domingo, 15 de febrero de 2015

AVANZANDO EN DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

          En 2014 se publicaron, al menos, dos libros que indican la necesidad de una reforma constitucional en España. Democracia vergonzante, versión actualizada de Ramón Soriano -con quien colaboró en tiempo Luis de la Rasilla-; y Pautas para una Reforma Constitucional, un Informe para el debate en el que intervienen una veintena de profesores y cuyo editor es Javier García Roca. De ambos libros se pueden asumir propuestas de interés y calado con el fin de lograr tres objetivos: a) reformas puntuales, a corto plazo; b) asumir un nuevo proyecto de democracia y ciudadanía, a más largo plazo; y c) considerar la reforma del edificio constitucional envejecido como una obligación estructural.
          Las reformas puntuales surgen de una primera parte de Democracia vergonzante centrada en la crítica de las instituciones democráticas, por interferencias y perversiones de los poderes públicos, por ciertos vicios y  ausencia de democracia interna de los partidos políticos, por cierta impunidad política, por el funcionamiento del Parlamento, para elevar su prestigio en cuanto a libertad expresiva e informativa, por evitar el transfuguismo, para favorecer la verdadera investigación, por suprimir privilegios; por favorecer la iniciativa legislativa popular, por carencias y contradicciones del  referéndum español, por las deficiencias del sistema electoral, y por las escasas o alicortas competencias atribuidas al Defensor del Pueblo.
          La parte segunda del libro mencionado tiene un solo capítulo y se titula "Hacia una nueva democracia: la democracia ciudadana". Se entiende que "la participación es plural y pluridimensional. En una democracia ciudadana la participación... se da en distintos terrenos: en la democracia representativa (eligiendo a los representantes políticos), en la democracia directa (decidiendo sobre asuntos políticos relevantes), en la democracia participativa (formando parte de grupos ciudadanos de acción política)". El autor considera que son los ciudadanos, rompiendo con la apatía, los que realmente pueden producir el cambio normativo que libere de la asfixia en la que nos tiene la actual democracia representativa.
          En las Pautas para una reforma de la constitución, el Informe concluye con veintinueve puntos: 1) La necesidad de la reforma; 2) la obligación estructural; 3) necesidad del consenso; 4) la decisión política; 5) la reforma es un camino; 6) los procedimientos son garantía; 7) los acuerdos no son condiciones previas; 8) posibilidad de varias reformas; 9) vocación europea e iberoamericana; 10) Derechos Humanos y Carta de Derechos Fundamentales de la UE; 11) racionalizar nuevos derechos y garantías; 12) algunos principios rectores podrían ser derechos fundamentales; 13) sistema electoral; 14) funciones del senado; 15) Partidos políticos y democracia interna; 16) La Corona; 17) El Gobierno y la potestad de indulto; 18) Sistema Parlamentario y Reglamento de las Cámaras; 19) Comisiones parlamentarias de investigación; 20) Cortar con el abuso de los Decreto-Ley; 21) Iniciativa legislativa popular y democracia participativa; 22) Tribunal Constitucional; 23) Recuperar el recurso previo frente a Estatutos de Autonomía...; 24) Consejo General y Poder Judicial; 25) Integración política de las nacionalidades... y pactos lingüísticos; 26) Distribución territorial de competencias; 27) Provincias y Diputaciones Provinciales; 28) Financiación Autonómica; y 29) Procedimiento de reforma constitucional, con el fin de flexibilizar y unificar procedimientos.
          Hay, pues, tarea para ir pensando en el día D, posterior a las elecciones en distintos ámbitos que van a ir jalonando el año 2015. Pero no estaría nada mal ir trabajando en posibles y factibles reformas constitucionales para rejuvenecer el edifico un tanto envejecido de nuestro hábitat constitucional.