Dice el maestro José Ellacuría que Epifanía (epifaneia) significa manifestaciones; y que, originariamente significó
la primera luz que aparece en el horizonte antes de salir el sol. Esa luz se
tomó como símbolo que la iluminación espiritual en todas las religiones; por
eso la luz viene siempre de Oriente. Hoy, esa luz es fuente de energía.
Añade el maestro, en su comentario referido a este día, que el nacimiento de Jesús, se celebró al principio el día 6 de enero, es decir, hoy, entendiendo que toda manifestación divina tiene que ser universal. Posteriormente, en la Iglesia Católica Occidental la fiesta de la Natividad se comenzó a celebrar el 25 de Diciembre, para
suplantar la fiesta pagana del sol. En Oriente se sigue celebrando la Navidad el día 6 de Enero.
Por ello, al celebrarse en Occidente la
Natividad de Jesús el 25 de Diciembre, se reservó la fecha
del 6 de Enero para celebrar las Epifanías, que incluía el Bautismo de Jesús en el Jordán y
las Bodas de Caná.
Estas cuestiones históricas, a veces objeto de polémica, e incluso de enfrentamientos religiosos, no deberían difuminar ni menos eclipsar un significado especial de universalidad. En efecto, al igual que el sol nos alumbra a todos, el sentido de que todos los seres humanos formamos una gran fraternidad o Comunidad Humana puede alumbrar la posibilidad de una Nueva Era si nos encaminamos, con esperanza, hacia esa estrella del Bien Común y de una Vida Nueva para toda la Humanidad, es decir, para toda persona, sin distinguir raza, sexo, condición, situación o poder.
La Epifanía, el sentir la luz solar, la razón y el corazón, o la luz divina, en el interior de nosotros mismo, es como un gran reto de construcción histórica en la que lo importante es lo que queda por hacer: revertir el sentido de la Historia para el Bien de toda la Humanidad. La presencia de pastores en un simple portal, ante un recién nacido,la presencia de seres vivos de nuestra cultura agraria, y la presencia de dones variados, o el reconocimiento y adoración de los poderes fácticos (sabios, magos, sacerdotes o reyes) no es sino una llamada a supeditar y sacrificar las egolatrías y las jerarquías patriarcales en beneficio de la colectividad y la Casa Común, donde todo ser vivo puede convivir en paz y armonía, y donde todas las personas, unidas a la Naturaleza, pueden conformar y constituir el futuro de la Comunidad Humana. Lo débil, nuestra realidad limitada, puede transformarse en potencialidad comunitaria y trascendente para el conjunto de toda la Humanidad.
Si pensamos, como sugieren personas normales y corrientes, que nuestros mejores magos son dos: nuestra madre y nuestro padre, pero también abuelos y abuelas... y otros familiares, ¿a que tanta traba y frontera? ¿quién no tiene un padre y una madre...? ¿Qué sentido tienen las nacionalidades que nos separan? ¿Qué sentido tienen las desigualdades por motivo de raza, sexo, religión, ideología, condición o situación?
La Epifanía es una fiesta revolucionaria que exige una evolución responsable. Lo importante, como descubriría en su día un tal Pedro, discípulo de Jesús, es no hacer acepción de personas y practicar el amor y la justicia. El sol que nos ilumina es en la actualidad fuente de energía, y de energía transformadora.
Si pensamos, como sugieren personas normales y corrientes, que nuestros mejores magos son dos: nuestra madre y nuestro padre, pero también abuelos y abuelas... y otros familiares, ¿a que tanta traba y frontera? ¿quién no tiene un padre y una madre...? ¿Qué sentido tienen las nacionalidades que nos separan? ¿Qué sentido tienen las desigualdades por motivo de raza, sexo, religión, ideología, condición o situación?
La Epifanía es una fiesta revolucionaria que exige una evolución responsable. Lo importante, como descubriría en su día un tal Pedro, discípulo de Jesús, es no hacer acepción de personas y practicar el amor y la justicia. El sol que nos ilumina es en la actualidad fuente de energía, y de energía transformadora.
Este artículo se leyó y comento en el grupo de Vida Sencilla, en Sevilla, el día 7/02/2017. ¡Gracias!
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