El Tratado de libre comercio (TTIP) entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (EEUU) se está fraguando en un contexto de opacidad impropio del sentido democrático abierto. Una vez más, produce desencanto que la liebre económica vaya corriendo muy por delante de la tortuga política.
Algunos compañeros, a quienes respeto, consideran que es una apuesta por el crecimiento y el empleo. Pero yo no veo, en lo que conozco, que vaya en el sentido del desarrollo humano y la Justicia, en un mundo que exige cada vez más solidaridad global y no sólo circulación libre de mercancías, sino también de personas y recursos humanos.
El objetivo es, al parecer, eliminar barreras comerciales entre EEUU y la UE, así como simplificar la compraventa de bienes y servicios entre estos dos espacios. Se dice que se incrementarán en España tanto el PIB como los nuevos puestos de trabajo. Se quiere una sólida economía transatlántica. Pero ni se habla de la destrucción de empleos ni se habla de otros países atlánticos de América Latina y de África. Por lo que cabe preguntarse en qué se va a beneficiar la economía mundial. Sin duda alguna se beneficiará más el sector del automóvil que el sector humano migratorio.
Conviene ver lo que ya se advertía a primeros de mayo en
Conviene ver lo que ya se advertía a primeros de mayo en
Una vez más, se trata de un proyecto liberalizador pero no liberador, se trata de una opción mercantilista pero no de construcción de la Europa Social Solidaria.
La UE tiene un problema de futuro en su construcción actual. ¿Vamos realmente hacia una Confederación de Estados? ¿Se sigue creyendo en el proyecto de los Urales al Atlántico? ¿Queremos reforzar las relaciones internacionales con el Sur y el Sur-Oeste? A todos estos interrogantes, lamentablemente, parece que hay que responder con un NO. ¿Cómo avanzar entonces?
Quizás haya que remontarse a 1948, a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El espíritu mercantilista vino después, en el Tratado de Roma de 1957. En la actualidad, tenemos varios problemas: el debate hegemónico entre el Reino Unido (que no está integrado en el euro) y Alemania, que va por delante de Francia en la UE. Para España, entrar en Europa fue como cobrar oxígeno..., después vino el endeudamiento, y el repunte de los nacionalismos a pesar de la globalización cada vez mayor del mundo contemporáneo. Añadamos las altas tasas de paro y la crisis económico-financiera y de valores, la puesta en entredicho del Estado de Bienestar, y las disparidades crecientes entre zonas ricas y zonas más pobres. Formamos parte de los denominados PIGS (en inglés, cerdos): Portugal, Italia, Grecia, y España. Nuestras Universidades no alcanzan el nivel deseado y, además, se ha prestado poca atención a la Formación Profesional. ¿Cuál va a ser el futuro de este Sur Europeo?
No nos valen demasiadas alegrías. El crecimiento continuo no parece que sea el modelo de desarrollo futuro. El desarrollo humano futuro pasa, velis nolis, por la solidaridad... como el envejecimiento de hecho sólo es superable por la mixtura, en la que sí tenemos experiencia los españoles.
Se impone concebir socialmente, políticamente, cuál deba ser la estructura económica y de gobierno más conveniente para la UE, evitando problemas añadidos propios de la lucha y enfrentamiento de civilizaciones.
Ante todas estas realidades, que nos condicionan en el quehacer cotidiano, negociar -para su simple ratificación- un Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE, a espaldas de la sociedad da la sensación de ser más una afrenta a la democracia europea y a la norteamericana que un aporte valioso en la supuesta salida de la crisis económico-financiera. Favorecer a las multinacionales no es automáticamente beneficiar a la Comunidad Humana.
El tema del TTIP entre EEUU y la UE requiere, al menos, un debate, una transparencia, y un mayor conocimiento de sus implicaciones, antes de que se tomen decisiones de trascendencia mundial.
Pepe: Mira lo que dice Federico Mayor Zaragoza: "Desarme para el desarrollo: así de sencillo. Para ello son necesarias unas Naciones Unidas refundadas con urgencia. La solución existe. Falta el coraje y liderazgo para aplicarla. Antes la voz del pueblo no podía alzarse. Ahora sí. El clamor popular logrará los cambios que la humanidad reclama con urgencia." Esos son los Tratados Internacionales que hay que promover urgentemente
ResponderEliminarPG
Leí tu texto sobre el TLC EEUU-UE y estoy de acuerdo con tus planteamientos. Por acá abajo sabemos algo de los "telecés" y sus estragos.
ResponderEliminarCM
Lo que dices me parece muy bien, aunque yo reconozco que no estoy siguiendo nada de ese tema entre EEUU y Europa
ResponderEliminarES
En estos temas mayores, pero también en los de menor calado, me parecen exigencias básicas las siguientes: 1) fortalecer la praxis política; 2) potenciar la participación democrática efectiva; 3) defender los valores de la "Res Publica" en todos los ámbitos sectoriales; 4) hacer valer las ideas políticas de proyección social solidaria; 5) incidir en la sociedad, desde el análisis objetivo, en la transformación de la realidad; 6) luchar contra las desigualdades estructuralmente injustas sumando y no restando; 7) hacer valer la ética de la responsabilidad, con esperanza, en pro de la libertad de todos y en favor de quienes más necesidades tienen.
ResponderEliminarPepe: En el Suplemento del Cuaderno n. 194 de C.J., www.cristianismeijusticia.net, del mes de junio 2015, viene una explicación sobre qué es el Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), sobre los peligros para los pueblos de Europa (sobre todo mayor desempleo y posibles beneficios de empresas multinacionales a costa de los Estados, así como modificación del etiquetado en relación con la industria agroalimentaria europea más estricta que la de Estados Unidos), y si estamos a tiempo o no de frenar o detener el TTIP
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