lunes, 4 de agosto de 2014

¿ES POSIBLE LA DIPLOMACIA CULTURAL EN GAZA?

Querido lector:

Gracias al intercambio con mi hija Inés, de filología hispánica, pero con experiencia alemana y proclive a especializarse en comunicación, han surgido en el diálogo como dos palabras mágicas que, juntas, invitan al fomento y promoción de la Diplomacia Cultural.
Hay no pocas personas que prefieren la guerra, el terrorismo o la violencia y la dominación por la fuerza al diálogo, el intercambio y la comunicación capaz de llegar a acuerdos y consensos contractuales.
La Historia de Rusia es una historia de guerras. La Historia de Europa es una historia de guerras –incluidas las denominadas guerras de religión-… Y, aunque en 1948, después de la II Guerra Mundial, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se produjo un pronunciamiento ético para decir “nunca más” a la guerra y a los genocidios, afirmando así los derechos individuales, económicos, sociales, culturales y políticos de las personas y los pueblos, todavía hoy seguimos guerreando en distintos puntos de esta Casa Común que denominamos Planeta Tierra.
Uno de esos puntos conflictivos está situado precisamente donde el plan de Naciones Unidas consistió en crear dos Estados, uno palestino y otro judío. Se cuenta que, ya en 1948, alrededor de 750.000 palestinos fueron expulsados de sus tierras durante la primera guerra árabe-israelí. En 1967 se produjo una segunda oleada de refugiados, cuando Israel ocupó la franja de Gaza, controlada por Egipto y Cisjordania, entonces provincia de Jordania, incluidos sus campos de refugiados de 1948.
Lograr la paz entre Israel y los palestinos pasa por la necesidad de resolver este problema histórico. A fecha 4 de agosto de 2014, tras el ataque del ejército israelí a un Centro de la ONU en Gaza, el balance de 27 días es dramático (ver El País, “El conflicto de Oriente Próximo”, págs. 2 y 3).
Un compañero del grupo Senatus Trianae, ha transmitido algún dato que hace pensar en lo poco viables que son algunas realidades históricas nacida con posterioridad a la segunda guerra mundial. La Franja de Gaza es un territorio, en Palestina, de 360 kilómetros cuadrados con una población de 1.550.202 habitantes, lo que supone una densidad de 4.167 habitantes por kilómetro cuadrado. Para hacernos una idea bastaría considerar que el municipio de Jerez de la Frontera (en Cádiz), con una extensión mucho mayor (de 1.188 kilómetros cuadrados)  tiene  212.000 habitantes lo que supone una densidad de 178´14 habitantes por kilómetro cuadrado. Alemania tiene una media de 225 habitantes por kilómetro cuadrado, y España 93´39 habitantes por kilómetro cuadrado. La Franja de Gaza es un campo de concentración, donde es muy difícil la supervivencia para sus habitantes, pues tienen que utilizar túneles subterráneos para comunicarse con el exterior. ¿Por qué? Porque fue creado y es controlado por un Estado artificial, militarista y genocida, que lo utiliza como si fuera un coto de caza de personas entre las que hay un alto porcentaje de niños palestinos. Tal comportamiento, un delito de lesa humanidad, puede ser la respuesta de los genocidas al mandato bíblico de creced y multiplicaros que los palestinos cumplen con generosidad, para tormento del Estado Sionista que observa cómo se multiplica la población palestina  mientras ellos lo hacen a un ritmo más bajo, lo que será, sin duda, para el Estado represor un problema a medio y largo plazo.
La pregunta es, la siguiente:¿Hasta dónde puede llegar la tolerancia del mundo, llamado civilizado, a una situación de tanta vileza? ¿Acaso no cabe fomentar, promover y desplegar una diplomacia cultural entre el pueblo israelí y el pueblo palestino. ¿Por qué condenarse al odio eterno?
Dice Amartya Sen en su libro La Idea de Justicia (publicado por Taurus, en Madrid, 2010) a propósito de "diferencias y comunidades", que gracias a las habilidades humanas básicas, de comprender, simpatizar y argumentar, "las personas no tienen que estar ineludiblemente condenadas a vivir vidas aisladas sin comunicación ni colaboración. Es suficientemente malo que el mundo en que vivimos sufra tanta indigencia de una clase u otra (del hambre a la tiranía); pero sería aún más terrible si no fuéramos capaces de comunicación, respuesta y discusión" (pág. 448). La comunicación es una "fortaleza" básica abierta más allá de cualquier otro tipo de fortaleza (lo que se traduce en ruso por “kremlin”) defensiva u ofensiva. No se puede, pues, entender la diplomacia cultural sin la comunicación.
Cese el fuego, iníciese la comunicación y, seguidamente, promueva la ONU y la UNESCO la necesaria “Diplomacia Cultural”. Al parecer, hay más de 475.000 desplazados por el conflicto y de ellos 259.321 se refugian en 90 escuelas gestionadas por la ONU.
La ONU no es una de tantas ONGs. La ONU es el embrión del Gobierno del Mundo. La ONU tiene que reaccionar.
La Diplomacia Cultural pasa a ser, aquí y ahora, una urgencia humanitaria, una urgencia de salud mental, una urgencia de la Justicia, del Desarrollo Humano y de la supervivencia de la Comunidad Humana.

