“HACER
CAMINO AL ANDAR” COMO PRAXIS CONSTRUCTIVA
Comentario “Sobre la reconstitución del pensamiento
crítico”
(Capítulo 8 del libro de Franz Hinkelammert: La Maldición que pesa sobre la Ley, Arlekin, San José de Costa Rica, 2010, págs.
227-269)
Unir trabajo y pensamiento,
reflexión crítica y acción transformadora, desde la actualidad, es ineludible
para resolver los grandes retos del presente. Ello implica una reconstitución
de la economía política, conjugando tiempo de vida, tiempo de trabajo, productividad,
realización personal y realización de todo ser humano; implica también
reconstitución del análisis crítico y de las relaciones jurídicas,
contractuales, económicas y humanas, en las que se interpreta la visión del
mundo en el que vivimos.
¿Qué es primordial, la vida
humana o las relaciones mercantiles? Además de que lo jurídico sea, en la
realidad, reflejo de nuestras relaciones materiales, o que lo jurídico esté predeterminado
por lo económico en las relaciones contractuales, hay una pregunta ineludible: ¿Por
qué nos consideramos poseedores de objetos y mercancías o de tierras,
territorios y países respecto a los demás? La posesión, el dinero, el capital,
el dominio, la mercancía o los objetos tienen fetiche, tienen atracción, tienen
“plus valía” y, a su vez, son proyección del instinto y el deseo de
apropiación. De ahí la voluntad
subjetiva de ser propietario objetivamente, jurídicamente. En este caso,
son los objetos los que dan contenido a las relaciones. Pero… ¿dónde queda el
trabajo? ¿No pasa el sentido social y colectivo del trabajo a la propia
mercancía y al propio mercado?
Nuestras sociedades han
constituido un mundo al revés, un mundo donde lo primero no es la vida humana y
la convivencia sino el mundo de las mercancías, que -como diría Franz Hinkelammert-
refleja objetivamente el reconocimiento mutuo entre las personas como
propietarios. Pero… ¿Dónde queda el imperativo ético de un Nuevo Contrato
Social? En realidad, lo que parece imposible sólo puede verse como posible por
medio de la inteligencia y la voluntad humanas, es decir, por medio de la
praxis constructiva.
En el contexto de nuestro actual
mundo, económicamente globalizado, la sociedad española tiene como cuatro
estratos sociales: quienes más tienen y poseen, los que llevan una vida más o
menos digna y son capaces de consumo; las personas y familias (especialmente
mujeres con carga familiar) que se debaten en la precariedad o con trabajos
precarios; y los que sufren graves carencias y exclusión social, a los que hay
que añadir las personas –mayores y menores, mujeres y hombres- y familias que
llaman a las puertas y no logran entrar… ¿Cómo transformar la realidad? ¿Cómo
modificar las relaciones materiales, y las relaciones sociales entre cosas, en
relaciones humanas y relaciones de vida (incluida la humanización de las
relaciones laborales)? ¿Cómo lograr la igualdad y, de forma concreta y
particular la igualdad, de la mujer? Frente a las actuales estructuras de
dominación, decíamos antiguamente que sólo la unión hace la fuerza, conscientes
de que las distintas formas de deshumanización revelan la realidad del ser
humano afeando así la conducta de quienes lo deshumanizan. En consecuencia, no se trata de destruir ni de
deshumanizar al “otro” (a la otra persona, familia o comunidad) sino de
reconstruir y de reconstituir. Pues ni vale quedarse mirando espejismos ni
basta con que funcione un sistema dado o impuesto sino que se transformen las
estructuras injustas y deshumanizadoras en realidades y relaciones humanas.
Pues la dimensión humana presente por ausencia es objetiva y por tanto su
reconocimiento –como dice Hinkelammert- es necesario.
