Con motivo de la huelga del 29 de septiembre (29S) de este tumultuoso año 2010, conviene recordar, frente a la Cultura del Capital, los objetivos de la Cultura del Trabajo: el pleno empleo, el crecimiento armónico y equilibrado y la justa distribución de renta y riquezas. El derecho de huelga está consolidado como libre expresión respecto de los intereses laborales. Pero lo que no está garantizado es el derecho al trabajo. Por eso se habla hoy incluso, reiteradamente, de los universitarios y universitarias "pre-parados".
Sobre la huelga, hace bastante más de cuatro décadas, Rafael González Moralejo, el que fuera Obispo de Huelva, pidió que se pronunciara el Concilio Vaticano II, en el marco de la Constitución Gaudium et Spes, considerándose entonces un medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores. A este hombre, el tema, le costó lo suyo... (imagínense la osadía en un tiempo en el que el "caudillo" tenía derecho de veto sobre la denominación de obispos y, por supuesto, no estaba dispuesto a tolerar semejantes "veleidades" en su Reino). Pero aquel pensamiento, me parece importante poderlo analizar ahora en otro contexto. Voy, pues, a tratar de hacerlo.
Aquel contexto era el de febrero de 1965, tal como puede constatarse en el libro de Moralejo: El Vaticano II en taquigrafía. La historia de la Gaudium et Spes. Moralejo tenía en su haber el ser Obispo del Arzobispado de Valencia y haber escrito dos libros importantes: Pensamiento Pontificio sobre el Bien Común y La justa distribución de las rentas. Desde el punto de vista de la Filosofía del Derecho parecía apoyarle Joaquín Ruiz Jiménez, a pesar del sistema de Dictadura que se vivía en la España de Franco, en el que la huelga era "ilegal", existía la pena de muerte...
Nuestro contexto es bien distinto. En vez del Bien Común se habla del Estado de Bienestar. En vez de Dictadura hablamos de Democracia (aunque sea partitocrática); y en vez de justa distribución de la riqueza hablamos de las retenciones de la Hacienda Pública para cubrir gastos públicos, inversiones en infraestructuras y servicios de interés general. Pero se habla también de deuda pública, del sistema financiero injusto, y del paro estructural en la dialéctica capital/trabajo, objeto de la primera huelga general de una hora, en la época de la Transición, el 5 de abril de 1978... La del 29S de 2010 ha sido la séptima huelga general en Democracia.
Sobre aquel contexto de 1965, de conflictividad política hasta la muerte del General Franco (toda una década), puede consultarse el documento de Pere Ysàs: El régimen franquista frente a la oposición, editado por el Instituto de Estudios de la Democracia, de la Universidad San Pablo, de abril de 2007. Se aborda en dicho documento: la rebelión estudiantil, la conflictividad obrera, el disenso de intelectuales y profesionales, la oposición política y la disidencia católica de entonces. En ese documento no se habla del número de parados de entonces ni de las personas y familias que tuvieron que emigrar...interna y externamente. Pero, ¿cuál es nuestro contexto en democracia?
El 5 de abril de 1978, en plena Transición Política, y siendo Presidente Adolfo Suárez (de la UCD), cuatro millones de personas se sumaron en España a la Huelga General de una hora de duración, para secundar la protesta de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) frente al alto porcentaje de paro que vivía entonces Europa.
El problema del paro, la falta de capacidad política y económica para generar empleo y garantizar el derecho al trabajo, ha sido el denominador común de las restantes huelgas generales. La Europa de los mercaderes ha vencido a la Europa Social e incluso al Estado Social y Democrático de Derecho hoy en declive (ver si no el libro de Ignacio Sotelo). Veamos si no el denominador común de las huelgas.
El 20 de junio de 1985, Comisiones Obreras (CCOO) contabilizó cuatro millones de seguidores en contra de la ley de Pensiones, que subía su periodo de cálculo de dos a ocho años. Según el Gobierno de Felipe González, sólo fue secundada por un millón de personas trabajadoras.