6 comentarios:

  1. Desde luego, la cultura es la goma superior de comunicación y desarrollo humano, por tanto la prioritaria. Pero la ONU somos todos y todas, no miremos para otro lado. Fátima Aburto

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  2. Gracias Fátima. En eso estamos y eso intentamos

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  3. José Manuel Llamas me manda por correo el texto que incorporo encantado:
    " Nuestro país ha heredado mucho de ambas culturas y puede tener una posición privilegiada para aproximarlos por medio del diálogo y la cultura, pero es tanto el odio almacenado a lo largo de cien años que resultará muy difícil conseguir esa aproximación, no obstante vale la pena intentarlo.

    Andalucía lo ha hecho mediante la música; aquí ha radicado, con subvenciones de la Junta, durante años la orquesta de Barenboim formada por jóvenes palestinos e israelitas. No se si los resultados se han concretado, pero por todo el mundo con sus conciertos ha llevado un mensaje de entendimiento de ambos pueblos a través de la música.".

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  4. El diplomático Miguel Ángel Moratinos me manda un correo en el que hace referencia también al conflicto de Gaza. Con su estilo habitual escribió en EL PAIS el 17 de julio. Al final del artículo venía a decir lo siguiente:
    "La solución pasa también porque Europa asuma su responsabilidad y proponga un plan de paz que, en mi opinión, debe contener el doble reconocimiento de los Estados de Israel y Palestina, tanto por la comunidad internacional como por todos los Estados miembros de la Unión Europea. Y encauzar las negociaciones de paz para hacer realidad la solución de los dos Estados en convivencia pacífica y segura. Se trata de movilizar a los principales países europeos para aplicar de forma inmediata la Iniciativa Árabe de Paz aunque, previamente, y de manera urgente, hay que forzar un alto el fuego inmediato y retomar a las negociaciones que, lideradas por Estados Unidos, fracasaron el pasado mes de abril. Europa está obligada a enviar un mensaje claro a las partes y fijar un calendario hasta finales de año para que estas propuestas puedan dar sus frutos. De no ser así, Europa debe replantearse una revisión total de su política exterior hacia la región y proponer medidas más contundentes para romper el estancamiento del conflicto. ¿A qué esperamos?"

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  5. Pep: mira lo que dice Mayor Zaragoza:
    "... En el ciberespacio, millones de ciudadanos deberían, en un gran clamor, decir “NO” a los fanáticos, a los dogmáticos, a los racistas, a los que se escudan en un Ser Superior para aniquilar a sus adversarios.
    Digamos un “NO” rotundo al fanatismo en los albores del siglo XXI".

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  6. Pepe: La Diplomacia Cultural está muy bien en foros como el de Las Tres Culturas de la Cartuja, en Sevilla, pero, en las zonas de conflicto bélico, lo primero sería proceder conforme a la Diplomacia Tradicional de Estado a Estado, después introducir la Diplomacia Pública Multilateral, y sólo al final, si se lograra la paz y el diálogo, ver posibilidades de desarrollar por medio de instituciones internacionales - y no de Gobiernos de Estados enfrentados- la Diplomacia Cultural, el diálogo, la convivencia y el intercambio.

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