas, pero si se construye sobre bases sólidas, sobre las necesidades reales y la experiencia viva de toda persona humana, de los campesinos e indígenas, de los trabajadores excluidos y las familias marginadas, seguramente no se van a difuminar los objetivos.

Nadie puede ser ajeno a este proceso. La colaboración responsable,  respetuosa con los movimientos populares, puede potenciar estos esfuerzos y fortalecer los procesos de cambio.

 3.    Algunas tareas importantes para este momento histórico. Puesto que queremos un cambio positivo para el bien de todos; queremos un cambio que se enriquezca con el trabajo mancomunado de los gobiernos, los movimientos populares y otras fuerzas sociales; pero necesitamos definir el contenido del cambio, podría decirse, el programa social que refleje este proyecto de fraternidad y justicia que esperamos, y que no es fácil de definir.

El Papa Francisco, consciente de que no hay receta fácil, se atreve a proponer tres grandes tareas:  

1.    La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre Tierra.

La economía no debería ser un mecanismo de acumulación sino la adecuada dministración de la Casa Común.

 Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza, estructura todo el sistema de producción y distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren un cauce adecuado en el ser social. Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: «vivir bien». Que no es lo mismo que ver pasar la vida.

 Esta economía no es sólo deseable y necesaria sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista.  Podemos lograrlo.

 Esto implica mejorar los procesos de trabajo, proveer infraestructuras adecuadas y garantizar plenos derechos a los trabajadores.

 2.    La segunda tarea es unir nuestros Pueblos en el camino de la paz y la justicia. Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados.

Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía.

 Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena.

 En estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la Región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros Padres de antaño, llaman la «Patria Grande».

Mantener la unidad frente a todo intento de división es necesario para que la región crezca en paz y justicia.

A pesar de estos avances, todavía subsisten factores que atentan contra este desarrollo humano equitativo y coartan la soberanía de los países de la «Patria Grande» y otras latitudes del planeta. El nuevo colonialismo adopta diversa fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados «de libres comercio» y la imposición de medidas de «austeridad» que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres.

Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico.

 Hay que reconocer que ninguno de los graves problemas de la humanidad se puede resolver sin interacción entre los Estados y los pueblos a nivel internacional. Todo acto de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en todo en términos económicos, ecológicos, sociales y culturales. Hasta el crimen y la violencia se han globalizado. Por ello ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común.

Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia, es decir, nuestra sana interdependencia. Pero interacción no es sinónimo de imposición, no es subordinación de unos en función de los intereses de otros. El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano… precisamente porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral. Y eso hermanos es inequidad y la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener.

 Digamos NO a las viejas y nuevas formas de colonialismo.

 Digamos SÍ al encuentro entre pueblos y culturas.

 3. La tercera tarea, tal vez la más importante que debemos asumir hoy, es defender la Madre Tierra.

La Casa Común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave. Vemos con decepción creciente como se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante. Existe un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar que no se está cumpliendo. No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no universales– se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen destruyendo la creación.

 Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizarse, a exigir pacífica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas.

 Para finalizar, el Papa Francisco subraya lo siguiente: el futuro de la Humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio.

Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez.
*

 Sigamos con la lucha y cuidemos muy mucho a la Madre Tierra. ¡Unámonos a todas las personas buenas del mundo! ¡Hagamos frente a quienes pretendan ser  esclavistas o devoradores del ser humano y de los bienes comunes de la Tierra!

 

 

martes, 7 de julio de 2015

LA DEUDA IMPAGABLE

¿De qué deuda hablamos? En la actualidad, hablamos de deuda "crematística". Ejemplo: el de Grecia. Algunos dicen que Grecia necesitaría más de 80 años para pagar sus deudas contraídas con las instituciones bancarias. Pero, personalmente, desde 1968, cuando yo tenía 20 años, llegué a comprender, en el África Negra: en Monrovia (Liberia), en la isla de Guinea Ecuatorial, o en Douala, Nkongsamba o Yaoundé (Camerún), que existían no pocas deudas históricas impagadas, impagables y silenciadas.
 
Hoy se recalca también la deuda que se tiene con las personas y comunidades más necesitadas en América Latina... pero podría hacerse referencia también al campesinado ruso, a las mujeres chinas, al dominio jerárquico-patriarcal de las grandes religiones... y al poder tecnocrático que se ha vuelto dominante en el mundo de las finanzas, la economía y la política con una borrachera monetaria paradigmática que vive a costa de explotar la naturaleza y las personas como si contáramos con capacidades ilimitadas de energía y de recursos de inmediata regeneración. Sobre este punto, el propio papa Francisco señala con el dedo la "raíz humana de la crisis ecológica". Nunca la Humanidad tuvo tanto poder... pero "¿En manos de quién está y puede llegar a estar tanto poder?" Es tremendamente riesgoso -dice- que resida en una pequeña parte de la Humanidad.
 
¿Cuánto debe la pequeña parte que detenta tanto poder, en la actualidad, a la mayor parte de la Humanidad? ¿Cuáles son los horizontes éticos de referencia para la Ciencia y para la Técnica? Aparte del "afán de lucro"... ¿Cuáles son las opciones y referencias para los tecnócratas que dominan la crematística mundial?

Valga como referencia, lo que a continuación incorporo

Hª CONTEMPORÁNEA

Las quiebras, el endeudamiento de los Estados y la intervención extranjera

La deuda que aplastó en el XIX a los imperios español, chino y otomano


 
La gran deuda que tenemos en este momento histórico, tras la herencia de dos siglos de grandes cambios, es la de ampliar la mirada hacia el conjunto de toda la Humanidad y hacia las comunidades que más sufren y que más necesidades básicas tienen, con el fin de orientar la técnica y la ciencia, y también la economía, al servicio de otro tipo de progreso y desarrollo humano, más sano, más social, más integral e integrador.
 
Quizás el resolver de un modo u otro el caso de Grecia -con independencia de sus propias contradicciones y las de la Unión Europea- pueda indicar algo nuevo: si se está o no dispuesto a tener en cuenta las deudas históricas que pesan históricamente sobre Imperios y Estados poderosos incapaces de pagar las deudas a la Humanidad y a la propia Naturaleza, Casa Común de todos los seres humanos.