domingo, 29 de mayo de 2016

EL CORPUS, REFERENTE DE AMOR COMPARTIDO

Decía Aranguren, en aquella Ética que tanto bien nos hizo a no pocos estudiantes de los 70, que el amor no se contrae sino que se incluye en todo acto bueno, pues todo apetito es apetito del bien (aunque fuese dañino bajo la apariencia de un bien). No hacía sino recordar y actualizar a Sto. Tomás, quien -dicho sea de paso en estos momentos- también afirmaba sin barroquismo alguno que, en caso de necesidad, todos los bienes son comunes.

La persona, al igual que las comunidades humanas, estamos abiertos a querencias de mejora y perfección, lo que se manifiesta en el plano afectivo bajo la forma concreta del amor, como tendencia a la felicidad y búsqueda de perfectibilidad.
Por lo dicho, tal vez convenga recordar -en el día en que tradicionalmente se celebra el Corpus- el dinamismo de apertura, de compartir, de unir y no separar, el amor a sí mismo y el amor al otro, la benevolencia, la filantropía, la solidaridad, la charitas, en un contexto de deshumanización y de enfrentamientos de civilizaciones y de religiones cerradas, totalmente desfasadas respecto al gran avance que supuso, a pesar de sus limitaciones, la Carta Universal de los Derechos Humanos, y que ahora debería actualizarse en la Carta de la Tierra, incorporando garantías de derechos fundamentales y derechos emergentes y de igualdad, ineludibles en nuestro momento histórico.


       

Alfombras florales en el día de Corpus Christi, Puenteareas de Pontevedra (fuente Wikipedia)
El impulso del amor, incluso en su eros psico-físico, nos revela otro amor, que es agápe, que es amor compartido con la persona que es nuestro prójimo o con la comunidad de seres humanos con los convivimos o podemos convivir. De ahí que la agápe, el compartir el pan, la común-unión pase a ser el significante de referencia de una fe cristiana viva, abierta y no cerrada. No tiene sentido entender el Corpus como enfrentamiento religioso ni como autoafirmación frente a los “otros”, sino como Charitas, síntesis de eros y agápe, de naturaleza y comunidad.
El amor al prójimo, no es sólo amor al próximo (familiares, pueblo y patria o nación) sino universal y general, pero concreto, a toda persona, no a la idea abstracta sino a la persona y la comunidad real para fraguar así convivencia armónica o humanización.

1 comentario:

  1. Puede ser de interés realizarnos un test sobre "nuestro amor cotidiano", en diálogo, servicio, disponibilidad, amabilidad, confianza, perdón, espera, disculpa, y amistad compartida.

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