jueves, 25 de mayo de 2017

TERMINA MAYO

      Termina mayo. Van concluyendo no pocas actividades (sociales, políticas, universitarias), tradiciones lugareñas, romerías de las fiestas de Pascua... y, aunque dice el refrán: "hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo",  tenemos ya el calor y la calor que nos obliga a beber un poco más para refrescar un poco.  Observar las estrellas y contemplar las fases de la Luna no va a ser suficiente. Conocerse a sí mismo y reconocerse o reconocer a los demás seguirá siendo una tarea virtuosa y útil para la convivencia y el "bien être".
          Estos días pasados sometí al grupo Senatus Trianae una reflexión sobre la necesaria conjunción entre el sentido de lo común que parece transmitir el libro Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI y el sentido democrático que teníamos los que vivimos en directo la Transición Española, pero que ya en 2008 el profesor Giovanni Sartori nos invitaba a retomar en su libro: La democracia en 30 Lecciones.
          En esa conjunción de lo que es Patrimonio  de toda persona y de toda comunidad y el sentido de lo que debe ser la Democracia es donde nos estamos debatiendo ahora, tras nubarrones y lluvias, pero ya apretando el calor y la exigencia de nuevas respuestas.   
          Desde que de joven leyera a Kant, fijándome especialmente en su opúsculo  La paz perpetua, me parece -y me lo ha parecido en repetidas ocasiones- que hay un sentido federal integrador y solidario, desde lo local a lo global pasando por lo regional (o europeo, si se quiere), que es lo que nos pone en el camino de la sabiduría política, pero que empieza por conocerse y reconocerse a sí mismo, y en conocer y reconocer a los demás. La "Teoría del Caos" y  el denominado "Conflicto de Civilizaciones" me parecen creaciones y constructos perversos de nuestra inteligencia incapaz de sincerarse consigo mismo y de descubrir lo que de más humano y solidario existe en las personas y las comunidades que habitamos el Planeta Tierra.  
      Considero, pues,  que nos enfrentamos a grandes retos de más y mejor democracia -no sólo formal sino real-, con la exigencia de respetar lo que es patrimonio y derechos inalienables comunes. Necesitamos de una Nueva Cultura, de un renovado sentido federal y confederal integrador y solidario que haga de la Comunidad Humana el sujeto por excelencia de la Historia.
          Es verdad que vivimos momentos de gran incertidumbre, pero el desarrollo ya no puede seguir siendo el desarrollo económico de los poderosos sino el desarrollo equitativo, de justicia, de libertad e igualdad (incluyendo activamente la promoción de la mujer en igualdad de derechos); y la paz, la paz -frente a la economía de la guerra, pero también la paz en la convivencia y el día a día-; la ciudadanía..., y el desarrollo de la necesaria participación activa, voluntaria, personal y colectiva tanto en lugar de origen como en lugar de estancia y quehacer diario o en el lugar de trabajo, lugar a veces lejano o inhóspito.
          Vivimos, en efecto, momentos críticos de incertidumbre pero empiezan a vislumbrarse signos positivos de una nueva realidad histórica que camina hacia una Nueva Humanidad.        



1 comentario: