En una prolongada noche de años, Zapata Tamayo, albañil y plomero de raza negra, tras un calvario de prisiones y setenta días de huelga de hambre, fallece el 23 de febrero, en pleno día, poniendo en evidencia el lado oscuro, dictatorial e inhumano, del Régimen Castrista, primero liberador, frente al dictador Fulgencio Bautista (en 1959), y después, a pesar de la revolución socialista y sus políticas sociales, de férreo control y privación de libertades -como ya denunciaran en tiempo los ricos cubanos de Miami, al parecer con escasa autoridad moral-.
La muerte prematura de Carlos Montemayor, acaecida la madrugada de ayer en esta capital, trasciende el ámbito de lo personal: se trata de una grave pérdida para el país en varias de sus dimensiones, y deja una ausencia irremediable en uno de los peores momentos de México.
Al ensayista, tenor, literato, traductor, investigador, lingüista, articulista, promotor cultural y luchador por la justicia social, los derechos humanos y las culturas indígenas, se le echará de menos en los terrenos correspondientes, en todos los cuales dejó obra trascendente. Fue, a su manera, un espíritu renacentista actuante entre los siglos XX y XXI.
En este mismo mes de febrero, el día 27, se interrumpió el sueño nocturno en la zona central de Chile (con el epicentro cerca de la ciudad de Concepción) por causa de un fuerte seismo de 8,8 grados de intensidad, que provocó de inmediato 147 muertes y cientos de heridos de distinta consideración.
Ayer mismo, dejó de existir un maestro: Carlos Montemayor. Sobre las guerrillas de los años sesenta y setenta destacan su libro Guerra en el paraíso y Los informes secretos. El primero se considera de ineludible lectura para quien quiera entender y comprender la historia más reciente en México.Un estudioso del movimiento zapatista, admirador de Carlos Montemayor me manda lo siguiente:
Montemayor, imprescindible
La muerte prematura de Carlos Montemayor, acaecida la madrugada de ayer en esta capital, trasciende el ámbito de lo personal: se trata de una grave pérdida para el país en varias de sus dimensiones, y deja una ausencia irremediable en uno de los peores momentos de México.
Al ensayista, tenor, literato, traductor, investigador, lingüista, articulista, promotor cultural y luchador por la justicia social, los derechos humanos y las culturas indígenas, se le echará de menos en los terrenos correspondientes, en todos los cuales dejó obra trascendente. Fue, a su manera, un espíritu renacentista actuante entre los siglos XX y XXI.
Destacan, en particular, su labor de rescate, difusión y fortalecimiento de la literatura en lenguas indígenas; su fusión de virtudes académicas y narrativas, que cuajó en la novelaGuerra en el paraíso –en la que plasmó parte de la historia de las organizaciones político-militares que, en los años 70 del siglo pasado, pretendieron transformar la realidad nacional por medio de las armas–, y su papel en la disuelta Comisión de Intermediación entre el gobierno federal y el Ejército Popular Revolucionario (EPR), al lado de Miguel Ángel Granados Chapa, Samuel Ruiz, Juan de Dios Hernández Monge, Enrique González Ruiz, Rosario Ibarra de Piedra y Gilberto López y Rivas.
Montemayor, además de investigador, erudito, creador literario e intérprete operístico, era un hombre consciente de las lacerantes injusticias que padecen desde siempre las mayorías depauperadas y que se han profundizado y extendido en forma alarmante en las tres más recientes décadas, como resultado de la implantación del modelo económico neoliberal y de la pérdida de rumbo por el grupo que detenta el poder público. Esa conciencia lo hizo mantenerse en contacto inmediato con las luchas sociales que han sido la expresión de las mayorías depredadas y las minorías oprimidas ante el avance de los intereses privatizadores, la descomposición institucional y los amagos autoritarios y antidemocráticos.
Montemayor, además de investigador, erudito, creador literario e intérprete operístico, era un hombre consciente de las lacerantes injusticias que padecen desde siempre las mayorías depauperadas y que se han profundizado y extendido en forma alarmante en las tres más recientes décadas, como resultado de la implantación del modelo económico neoliberal y de la pérdida de rumbo por el grupo que detenta el poder público. Esa conciencia lo hizo mantenerse en contacto inmediato con las luchas sociales que han sido la expresión de las mayorías depredadas y las minorías oprimidas ante el avance de los intereses privatizadores, la descomposición institucional y los amagos autoritarios y antidemocráticos.
El Montemayor articulista honró estas páginas con sus escritos. Para La Jornada, su muerte es la pérdida irreparable de un amigo y de un colaborador excepcional, y este diario expresa solidaridad y afecto a sus familiares.
En el México de hoy, el poder político en todos sus niveles se ejerce con ineptitud, faccionalismo y patrimonialismo en grados nunca vistos, y se hace presente el riesgo de que este proceder termine por generar estallidos sociales e ingobernabilidad. En esta circunstancia, la comprensión y la acción de Carlos Montemayor resultaban agudamente necesarias. Al país va a hacerle mucha falta su pasión social y su rigor analítico, su creatividad y su serenidad, su independencia y su compromiso. Se nos ha muerto un imprescindible.
En el México de hoy, el poder político en todos sus niveles se ejerce con ineptitud, faccionalismo y patrimonialismo en grados nunca vistos, y se hace presente el riesgo de que este proceder termine por generar estallidos sociales e ingobernabilidad. En esta circunstancia, la comprensión y la acción de Carlos Montemayor resultaban agudamente necesarias. Al país va a hacerle mucha falta su pasión social y su rigor analítico, su creatividad y su serenidad, su independencia y su compromiso. Se nos ha muerto un imprescindible.
Texto extraído de la editorial del diario La Jornada...
Un abrazo fuerte, un sentido pésame...
Azael Rangel López
...bicu
...bicu
Ante estos hechos, sólo me viene a la mente, y a mi propio sentir, ahondar en estas tres espesas noches agazapadas bajo el cáncer, el terremoto y la cárcel.
Quizás las propias palabras, recientes, de Carlos Montemayor nos alumbren una intuición de nuestro mañana:
"Anocheció hace algunas horas y he salido al jardín. Puedo escuchar la corriente del río a lo lejos, la abundancia de insectos nocturnos, las hojas de los árboles que se agitan. En la casa ya no tengo vino. Hacia la montaña, una parte del cielo está despejado, con numerosas estrellas. ¿Por qué parece más inmenso el cielo, si no hay luna? La oscuridad cubre árboles, senderos, colinas. Pareciera que el mundo está ocupado ahí, en la oscuridad, que el mundo ahí prepara algo más. ¿Por qué ahora parece más inmenso el silencio? Siento que el silencio algo espera. Hacia el río, la noche es más densa. En este momento no sé qué pensar. No sé si la noche es una forma de lo que yo seré. O si es un aviso de lo que debo ser... ».
Ver "Un poema de Tsin Pau
ResponderEliminar-Un nuevo poeta de la Dinastia Tang-
¡Muy interesante, tío!
ResponderEliminarY muchas felicidades a los abuelos, ¿estáis en Berlín? Un beso enorme a Ineti.
¿Ves? Unos se van y otros vienen. Es el ciclo normal, es la vida. Con la normalidad de que algunos se van obligados, otros sin saber que se van, y otros sabiéndolo. Pero todos se van, o mejor dicho, nos vamos. Y seguirán viniendo los demás. Que es en definitiva lo importante.