En el contexto de
cuanto acontece en el momento histórico presente, cabría preguntarse sobre
dónde nos encontramos quienes transitamos de la Dictadura, en España, hacia el
Estado Social y Democrático de Derecho.
Siendo parte de la Unión Europea, y, tras la declaración
institucional del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez (del 15 de febrero del
año en curso), que nos convoca a elecciones generales el 28 de abril, parece
importante no sólo saber dónde nos encontramos, tras cuarenta años de
democracia formal, sino saber hacia dónde queremos encaminarnos.
Formalmente se nos dice que son logros actualizados en los
últimos nueve meses: a) un crecimiento económico respetuoso con el Medio
Ambiente y con la creación de empleo digno más estable, respetuoso con los
mayores y atento a las exigencias de la juventud; b) la reconstrucción del
Estado de Bienestar, dando prioridad a la conjunción de libertad e igualdad,
salud universal, educación y servicios sociales; y c) haberse reforzado las
instituciones democráticas y respetar la división de poderes: legislativo,
ejecutivo y judicial.
¿Qué ha ocurrido, sin embargo, con ciertas tendencias
catalanistas? ¿Por qué fragmentarse? ¿Por qué tanta crispación cuando se
necesita diálogo, encuentro y consenso constructivo en España, en Europa, y en
las relaciones internacionales y de cooperación?
Responder a estas preguntas no es nada fácil. La realidad,
además de dinámica es compleja e histórica. Personalmente prefiero mirar hacia
un horizonte de entendimiento, unión y fortaleza para el Bien Común y el
Interés General de toda Comunidad Humana.
En el grupo de Senatus
Trianae, he expresado que durante los últimos nueve meses hemos vivido una
especie de “espejismo”.
La escasez social desértica, los recortes económicos y la
necesidad de un poco de agua para aliviar la andadura, nos hizo vislumbrar un
oasis que, de pronto, nos ha remitido a un horizonte más lejano. La España de
la próxima década, de una nueva generación, y de un renovado bienestar
socialdemócrata pasa a ser ese nuevo horizonte, alcanzable pero distante
todavía del punto en el que nos encontramos.
¿Qué debemos hacer? Esa es la pregunta no sólo respecto al
horizonte alcanzable sino también respecto al quehacer diario de nuestro
momento histórico, inmersos como estamos en un mundo cada vez más global.
Parece que lo lógico sería avanzar hacia una España mejor
cohesionada social y territorialmente, siendo solidarios ad intra y ad extra, muy
especialmente en pro de un desarrollo integral comunitarista, capaz de conjugar
la libertad real con la igualdad real ante la ley, ante las posibilidades de
realización, ya sea respecto a necesidades básicas como respecto a exigencias
que garanticen derechos humanos que deben ser fundamentales en cuanto al
trabajo, la salud, la educación, la convivencia familiar, y la dignidad de toda
persona humana. Avanzar en España, avanzar en Europa y avanzar en opciones
históricas de nuestro Sur, Sur Oeste, pero también en el conjunto de la gran
Comunidad Humana, dispersa por los cuatro puntos cardinales.
Desde nuestro punto de vista, como indica el artículo 6º de
la Constitución Española, los partidos políticos expresan el pluralismo
político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son
instrumento fundamental para la participación política. Pero su creación y el
ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a
la Ley. Es más, su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos.
¿Cuál puede ser nuestra brújula que nos oriente hacia el
nuevo horizonte, alcanzable?: La brújula la tenemos en el Preámbulo de la
propia Constitución.
En nuestro camino ya orientado, necesitamos de la cohesión
social y de la cohesión territorial para conservar y preservar la unidad de
España. Necesitamos, además, garantizar la convivencia democrática dentro de la
Constitución. Para ello, es fundamental seguir consolidando el Estado de
Derecho y proteger a toda persona española y no española, a toda persona, a
todos los pueblos de España, a todos los pueblos lejanos o próximos –puesto que
nada humano nos es ajeno-, y necesitamos promover el progreso económico y
cultural, propios de una sociedad democrática europea y avanzada.
Finalmente, necesitamos
colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz
cooperación internacional entre todos los pueblos de la Tierra. Ese es nuestro
horizonte constitucional.
No se nos olvide, transmito desde nuestro grupo Senatus Trianae: “España, como Estado
Social y Democrático de Derecho propugna los valores superiores de su
ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político. Los poderes del Estado emanan del pueblo español en quien reside la
soberanía nacional (ver art. 1º, 1 y 2). “
¡Nunca más tendencias
totalitarias!
No a las tiranías ni a los totalitarismos, ya sean estatales o de
libre mercado del capitalismo global; sí a las relaciones humanas e
institucionales pacíficas y al desarrollo integral. Ello implica, sin duda, la Unión Política
Europea así como la renovación, actualización y reconocimiento de una autoridad
mundial en Naciones Unidas, sin vetos ni privilegios de los más poderosos en
detrimento de los más débiles. Importa, ante todo y sobre todo, la convivencia
y el desarrollo integral de toda la Comunidad Humana.
Querido tocayo:
ResponderEliminarGracias por tus artículos. Sabes que coincidimos plenamente y que navegamos en la misma dirección. JE
Muchas gracias por la reflexión que me remites al correo sobre la cuestión territorial y el momento que vivimos, en la que se dice, a fin de cuentas: "En cualquier caso, hemos de continuar trabajando por la reconciliación y seguir midiendo las
ResponderEliminardeclaraciones públicas en una sociedad que tiende a la polarización y absolutiza afirmaciones y
posicionamientos."