El famoso 14 DIC, de 1988, fue sin embargo una huelga sonada, con un claro enfrentamiento entre Nicolás Redondo (UGT/PSOE) y Felipe González (PSOE/UGT) a propósito de la Reforma Laboral en la que se incorporaba la dinámica neoliberal de la flexibilidad y la competitividad (lo que suponía abaratar el despido) y se retiraba el plan de empleo juvenil, abriendo la puerta a los "contratos basura" y a la precariedad laboral. Al parecer participaron en la Huelga ocho millones de personas. El problema no era el sistema político, es decir, la Democracia alcanzada, sino el sistema económico y la política económica del Gobierno al servicio del sistema económico neoliberal. Ya no se hablaba entonces ni de participación en la empresa ni de justa distribución de las rentas, sino de producción y riqueza, de reconversión industrial y de que era imposible terminar con el paro pero que, desde las inversiones públicas, se podían garantizar coberturas sociales y facilitar la "circulación de la riqueza", creando las infraestructuras necesarias para ello. Modernización era la idea mágica. Curiosamente tanto en UGT como en el Partido Socialista se fue abandonando la Secretaria de Cultura y, por supuesto, la Cultura Obrera.
Vendría después el 28 de mayo de 1992, año de las conmemoraciones (los "fastos" del 92). La Huelga General fue de media jornada. A CCOO y UGT se unieron los sindicatos vascos ELA-STV y LAB. El seguimiento de la Huelga fue dispar. Las cifras de seguimiento eran contradictorias (un 80% según los sindicatos y un 35% según el Gobierno). El motivo de la Huelga era el recorte de las prestaciones por desempleo y el propio proyecto de Ley de Huelga.
Tras la Expo del 92 vendría la crisis económica de 1993. Y, en enero de 1994, la última huelga que vivió Felipe González como Presidente del Gobierno. Tenía dos objetivos: evitar que se aprobara la Reforma Laboral del Ejecutivo y que no se aplicaran los recortes sociales. La Huelga la convocaron CCOO, UGT, USO, CGT y CIG. En cuanto al seguimiento, de nuevo disparidad de cifras: los sindicatos hablaban del 90%, el Gobierno del 30% y la Patronal del 26%
El 20 de junio de 2002, la Huelga general fue contra el Gobierno de Aznar, neoconservador, por causa del denominado "decretazo", que tocaba de forma directa el Plan de Empleo Rural (PER) y el número de jornales exigibles para obtener el denominado "subsidio de desempleo". Las valoraciones del seguimiento de la Huelga fueron disparatadas. Los sindicatos hablaban de una participación del 84% y el Gobierno hablaba del 17%
Finalmente llegamos a la Huelga del 29 de septiembre de 2010, con unos sindicatos mermados en su credibilidad -tras los años de paz social y de reparto de subvenciones entre patronal y ellos mismos para la formación que debiera generar empleo y que ha servido sobre todo a sus intereses endogámicos-.
¿Cuál ha sido el motivo de la Huelga? La Huelga es fundamentalmente política, en un contexto de crisis, frente a las opciones del Gobierno de José Luis Zapatero ("socialdemócrata liberal"). Pues, ya se ha aprobado una Reforma Laboral (que difícilmente podrá tener vuelta atrás), en la que se vuelven a recortar los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Se han recortado ingresos de trabajadores de Salud, Educación y Administración Pública, y no se invierte en generar empleo en esos ámbitos ni en servicios sociales ni se incentiva la persecución del fraude fiscal ni la resolución de conflictos judiciales ni las empresas que generen y no destruyan empleo. En definitiva no se incentiva el trabajo bien hecho ni la profesionalidad ni el sentido empresarial solidario ni la cultura empresarial de calidad.
¿Qué hacer? ¿Basta con la "Huelga tranquila" que se propone como "huelga interior" frente al sistema financiero y frente a los amos del mundo que condicionan las mentalidades mediante el poder mediático y, claro está, las medidas económicas del Gobierno? ¿A qué cantidad y a cuantas familias afecta hoy en España el paro?
Si en España , con 46.000.000 de habitantes, hay más de cuatro millones de parados (se oscila en torno a los cuatro millones y medio); y a penas se sobrepasa, en población activa, la cifra de 23.000.000 (de los que más de 10.000.000 ya son mujeres), ello quiere decir que andamos por encima del 20% de desempleo, respecto de la población activa (que también se ha incrementado en buena medida gracias a las personas inmigrantes que vienen con ganas de trabajar).
Pues bien, el número de hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro está por encima del 1.300.000. En cuanto a la ocupación (que se nos muestra como índice de recuperación de la crisis financiera y económica) la menor subida corresponde a Andalucía y la mayor subida de paro también corresponde a Andalucía. ¿A qué tanta complacencia institucional?
