De acuerdo con Federico
Mayor Zaragoza, el mayor reto actual está en esta nuestra Madre Tierra, necesitada
de paz y no de guerras, de agua potable y sana alimentación para toda persona y
para toda comunidad, y de Estados con sentido federal, que garanticen la
Educación, la Salud Pública y el respeto al Medio Ambiente.
Es verdad que conmemorar el 50 aniversario del primer viaje
a la Luna nos trae grandes recuerdos. Estaba yo entonces en el Instituto
Internacional de Nkol Bisson en Yaoundé (Cameroun) y, viendo la televisión por
estos días de 1969, decían mis compañeros negro-africanos: “vous les blancs là!
Mon Dieu!” Aquellos primeros pasos por la Luna eran todo un avance científico
técnico… Pero faltaban médicos, faltaban enfermeras, faltaban escuelas; la
igualdad de la mujer respecto al hombre brillaba por su ausencia…, y sólo la
alegría de poder bailar y cantar suplía en ocasiones las carencias básicas,
combatidas por la solidaridad comunitaria.
Ahora, “las inmensas inversiones que se requieren para
repetir la hazaña en 2024 no tienen la menor justificación social ni ética”.
Por ello, cedo la palabra a Mayor Zaragoza:
Ahora, "Misión la Tierra”.
Ahora un nuevo concepto de seguridad que permita atender la calidad de vida de
tantas personas que hoy malviven en unas condiciones inhumanas, desprovistas de
lo más elemental. No me canso de repetir que es una vergüenza insoportable
desde un punto de vista ético que cada día se inviertan en armas y gastos
militares más de 4.000 millones de dólares al tiempo que mueren de hambre y
extrema pobreza miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad.
“El gran dominio” (militar, financiero,
energético, mediático), expresado a
través de los grupos plutocráticos neoliberales, solicita más dinero
para la defensa territorial… sin tener en cuenta a los habitantes de estos
territorios tan bien protegidos. Miles de efectivos humanos y técnicos para la
defensa, con una precariedad total de medios humanos y técnicos frente a
incendios, inundaciones, tsunamis, terremotos y otras catástrofes
naturales. En 2015, gracias a las
Naciones Unidas -tan marginadas por el Partido Republicano de los Estados
Unidos- y al Presidente Obama, hubo un destello de esperanza al suscribirse los
Acuerdos de París sobre el Cambio Climático y aprobarse en la Asamblea General
de las Naciones Unidas la Agenda 2030 “para transformar el mundo”.
El Presidente Trump advirtió,
inmediatamente después de su nombramiento, que no pondría en práctica ninguna
de las medidas suscritas por su antecesor.
Y silencio. Silencio de la Unión
Europea, tan insolidaria; silencio de la mayoría de los países que conforman el
sistema multilateral; silencio de las comunidades científica, académica,
artística… Silencio. Delito cómplice de silencio.
No más inversiones en artilugios bélicos
y espaciales. No más manos cerradas, armadas, alzadas. Ahora manos abiertas al
abrazo, a la solidaridad, al incremento de los fondos para la investigación
biomédica sobre cáncer y enfermedades neurodegenerativas... para hacer frente al
ébola y otras pandemias... para un medio ambiente de calidad, "para una
vida digna!".
Ha llegado el momento de la transición
histórica de la fuerza a la palabra. No podemos seguir callados. Sí, ha llegado
el momento de que sean “los pueblos”, liderados por las mujeres y los jóvenes
más avisados, los que tomen la palabra y decidan actuar en consecuencia.
NO. Otra "Misión, la Luna" o "Misión Marte", NO.
Ahora, “¡Misión, la Tierra!”.
En
este momento histórico, desde el
Mediterráneo, no cabe sino levantar la voz en defensa de nuestra Madre Tierra,
Casa Común de la Humanidad, y Espacio Geográfico de la solidaridad
internacional.
Tal día como hoy se dio origen en 1946 a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y todavía no hemos logrado la asistencia pública de salud universal en este mundo global nuestro de la Madre Tierra, Casa Común de la Comunidad HUmana
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