Ante el próximo 16 de noviembre, y en recuerdo de unos asesinatos de personas que siguen vivas entre nosotros, parece oportuno recordar un mensaje que se quiso universal desde la ciudad de Córdoba. Fue un mensaje de diálogo, desde lo local, en un mundo global que necesita de la solidaridad y el encuentro de todos los pueblos y creencias.
Del 12 al 15 de febrero de 1987 tuvo lugar, en Córdoba (España), un Primer Encuentro Abrahámico, en el que participaron cuatro judíos (por medio de tres comunicaciones escritas y una participación presencial), dieciséis musulmanes y dieciséis cristianos. Ignacio Ellacuría, rector que fue de la UCA de San Salvador, en El Salvador, y reconocido maestro, planteó la necesidad de combatir tanto el individualismo como el positivismo.
Personalmente, como Delegado de Cultura por parte de la Junta de Andalucía, en aquellos tiempos, puedo dar fe de algunas conclusiones que el conjunto de participantes de reconocido prestigio internacional hizo constar, estableciendo lo siguiente: “El mundo actual está amenazado por un suicido planetario:
1º) El positivismo ha hecho de la Ciencia y de la Técnica fines en sí mismos; ya se trate de la nuclearización que concede al hombre los medios para destruir la especie o se trate de la manipulación genética que la pone en riesgo de degradación, pues los descubrimientos más notables de la Física y la Biología se han convertido en peligros.
2º) El individualismo, al rechazar la existencia de valores absolutos, transforma a nuestras sociedades en una jungla en la que se enfrentan ciegamente individuos, grupos y naciones, así como las distintas voluntades de poder y de crecimiento que conducen al reino del miedo y del terror.”
Estimaron, además, que los principios abrahámicos de trascendencia y de la “escucha de Dios” implican el respeto de los valores éticos y del sentido de la comunidad, es decir, la consciencia de que cada uno es responsable y solidario del destino de los otros, pudiéndoles inspirar respuestas a esos peligros. Por ello, partiendo de una toma de conciencia colectiva, hicieron un llamamiento a la consciencia respecto a tres hechos fundamentales:
1. La guerra inacabada de 1945. ¿Por qué? Puesto que desde 1945 hasta 1987 se contabilizaban 40.000 seres humanos muertos en conflictos en el Tercer Mundo y por medio de armas, la mayoría de las veces facilitadas por las grandes potencias.
2. La segunda guerra mundial causó 60 millones de muertos en cinco años, pero en la actualidad de 1987 son ochenta millones de seres humanos los que mueren cada año por hambre y malnutrición, mientras que los países occidentales no consiguen dar salida a la producción agrícola.
3. La deuda del Tercer Mundo ha alcanzado tal nivel que las exigencias de las grandes potencias llevan a la vez a la asfixia del Tercer Mundo y al fracaso material y moral de Occidente, por la destrucción de los mercados sobre los que se basa el sistema actual.
Consecuentes con dicho análisis, en el Primer Encuentro Abrahámico, se formularon las siguientes demandas y observaciones:
A) Restaurar las Instituciones Internacionales dentro de un espíritu de auténtica solidaridad y de igualdad entre todas las naciones, lo que implica , dentro de las Naciones Unidas, la supresión del “derecho de veto” de los Grandes, vestigio del colonialismo histórico.
B) Censurar toda forma de terrorismo, denunciando también la hipocresía que condena como terrorismo la violencia de los débiles, al tiempo que se denomina “lucha contra el terrorismo” la violencia sistemática de los más fuertes.
C) Clarificar que la violencia fundamental de nuestro tiempo es la violencia institucional de la injusticia sistémica cometida con los humillados y oprimidos. La segunda violencia, dirigida contra la primera, es revolucionaria. La tercera, la represiva, está dirigida contra la segunda. Pero la hipocresía consiste en condenar únicamente la segunda. "
La actualidad de aquel Primer Encuentro Abrahámico queda hoy patente en las recientes reflexiones de Federico Mayor Zaragoza, publicadas en Other Neuws, el día 5 del presente mes de noviembre, 2020, de las que transcribo lo siguiente:
“Reflexionando durante el confinamiento por la pandemia COVID-19... los emigrantes y refugiados... la incapacidad de hacer frente a las catástrofes naturales (incendios, inundaciones, terremotos...)... el tráfico de personas, drogas... el acoso de poderosos medios de comunicación controlados, "la voz de su amo"... los rebrotes de fanatismo, supremacismo, dogmatismo... la globalización de la indiferencia y la ignorancia... una economía basada en la especulación, deslocalización productiva y guerra (no me canso de repetir que cada día se invierten en armas y gastos militares más de 4.000 millones de dólares al tiempo que miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad, mueren de hambre)... en la catástrofe democrática que observamos en las elecciones estadounidenses... y en la Unión Europea donde las decisiones deben adoptarse por unanimidad (¡)... nos damos cuenta del deber de memoria y de los deberes esenciales con las generaciones venideras, para promover, con grandes clamores populares (ahora que no hay excusa, porque "Nosotros, los pueblos" tenemos voz y somos todos iguales en dignidad) las transiciones inaplazables de una cultura de imposición, dominio y guerra a una cultura de encuentro, conversación, conciliación, alianza y paz, de la razón de la fuerza a la fuerza de la razón, del autoritarismo a la democracia genuina.
Sí: ha llegado, por fin, el momento de la rebelión pacífica pero firme, de los países incorporados e implicados en el multilateralismo democrático, de unas Naciones Unidas refundadas y dotadas de los medios personales, técnicos, financieros y de defensa adecuados.”
Me parece lógico agradecer los comentarios positivos que me llegan. Alguno dice que desconocía el importante encuentro abrahámico de Córdoba pero que ha sido una suerte tener conocimiento de ello en estos momentos en que se siguen dando pasos en la "transformación intercultural"... Salud para todos
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