jueves, 10 de diciembre de 2020

EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada en París por la 183 Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 es punto de referencia desde aquel primer año de vida y de esperanza. Efectivamente, en su artículo primero nos dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". A los veinte años ya pude tener dos perspectivas: una desde la España del Mediterráneo; otra desde el corazón del África Negra.

Hace poco, una mujer doctoranda de la Universidad Pablo de Olavide, María del Águila Lara Palacios, me mandaba la siguiente misiva: "Desde ACCEM, con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas, dedicamos este 20 de junio a reivindicar la visibilidad de las personas migrantes en la ciudad de Melilla. La ciudad tiene el papel de ser el escenario público de todas las personas, tengan cualquier nacionalidad, religión, etnia, orientación sexual, u otra condición social. Por ello, debemos facilitar la participación de todas las personas en las distintas zonas de la ciudad para disfrutarlas y poder compartir las actividades socioculturales que tengan lugar. Esta ciudad tiene la característica de la presencia de hasta cinco culturas diferentes, éste es un valor incuantificable para aprender otras maneras de vivir y entender la vida. Esta característica constituye una fuente muy valiosa para el aprovechamiento humano, para la evolución como personas y, por tanto, para el desarrollo como comunidad. Derribemos las barreras humanas. Así podremos eliminar los discursos de odio, discriminación y de trato desigual entre las personas instaurados en la sociedad. Estos discursos son fruto de las políticas públicas desarrolladas desde el año 2015, con la denominada “crisis de los refugiados”. Unas políticas públicas europeas centradas en la externalización de las fronteras, un control férreo de las mismas y la imposibilidad de conseguir visados, en detrimento de la garantía de los Derechos Humanos Universales. Debemos tener en cuenta y ser conscientes que, ante esta imposibilidad de programar un viaje, muchas de las personas migrantes que logran llegar hasta Melilla se han visto obligadas a emprender un viaje lleno de incertidumbre, miedos y peligros, en el que muchas personas pierden su vida o la de sus seres queridos. Hay tantas historias de vida de un viaje duro de vivir como personas iniciaron un viaje. Únicamente podemos llegar a conocer la de las personas que lograron alcanzar estas tierras y poder contarlas. Consideramos que, como sociedad, debemos contrarrestar esos discursos con acciones que favorezcan una convivencia real, y defiendan la garantía de la dignidad humana. Ese es el mejor ejemplo que podemos darles a los más pequeños y pequeñas de la ciudad. Ese es el legado de esta ciudad. Es fundamental y urge realizar esta transformación social, con el fin de lograr una interculturalidad efectiva, una nueva ciudadanía, una mejor convivencia, y lograr así la puesta en común de la riqueza ya existente como trans-culturalidad".

  Ahora, terminada la Tesis Doctoral, se me pide lo que -a modo de preámbulo- transcribo, justo el Día Internacional de los Derechos Humanos:

"EL LARGO CAMINO HACIA LA LIBERTAD. EXIGENCIAS DE IGUALDAD, JUSTICIA Y SOLIDARIDAD INTERCULTURAL

Lo que supone migrar para una mujer, me lleva a actualizar una vivencia de antaño que se remonta a Junio de 1975, en una travesía “transahariana”, desde el Mercado de Maroua (en el Camerún del Norte) hasta el mercado de Gardaïa, pasando por la estepa desértica de Niger, la mezquita de Agadés, y el Sahara Argelino, con destino a Argel. Fue por el Hoggar, no muy lejos de Tammarasset, cuando - en el hacinado camión en el que viajábamos más de veinte personas-una mujer pedía a voces parar y, como el conductor no paraba, saltó a la arena con el fin de liberarse al natural de sus reglas. Algunos dijimos a voces al conductor que parase, otros hacían mofa de tal circunstancia; alguna mujer saltó también para ayudar a la compañera y otras le tendían la mano para que subiera de nuevo al camión. En el Hoggar, en casa “Jo Jo”, pudimos reponer fuerzas a base de arroz y dátiles; pero observé a mujeres que se mantenían siguiendo su costumbre tradicional, utilizando el mijo y preparando el té. Con un cooperante francés me desplacé hasta la ermita Charles de Foucauld. Desde allí admiramos la grandeza del desierto. Volviendo para seguir el camino en el camión comprendí que no era fácil el sentirse liberado. La mujer que saltó del camión quería liberarse. También yo. Ella del patriarcado y el matrimonio impuesto, yo de dictaduras y creencias religiosas cerradas. La incertidumbre a la que nos enfrentamos, cada cual la vive a su modo. Pero en la mujer que emprende la travesía para llegar a Europa, aunque tenga los miedos propios de no saber cómo va a ser el camino ni su futuro, alienta en su corazón la ilusión por tener mejores posibilidades en ese futuro y ayudar, un día, a su familia en origen –caso de que reconozcan el valor de su aventura y no sufra heridas de las que avergonzarse-. Siguiendo el racio-vitalismo de Ortega y Gasset podríamos decir que si no somos capaces de vencer circunstancias adversas no logramos llegar a ser nosotros mismos o nosotras mismas –como suele puntualizarse -. Reemprendimos el viaje hasta el mercado de Gardaïa. Allí nos dispersamos en minigrupos. Pero seguí pensando no sólo en cómo llegar la capital de Argelia sino en todos los peligros que tendrían que vivir – y en los que sobrevivir - las mujeres migrantes, por el hecho de ser mujeres (circunstancias adversas de nuevo, engaños, abusos, coacciones y “mercaderías”) ¿Con qué dinero contaban? ¿Podrían llegar dónde querían? Un grupo pequeño de siete personas supimos que podríamos coger un camión en las afueras de Gardaïa donde fuimos andando. Previo pago, nos recogieron y nos dejaron a la entrada de Argel. El compañero francés tomó un avión con destino a París. Yo tendría que esperar tres días y gracias a un argelino musulmán pude embarcar hacia Mallorca. Dejaba África y mi nobleza de tribu en Santchou (Cameroun) pero lo que se ama nunca se olvida. Con el tiempo, a finales de 1975, se inició la Transición de la Dictadura a la Democracia.

A partir del 6 de diciembre de 1978, España pasó a ser Estado Social y Democrático de Derecho. Sus valores superiores de libertad, igualdad y justicia, pueden aplicarse en la comprensión de Derechos Fundamentales para toda persona humana, desde la propia ciudadanía necesariamente intercultural." Pero.... Queda un largo camino que recorrer hacia las exigencias de la igualdad y la solidaridad conforme a la Justicia, sin discriminación alguna por razones de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social (ver art. 14 de la Constitución Española). Ello implica que tanto Europa como España, en particular, cambie sustancialmente respecto al tema de la inmigración y la libre circulación de las personas. Hacer valer los Derechos Humanos y derechos y deberes fundamentales es clave en lo local y lo global." ¡Ya me diréis! Seguiremos con el Título Preliminar y... con el Título "De los Derechos y Deberes Fundamentales", bajo la exigencia de conjugar libertad e igualdad, propugnando la Justicia como valor superior. "Derribemos las barreras humanas."

2 comentarios:

  1. Un placer contar con un texto tuyo profesor en mi trabajo de tesis doctoral. Todo un honor. Y además, contando una vivencia como la que refleja. Muchas gracias de corazón.

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  2. Mis mejores deseos para la defensa de la Tesis Doctoral. La Universidad no sólo necesita de docencia e investigación sino también de proyección social transformadora frente a lo establecido estructuralmente injusto. Conjugar libertad e igualdad es el gran reto.

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