Leyendo a la Doctora Odile Fernández Martínez, que considera el cáncer como "un delincuente que se puede reinsertar en la sociedad", renace la esperanza -con fundamento científico- de luchar contra el estrés oxidativo, los tóxicos ambientales, y los nutrientes negativos.
En su libro MIS RECETAS ANTICÁNCER, habla la doctora de los alimentos anticáncer que cualquier deontología dietética convendría que tomara en consideración para los correspondientes ejercicios prácticos: algas, setas, frutas del bosque, granada, cítricos, semillas de lino, cúrcuma, jengibre, hierbas y aromáticas, apiáceas, probióticos, crucíferas, ajo y cebolla, té verde, vino tinto (con moderación) y uvas negras, aceitunas y aceite de oliva; nuez, almendra, avellana, semillas de girasol, calabaza y sésamo; 20 gramos al día de chocolate negro; vitamina D, manzana roja, lentejas, garbanzos, judías y guisantes; ciruela, melocotón y nectarina; espárragos, y vegetales de hojas verdes.
También se enumera lo que debe evitarse: consumo de alcohol, tabaco, y bebidas gaseosas azucaradas; salazones, ahumados y frituras; alimentos procesados o con conservantes artificiales; excesivo consumo de carnes rojas, embutidos y carne procesada; azúcares (salvo el azúcar de coco...); harina blanca de trigo y alimentos refinados (a sustituir por productos integrales); y el consumo frecuente de lácteos y café (mejor tomar bebidas vegetales como la leche de almendras). Además, se invita a elegir frutas y verduras de temporada.
En otra publicación, recuerdo que la autora, que venció en 2010 un cáncer de ovario con metástasis, recomienda la meditación como modo de autocontrol de la mente, con el fin de lograr serenidad, silencio, relax y sentimientos y energías positivas del conjunto psicofísico que es nuestro ser humano.
Muchas son las exigencias, pero mayores los beneficios en una sociedad en la que las cifras de cáncer son alarmantes: una de cada cuatro mujeres y uno de cada tres hombres enferman en el mundo occidental de cáncer.
El tema tiene su parecido con la corrupción social y sistémica en la que vivimos. La esperanza de combatir tales enfermedades requieren serenas decisiones, dietas adecuadas, firmeza, fortaleza, constancia y ejercicio físico moderado frente al descontrol y el desenfreno.
Felicidad y placer moderados eran objetivos de la Ética de Epicuro, olvidado o tergiversado. Conviene recordarlo. Con la moderación dietética y la prudencia, con la serenidad y el autocontrol, renace la esperanza en la lucha contra los males físicos, psicofísicos y sociales, e incluso políticos.
La Doctora Odile Fernández, en su GUÍA PRÁCTICA PARA UNA ALIMENTACIÓN Y VIDA ANTICÁNCER nos dice: "El cáncer se puede prevenir con una correcta alimentación, practicando ejercicio físico de forma regular y manteniendo un peso adecuado, así como procurando tener el mayor bienestar emocional posible".
Mente, voluntad y corazón tienen que ir de la mano, con fortaleza y esperanza.
La Doctora Odile Fernández, en su GUÍA PRÁCTICA PARA UNA ALIMENTACIÓN Y VIDA ANTICÁNCER nos dice: "El cáncer se puede prevenir con una correcta alimentación, practicando ejercicio físico de forma regular y manteniendo un peso adecuado, así como procurando tener el mayor bienestar emocional posible".
Mente, voluntad y corazón tienen que ir de la mano, con fortaleza y esperanza.
No sé de la existencia de estudios que puedan confirmar esta propuesta de dietas pero lo que sí tengo claro es que son dietas saludables en general y que el ejercicio físico y control del peso junto a una alimentación sana permiten una calidad de vida con capacidad de combatir amenazas de salud y si añadimos la adecuada vida emocional es posible que todavía potencie más la salud. ¿Qué les pasa a los políticos? ¿Tienen una vida sana y una alimentación adecuada? ¿Realmente se encuentran emocionalmente equilibrados?
ResponderEliminarEs cierto que, como tú dices "requieren serenas decisiones, dietas adecuadas, firmeza, fortaleza, constancia y ejercicio físico moderado frente al descontrol y el desenfreno" yo añadiría que para ello las decisiones que tomen han de ser coherentes con lo que piensan y en respuesta a las demandas de la sociedad, sin dar la espalda al pueblo después de arrancarles el voto y tratar por igual a los que les votan y a los que no les votan. Si bajasen a una actuación más en consonancia con las necesidades y sin tanta ficción teórica viviríamos con un peso equilibrado, sin azúcares, más ágiles y con ricas frutas.
¡Qué bueno! El libro al que hago referencia merece la pena leerlo. Yo lo he hecho en circunstancias especiales... (por la situación de "tránsito" de Carmen) pero me ha venido como un regalo que aúna al humanismo la ciencia y la dietética de la salud.
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