El problema, pues, no es ejercer el derecho de huelga, derecho formalmente consolidado, como la libertad de expresión. Más allá del derecho al pataleo, y su correspondiente escenificación, lo que realmente importa es garantizar el derecho al trabajo, como derecho fundamental, cosa que ni siquiera se reconoce en la Constitución de 1978.
Centrándonos en Andalucía, a partir de 1986 (año de la integración en el Mercado Común Europeo), se ha asumido la política agraria, se ha hecho un esfuerzo de convergencia, se ha incrementado el Producto Interior Bruto (PIB) hacia el nivel medio europeo, se ha invertido en comunicaciones, en infraestructuras y en modernización pero persisten desequilibrios estructurales tales como:
1) Bajo nivel de producción y de renta (bajísimo en zonas rurales de montañas)
2) Escasas dotaciones de capital, reducida productividad y poca capacidad de comercialización
3) Poca ocupación y elevado desempleo (con nueve puntos por encima de la media española)
4) Deficiente especialización sectorial, salvo en agricultura y servicios de hostelería, y escasa industrialización
5) Marcadas diferencias intraregionales y comarcales
6) Necesidades de mayor cualificación profesional de los recursos humanos, a pesar del grandísimo esfuerzo realizado en las Universidades Públicas (de donde salen los pre-parados que emigran).
Hoy, en recuerdo de aquellos prohombres, que fueron relegados, pero que hicieron posible el derecho de huelga y la transición democrática, desde dentro de las instituciones vinculadas al régimen de la Dictadura; hoy, tras una mirada hacia la lucha sindical, conviene no perder de vista los objetivos: el pleno empleo, el crecimiento equilibrado y la justa distribución de la riqueza. Ahora bien, estos objetivos no podrán lograrse si no es conjugando lo local con lo mundial. Lo que, necesariamente, debe llevar a la reformulación de los Derechos Humanos, desde las diversas y múltiples situaciones, y a la institución de las correspondientes garantías para que se cumplan efectivamente los Derechos Humanos. Los derechos no se alcanzan sino como fruto de un proceso evolutivo de lucha, de afirmación interior y proyección exterior, que viene a materializarse aunque sea de forma provisional para luego relanzarse de nuevo en la escala musical que va del do bajo (exterior), porque en declive, al do alto, que requiere toda la potencia interior para -tras la deconstrucción- volver a la reconstrucción de los derechos inalienables de la dignidad humana.
Siguiendo a uno de mis maestros, Rafael González Moralejo, tras las enseñanzas prácticas, políticas, del que fuera parlamentario y abogado laboralista, Carlos Navarrete, y siguiendo los pasos del filósofo de la liberación, Ignacio Ellacuría, me atrevería a plantear que el parlamento español y el parlamento europeo (pero también la ONU) se definieran no sobre el derecho de huelga sino sobre el derecho al trabajo. Pues la trampa consiste en relegar, constitucionalmente, las políticas sociales y económicas a la la elaboración de las correspondientes leyes para garantizar derechos sociales que se quedan en pura declaración de intenciones. El derecho al mercado libre no puede ni debe ir en contra ni del derecho al trabajo ni del crecimiento social equilibrado, por lo que han de conjugarse por igual lo individual y lo comunitario, para ir alcanzando lo justo y lo equitativo, siempre progresivamente. De ahí que haya de recuperarse la civilización (y la cultura) del trabajo frente al predominio de la Civilización del Capital y de su Sistema Financiero Internacional. Pero, algo más, eso no puede quedar en escenificación o simple discurso sino que debe materializarse en la realidad.
José Mora Galiana
Después de leer con más detenimiento, te voy a contestar
ResponderEliminarGracias por apartar tanta hojarasca. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido amigo: Me he asomado al blog y he leido tu reflexión sobre la huelga. Muy interesante reconstruir los distintos contextos y, sobre todo, señalar la necesidad de centrarse en el derecho al trabajo. De verdad, ¡gracias!
ResponderEliminarJosé Emilio
Casi no me atrevo a decirlo pero lo voy a decir. El problema del paro en España es sobre todo de cultura y de empresa: demasiada picaresca y falta de sentido y de cultura empresarial. Ejemplos: bajas "extrañas" en distintos servicios de la Administración (educativa, sanitaria, funcionarial...) y obsesión por lograr el despido sin trabas (deshacerse de pasivos) por parte de las empresas. Al final ¿cuál es realmente la población activa que ingresa en la Seguridad Social?
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