Las recientes elecciones municipales y autonómicas, celebradas el domingo 24 de mayo, muestran un nuevo tiempo para la cultura política. Del enfrentamiento visceral se tendrá que ir pasando al debate racional para buscar consensos y favorecer la mejor convivencia posible en las distintas comunidades.
En las campañas orquestadas por los medios de comunicación han primado los debates de disputa, combate y guerra. También han aflorado debates de controversia, conflicto y competitividad. Pero ha escaseado sobremanera el debate en torno a diagnósticos, análisis y deliberaciones. Todo se ha producido lejos del debate constructivo de consenso en pro del interés general y de la transformación social que mira por el Bien Común.
No obstante, ahora, ante los resultados, aunque "la cabra tire al monte", hay que recordar ciertos conceptos claros respecto a la cultura, y hay que materializar debates de consenso para hacer posible la gobernabilidad y la convivencia en las mejores condiciones posibles.
La cultura engloba valores y actividades útiles para el ser humana en su relación con la naturaleza y con la comunidad. La cultura goza también de los espacios verdes (que algunos consideran poco útiles, aunque de hecho sean muy valiosos); y goza de la belleza, de la limpieza, del orden... (a pesar de nuestros instintos destructivos). La cultura abarca el cultivo de actividades psíquicas superiores y las tareas intelectuales, científicas, técnicas y creativas... Ahora bien, el rasgo distintivo de la cultura, como ya afirmara Freud (en su libro El Malestar de la Cultura), es el modo y la capacidad que tenemos los seres humanos de reglar y normalizar la convivencia. De ahí la exigencia del Derecho. De ahí la exigencia de debatir para negociar, consensuar y construir.
Es absolutamente necesario retomar, en este tiempo, la cultura del debate constructivo y de consenso para mejorar la realidad de la comunidad humana.
Difícil regenerar España con recelos, resentimientos, desconfianza, desencanto y descontentos, además del contexto de crisis económica prolongada. Será difícil adoptar actitudes positivas de diálogo y entendimiento.
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