Estos
días se ha dicho, con un mínimo de preocupación social, que el crecimiento
sostenido necesita de menos desigualdad y que en una guerra comercial perderán
los pobres. De otra manera, pudiera también decirse que sin carrera de
armamentos y guerras podríamos alcanzar mayor bienestar, que el desarrollo
integral de la Comunidad Humana necesita de una mayor igualdad y que la
solidaridad entre los pueblos reduciría la pobreza y la brecha entre ricos (el
20%) y la población mundial pobre (el 80%), si se eliminaran las injusticias
estructurales. En Europa, y en España, se intentó un proyecto de cohesión
social, económica y territorial pero el proyecto hizo crisis, y todavía andamos
buscando la salida.
Ahora,
cuando se vive una cierta inquietud por la posible guerra comercial entre EEUU,
China y la UE, y cuando la UE acusa cierta desestabilización interna ante la
realidad cuasi monolítica de Rusia, parece que, según palabras de la Directora
Gerente del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde, se está
incrementando en su seno la preocupación por la pobreza y las desigualdades.
También
ahora precisamente, Joaquín Almunia, destacado socialdemócrata español y Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios
entre 2004 y 2010, propone en su libro Ganar
el futuro (Taurus, Barcelona, 2018) cómo Europa y la socialdemocracia
pueden salir juntas de la crisis. Dicha crisis se remonta al verano 2007,
cuando se produjeron “las primeras turbulencias en los mercados financieros”.
La tarea no es nada fácil, pues, en palabras de Almunia: “hay que reconocer sin
ambages algunos graves errores políticos: por ejemplo, en las dosis excesivas
de austeridad fiscal que dominaron durante algunos años la respuesta ante la
situación griega y las dificultades en el mercado de deuda de otros países de
la eurozona. También ha quedado acreditada la falta de herramientas de gestión
de la Unión Económica y Monetaria (UEM) en su dimensión financiera o en la
estrategia de convergencia económica. Y, por supuesto, se ha echado en falta la
existencia de instrumentos imprescindibles para evitar el deterioro de la
cohesión social y el aumento de las desigualdades, tanto en España como en el
conjunto de la Unión” (págs. 13-14).
¿Cuál
es, pues, el reto de la socialdemocracia en Europa y España?
El
reto comienza por recuperar la sintonía con la ciudadanía y, a su vez, entender
y asumir que la dimensión europea es necesaria para doblegar la fuerza de la
globalización y corregir sus efectos negativos, desde una nueva estrategia
socialdemócrata.
El
libro de Almunia, tras la Introducción, se divide en dos partes: en la primera
aborda: 1. La crisis en la UE y la necesidad de superarla; 2. Las tribulaciones
de la eurozona; 3. La crisis política; 4. La crisis de la socialdemocracia. La
segunda parte es doblemente amplia: 5. Relanzar la integración europea; 6.
Consensos proeuropeos y alternativas políticas; 7. Poderes de decisión y
márgenes de maniobra (entre políticas europeas y las políticas nacionales); 8.
Completar la UEM (Unión Bancaria, Unión Fiscal, y una nueva gobernanza de la
UEM); 9. La cuestión del crecimiento (y de la construcción del mercado interior,
así como la necesidad de una visión común solidaria); 10. El modelo social
europeo y las tareas de la UE; 11. La socialdemocracia y la UE del futuro (frente
a las tendencias populistas, los radicalismos anti-sistema y los nacionalismos
soberanistas y excluyentes); 12. Europa, España y el PSOE.
Desde
una perspectiva europeísta, en pro de la Comunidad Humana, España ha de tener
en cuenta su situación geográfica, su historia, la cultura de sus pueblos y mirar
con optimismo su proyección mundial integradora. Hay que recuperar el lugar
propio, e iberoamericano, en la centralidad de las decisiones europeas pero no
podemos vivir de espaldas a las relaciones que miran hacia el Este del continente Europeo, ni en la ignorancia de
las tensiones que se han recrudecido con Rusia, la crisis de los refugiados y
las difíciles relaciones con Turquía, pues “la divergencia entre nuestros
principales intereses, prioridades y motivos de preocupación con los que
prevalecen en el conjunto de Europa juega en nuestra contra” (pág. 271).
El
debate europeo en nuestro país, España, necesitado de crecimiento y desarrollo
integral, necesitado de reforma educativa y laboral, sobre todo, tiene que
ocupar un primer plano en el debate social, económico, cultural y político. Ese
es el gran reto de la socialdemocracia actual en vistas al futuro próximo. Necesitamos mayor igualdad y mayor solidaridad.
Me pregunto si Europa y la socialdemocracia pueden salir de sus respectivas crisis, y cómo, pues ya no se ve la fuerza de la socialdemocracia y tampoco, quizás, el de la Europa Social Comunitaria.
ResponderEliminarCreo que el egoísmo social se está legitimando desde argumentarios económicos y revistiendo de palabras como desarrollo, cuando no es más que insolidaridad. Así, Europa queda en un mero acuerdo de mercado económico (UEM) en lugar de intentar seguir y promover un proyecto social de comunidad efectiva. Inés.
ResponderEliminarTendremos que seguir caminando hacia un nuevo horizonte de cambio estructural
ResponderEliminar