Tal como nos recuerda Federico Mayor Zaragoza, la Educación (y
los educadores) deben situarse más allá de ideologías y creencias partidistas o
religiosas. Lo primero y principal es el acceso a la Educación, en sus
distintos niveles de aprendizaje. Pero, además, es fundamental educar para ser
libres, educar para ser capaz de pensar por sí mismo, y educar en el respeto.
Esa es la doble tarea humana, ambas esenciales, para garantizar la dignidad, y
construir la paz y la convivencia.
Tras afirmar que la educación es,
como la justicia, la sanidad y la ciencia, tema supra-partido político, que se
dirige a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna, y que no puede
concebirse desde ideología, creencia e identidad cultural alguna, dice mayor
Zaragoza:
“La educación para la paz es un campo
específico pero forma parte del desafío educativo propio de una "aldea
global" asimétrica, cuyas disparidades en lugar de reducirse se están
ampliando. Millones de niños y jóvenes no acceden a los niveles mínimos de
aprendizaje en muchos países del mundo. La educación para la paz debe incluir
la educación para la democracia, la justicia, el desarme, los derechos humanos,
la tolerancia, el respeto a la diversidad cultural, la preservación del
ambiente, la prevención de los conflictos, la reconciliación, la no
violencia y la cultura de paz." ¿Para qué? "Para hacer posible la transición histórica de la
razón de la fuerza a la fuerza de la razón” (ver el artículo que se titula “Cuestión esencial: la Educación, educadores”, publicado en eldiario.es, el día 3 de febrero del año en curso).
¿Cuál es el objetivo de la
Educación? Ser responsables y libres. En la creación de la Universidad de
Huelva, con vocación y relaciones abiertas a tres mundos –como ya dijera Juan
Ramón Jiménez-, retomamos como objetivo el tradicional “sapere aude” (atrévete a saber), es el reto de orientar la propia
vida, el reto de construir creativamente, pensando, forjando espacios de
convivencia, de diálogo, de paz, de transformación solidaria. Ese sigue siendo
nuestro objetivo.
Más allá de ideologías y
creencias partidistas o religiosas, asumamos el reto de la esperanza, el reto
del diálogo y la convivencia armónica. Es vital para la plenitud humana.
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