En la última etapa de su vida,
Ignacio Ellacuría planteaba universitariamente, de forma un tanto radical, la
posibilidad de una “Civilización del Trabajo” por contraposición a la Civilización
Neoconservadora dominante o “Civilización
del Capital”. Su “praxis” (y la de su equipo) conjunción de pensamiento y
compromiso efectivo, aunque fundamentado en el análisis de la realidad, en la Ética
y en la función liberadora de la Filosofía, fue el pretexto para segar vidas
humanas, en la UCA de San Salvador (El Salvador) –sin respeto alguno a la
dignidad inalienable de toda persona, y justo el mismo año de la caída del “Muro
de Berlín”-. Pero… ¿cuál es nuestro contexto presente, en España? ¿Cómo se
abordan los temas políticos en este sur-oeste europeo?
Desde
hace tiempo, ha venido diciendo Antonio García Santesmases que podrían
subrayarse tres tendencias, o estrategias políticas, dentro del espacio
socialista: a) el social-liberalismo, que trata de aproximarse a posiciones
conservadoras como una especie de “tercera vía”; b) la “socialdemocracia”, que
defiende los derechos económico-sociales, la regulación del mercado laboral y
los derechos al trabajo, así como el mantenimiento de los sistemas de protección
social; y c) un socialismo internacionalista más preocupado por la Casa Común,
el desarrollo sostenible, el cambio climático, el comercio responsable y justo,
y la nueva civilización de la interculturalidad y la solidaridad frente a la
civilización del capital y de la globalización economicista e individualista.
En
efecto, tal como expuse ayer, en el grupo de reflexión de Senatus Trianae, en 2013 se publicó un libro: La Filosofía ante el ocaso de la Democracia
Representativa. Pluralismo, consenso, autoritarismo. En dicho libro,
Antonio García Santesmases escribía un artículo: “Liberalismo y
socialdemocracia hoy”, que a mi modo de ver goza de total actualidad, al menos
en España.
Interesa
sobre todo la cuarta parte que trata de las opciones alternativas en el momento
actual optando, frente al impacto del neoliberalismo (ahora, además,
neoconservador y supuestamente “patriótico”), en pro del socialismo
democrático, poniendo valores de
solidaridad, civismo y moralidad encima de la mesa. Tales posiciones pueden
resumirse del modo siguiente:
- Exigencia ética y jurídica de respetar y garantizar los valores cívicos, sin fundamentalismos de tipo religioso, y con sentido laico abierto y dialogante.
- Respecto al problema y la dialéctica de los nacionalismos y las nacionalidades, hacer una nueva lectura del concepto de Nación, partiendo de la Constitución y del Estado de las Autonomías, encaminada hacia el federalismo y favorable a la interculturalidad; es decir, lealtad federal respetuosa con la diversidad, e incluso me atrevería a decir, con la transculturalidad.
- Relación no conflictiva con las personas trabajadoras inmigrantes, estableciendo políticas de integración y fomentando y preservando el vínculo moral ciudadano y de respeto a toda persona humana.
- Combatir y compensar los excesos del capitalismo y evitar los peligros de un sistema productivo depredador. Pues, en contraposición a la actividad sindical y a la escuela pública [o los servicios de salud pública y las promociones públicas de vivienda…], el neoliberalismo económico, el neoconservadurismo moral, y el neo-imperialismo internacional han ido conformando una alianza política, económica y moral extraordinariamente potente que se opone a la solidaridad y a la igualdad, a la defensa de los derechos económicos y sociales, al derecho al trabajo, a la regularización del mercado de trabajo, y al mantenimiento de los sistemas de protección social de tipo socialdemócrata.
No
obstante, además, y desde una perspectiva internacionalista, sigue siendo
actual el pensar en una opción alternativa y sistémica al actual mundo de la
globalización económica y mercantilista, individualista y poco comunitaria, ya
que el socialismo democrático no hace sino defender la exigencia del Bien Común
y del Interés General.
Siguiendo
las huellas calientes todavía de las personas que fueron asesinadas en la UCA de San Salvador mientras
descansaban tras la tarea cotidiana de prestar servicio a la Comunidad
Universitaria, por su unión y defensa de la gran mayoría pobre del país,
tenemos que postular el horizonte de una Nueva Civilización del Trabajo y la
Cultura, lo que implica poner en crisis la burocracia estancada de Naciones
Unidas, y la voluntad efectiva de refundarla con el fin de lograr la
solidaridad internacional en un desarrollo responsable, sostenible e integral
de toda la Comunidad Humana.
Un
liberal del siglo XX como Bertran Russel, en su análisis social, introdujo en
su libro El Poder, el siguiente
pensamiento práctico: “No hay esperanza para el mundo mientras el poder no sea
domeñado y puesto al servicio, no de este o aquel grupo de tiranos fanáticos,
sino de toda la raza humana, blanca, amarilla y negra, fascista, comunista y
demócrata, pues la ciencia ha hecho inevitable que todos vivan o que todos
mueran”.
Como
concluíamos ayer, en las reflexiones de Senatus
Trianae: Saludemos como positiva la posibilidad de un gobierno socialista
democrático en España.
Importa, y mucho, el diálogo y el consenso, la flexibilidad y la firmeza, el análisis económico y la praxis política, capaz de conjugar de forma coherente Ética y Derecho.
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