sábado, 2 de abril de 2016

LIBERACIÓN EN LA DIALÉCTICA VIOLENCIA Y CRUZ

ESTE VIERNES, justo el 1 de abril, en el Seminario Antagónicos de la Facultad de Derecho de Sevilla, más allá del imaginario colectivo de la denominada Semana Santa, hemos retomado el libro, inédito en castellano, TEOLOGÍA POLÍTICA de Ignacio Ellacuría, de 1973. El diálogo e intercambio se ha centrado en el cuaderno o capítulo V de dicho libro sobre  VIOLENCIA Y CRUZ.

Como introducción, nos hemos preguntado qué debe entenderse por violencia y qué debe significar cruz. Hemos distinguido entre violencias no ambiguas (por ejemplo las físicas, las guerras, las torturas...) y las violencias ambiguas e institucionales. Después, hemos evolucionado del siguiente modo metodológico: 1. hemos reflexionado sobre la agresividad biológica, instinto primario como el sexo, el hambre y el miedo o la huída (instintos propios de la evolución animal que requieren ser humanizados por el pensamiento solidario y el amor, frente al egoismo y el odio); 2. hemos tratado la agresividad desde un punto de vista psicoanalítico (pero no sólo como pulsión libidinal o deseo, sino también como dialéctica "eros" / "thanatos", amor y muerte); 3. teológicamente la agresividad la hemos conceptuado como una cupiditas rerum novarum, un anhelo de que las cosas negativas se transformen en positivas (la injusticia en injusticia, la mentira en verdad), pues ello es básico para lograr lo que la vida y la libertad deban ser, y también lo que pueda llegar a ser la justicia social.





La violencia, en definitiva, omnipresente y universal, es síntoma de que algo no está bien, pero también de una voluntad de cambio, voluntad de acabar con lo que no está bien. Por ello, frente a la violencia injusta (ejemplo: la cruz del inocente o la crucifixión de un pueblo), aunque sea una violencia "legalizada", se produce el profetismo, la denuncia e incluso la violencia en pro y defensa de la persona o la comunidad oprimida, dominada y explotada. En consecuencia, frente a la injusticia puntual, social o estructural, sólo es posible edificar la paz si se combaten y desaparecen las injusticias reales. Especialmente, tienen que desaparecer las injusticias que sufre la mayor parte de la Humanidad, en particular las que sufren las personas, las familias y las comunidades y pueblos del denominado Tercer Mundo, en situaciones a veces inhumanas, por no estar cubiertas las necesidades básicas.


La cruz sólo cobra su sentido si es signo liberador, es decir, si produce el rechazo hacia la maldad y la iniquidad. Ese rechazo suele vivirse en una opción comprometida que puede ser plural, al modo de encarnación y testimonio, compromiso social o político, y firmeza frente a la violencia establecida... Pero hay que seguir buscando las mejores vías para lograr una Nueva Humanidad, solidaria, liberada, y justa (conjunción de libertad e igualdad de las personas, comunidades y pueblos).

2 comentarios:

  1. Acabo de leer esta entrada sobre el pensamiento de Ignacio Ellacuría allá por 1973. MUY INTERESANTE. He ojeado tu blog. Tienes ahí a la biblia en pasta....
    Un abrazo.
    CSR

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  2. Me encantaría tener una reflexión tuya sobre el tema de la guerra actual en Siria y los movimientos migratorios que llaman a las puertas de Europa.

    En el lado oscuro de las exportaciones de armamento en España, de hecho se están exportando a países en conflicto o que violan los derechos humanos... Se suele destacar que, durante el período 2005-2014, el 16 % de las exportaciones (511 millones de euros) ha tenido como destino países de Oriente Medio, convertido en uno de los mercados emergentes del armamento español a pesar de la situación de inestabilidad de la región...

    Pero luego nos quejamos de la "avalancha" de personas y familias que solicitan asilo...

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