Recientes noticias contra las
finanzas terroristas, la búsqueda de pactos internacionales y las nuevas
relaciones entre las dos Coreas que siembran la normalización entre el Sur y el
Norte, con el símbolo del árbol para una paz permanente, traen a la memoria los
seis artículos preliminares para una paz perpetua entre los Estados, que Immanuel Kant
formulara como desideratum de su
Filosofía Práctica o Filosofía Política (ver La paz perpetua, Alianza, Madrid, 2002, 2016, cuyo título en alemán
se remonta a 1795).
Supuesto
que la condición previa para una paz duradera es finalizar con una guerra o con
situaciones de guerra, los artículos preliminares son los siguientes:
1.-
“No debe considerarse válido ningún tratado de paz que se haya firmado con
alguna reserva secreta sobre alguna causa para una futura guerra” (pág. 71 de
la obra citada).
2.-
“Ningún Estado independiente podrá ser adquirido por otro mediante herencia,
permuta, compra o donación –sin importar que sea grande o pequeño-.” ¿Por qué?
Porque un Estado no es un patrimonio sino una sociedad de personas (y no sólo
de hombres) sobre la que nadie más que ella misma tiene que mandar y disponer
(pág. 73).
3.-
“Los ejércitos permanentes (miles
perpetuus) deben desaparecer totalmente con el tiempo” (págs. 75 y 76). Avanzar
hacia una completa desnuclearización es un ejemplo a seguir por parte de las
grandes potencias bélicas. Invertir en infraestructuras y servicios y en el fomento
de la economía no es sospechoso pero invertir en la carrera armamentística es
peligrosísimo en las relaciones internacionales. En este sentido, pues,
4.-
“No debe emitirse deuda pública en relación con los asuntos de política exterior”
(pág. 76). Además,
5.-
“Ningún Estado debe inmiscuirse en la constitución y gobierno de otro de forma
violenta” (pág. 77). Los denominados Estados fallidos, los Estados sin Leyes, y
las propias luchas intestinas o el fomento de las hostilidades, dan pie en múltiples
lugares y circunstancias a golpes de Estado, sediciones, e injerencias de
potencias externas. Sin embargo, son los propios Estados (como sociedad de
personas racionales) los que deben solucionar sus debilidades, corrupciones,
hostilidades y luchas intestinas o internas, pues la injerencia de potencias
extranjeras (sin duda interesadas) no hacen sino alargar o posponer los
problemas, además de violar los derechos de un pueblo soberano, con lo que no
se resuelve la enfermedad social que se padece.
6.-
“Ningún Estado en guerra con otro debe permitirse actos de hostilidad que hagan
imposible la confianza mutua en una paz futura…” (pág. 78). De hecho, en una
guerra de exterminio puede provocar la desaparición de ambas partes y, con
ella, o la desaparición total del Derecho o la imposición del derecho de la
fuerza de los vencedores sobre los derrotados y vencidos y humillados.
Concluyendo:
la ostentación del poder económico y el poderío armamentístico para intervenir en
hostilidades nacionales e internacionales o provocar, fomentar o hacer la
guerra, es el gran obstáculo para lograr la paz perpetua.
Quien
lo pueda entender que lo entienda y, si es posible, que lo aplique como
Filosofía Práctica o Filosofía Política de futuro.
Entender y/o practicar. Ese es el reto
ResponderEliminarM.M.
Gracias por haber leído, Manuel
ResponderEliminarConcluye Kant, en La Paz Perpetua que si hay un deber, que es al mismo tiempo una esperanza fundada, de hacer realidad una situación de Derecho Público, aunque sólo sea de una manera aproximada que vaya progresando..., entonces la idea de una paz perpetua ...no es una idea hueca sino una tarea... porque es de esperar que los tiempos en los que se produzcan los progresos sean cada vez más cortos
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