En este contexto, la ciudadanía
europea no puede ni debe considerarse una isla ni una fortaleza ególatra, ni
puede permitirse divisiones y enfrentamientos cuando se trata de asumir
responsabilidades, resolver sus problemas y los de sus vecinos (o el débito que
se tiene con las poblaciones de antiguas colonias). Tratados o acuerdos
inhumanos nos remiten, por no ser humanos, a una ausencia presente, una
ausencia que grita e interpela en pie de igualdad. En España tampoco podremos
transformar lo negativo en positivo si no es uniendo voluntades con capacidad
de construir en vez de destruir, con capacidad de sumar en vez de restar y
dividir o fraccionar. Incluso la memoria histórica nos debe ayudar a
reconstruir el presente, de hoy, de mañana y de pasado mañana, en positivo.
Pues lo que está presente por su ausencia es el ser humano como ser supremo
para el ser humano. Sin embargo, multiplicar potencialidades y capacidades será
ineludible en un mundo, actualmente desigual entre menos del 20% rico y más del
80% pobre, que tiene que elegir entre la solidaridad - fraterna y humana -, o
la guerra, criminal y asesina.
Pablo Iglesias Posse optó en su
tiempo, en la España de 1870, por la solidaridad frente a los poderes fácticos
dominantes, y fue y ha sido un referente para el socialismo y la democracia
contra todo tipo de Dictaduras. Hoy la dialéctica no es entre capitalistas y
proletariado. La realidad es más compleja y existen diferentes y múltiples
desigualdades y estratos sociales. Pero conviene que las generaciones jóvenes tengan
referentes de aquella extraordinaria talla humana, sindical, política y de
pensamiento. Su proyección social en la actualidad, al igual que la de María
Zambrano (tan olvidada a veces), pro Persona
y Democracia, podrían servir de referentes para combatir la creciente
distancia entre el discurso político y la acción política, así como para centrarse en la realidad
histórica del momento. Sus vidas fueron y son ejemplo de “praxis constructiva”.
Los ciudadanos de a pie, los que estamos empeñados en conjugar vida digna,
inclusión social, trabajo y pensamiento,…. y cualquier persona bien
intencionada, debemos combatir todo tipo de deshumanización, todo tipo de
guerra, todo tipo de dominio, y condenarlo, trabajando por la justicia frente a
la injusticia, por la verdad frente a la mentira y ocultación, trabajando para que se tiendan puentes, prospere la
solidaridad, la interculturalidad, el diálogo, la negociación, el entendimiento
y la transformación de lo negativo en positivo en bien de nuestros hijos y
nietos, en bien de nuestra comunidad o
país, y en beneficio de la gran Comunidad Humana. Ese es el reto de lo
imposible que se hace posible: la praxis constructiva de la solidaridad
efectiva, en libertad, fraternidad e igualdad.
La Política es, sobre todo, el
arte de evitar la guerra, transformar y construir la ciudad, y hacer posible la
convivencia solidaria, conjugando el tiempo de la vida con el tiempo del
trabajo en sociedad. Lo imposible mueve lo posible si se traduce en realidad.
Como dice Hinkelammert sobre la reconstitución del pensamiento crítico: “El
tiempo concreto es el tiempo en el cual sigue a nuestro presente el presente de
mañana y de pasado mañana. Es el presente de mañana en el cual vivirán nuestros
hijos y los hijos de sus hijos”.
La praxis de la construcción, o
de la traducción en hechos, consiste en ir haciendo posible lo que parece
imposible: que los mercados estén cada vez más al servicio de la vida humana y
lograr que el ser humano (igual la mujer que el hombre) vaya siendo,
efectivamente, sujeto de su vida real y concreta. El camino es largo, pero… “se
hace camino al andar”.
Sevilla, 11/03/16, José Mora
Galiana
Querido amigo, tienes verbo y un mayor corazón, de ahí que tu filosofía me cautive y la comparta. Luego llega la realidad de la vida y nos rompe los esquemas, pero no por ello se debe dejar de insistir en la idea.
ResponderEliminarLa situación es compleja, quizás antes sucedía lo mismo y yo no lo percibía pues estaba inmerso en mi "mundo" laboral particular, pero ahora, con ese algo más de tiempo que la jubilación ofrece, puedo acercarme a los problemas desde una reflexión más serena.
Ha sido un placer leerte. Un fuerte abrazo
B M