Un viejo amigo habla, en este momento histórico de graves tensiones, desajustes, desigualdades y corrupción, de "Desvergüenza" respecto al "todo vale" o "salga el sol por Antequera" que parece dominar la escena política del Gran Teatro de España, que no lleva camino de terminar... Vivimos tiempos en los que a uno le puede la tristeza. Coordinarse las distintas fuerzas políticas y componer la partitura de la Constitución de 1978 no fue trabajo fácil. Pero la interpretación musical ya desafina demasiado. ¿Qué hacer?
Se requieren nuevas fuerzas, nuevo espíritu de consenso, y una transformación constitucional, personal y comunitaria que ponga a las cosas, las finanzas y las personas en su sitio. De lo contrario, por arte de magia, el "Dios Mamón", aliado de la debilidad humana, nos va a hacer pedazos la obra construida con dificultades de una Democracia ya más formal que real.
En esa tesitura, recurro a una clave poética, deseoso de restablecer, en situaciones límite, el principio de la dignidad humana:
Allá vivo yo,
buscando la dignidad,
sin apenas intensidad de luces.
Allá, muy lejos,
en el límite
del horizonte,
audible y visible,
pero pensable.
Vivo entre los mares,
entre los ríos,
por las montañas;
en las ciudades,
en las ciudades,
en las fronteras
de tantos mundos
que nos separan,
con esas vallas mortíferas,
repletas de pájaros;
con aquellos muros caídos
del Este,
del ochenta y nueve,
de los mártires,
del maestro Ignacio
allá en la UCA.
Ellos...tan libres,
nosotros tan esclavos
del Dios Mamón.
Vivo tan lejos,
que en la alambrada muero,
con mis mejores sueños...
Pero muero con ellos,
con los mártires
testigos de la vida.
con los mártires
testigos de la vida.
Recomiendo la lectura
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