miércoles, 27 de julio de 2011

LA BICICLETA Y EL TÍO MANUEL

En una exposición, en Berlín, que ha tenido lugar del 18 al 28 de julio, jóvenes artistas de Varsovia y de Berlín han expuesto sus "Grafik" en el kiosko antiguo del andén del metro U-Bhf, justo en la parada Schönleinstrasse. Me ha llamado la atención sobremanera una serigrafía sobre la bicicleta, de Lukasz Sawicki, que se titula "Move!" Transcribe una frase de Einstein, que me ha hecho pensar. Nunca imaginé que la afición a la bicicleta, de tiempos púdicos hispanos, y que heredé de Manuel, el tío de un buen puñado de sobrinos, llegara a condicionarme tanto al contemplar esta obra concreta y cotidiana.




La frase de Einstein en inglés, con la ayuda de Inés y Georg, la hemos traducido del modo siguiente: "La vida es como montar en bicicleta, [pues] para que estés en equilibrio tienes que estar moviéndote". Quizás, líbremente, pudiera traducirse: "La vida es como circular en bici. Para lograr el equilibrio tienes que estar pedaleando".




Recuerdo la primera caída del tío Manuel, bajando de La Melonera, en la curva del "Convent", compitiendo en la vuelta local al "Plá", con Sambo, El Negret, El Mellaet y Aliaga. Sambo era el más fuerte y se iba en los repechos. El Negret era muy cuco y se pegaba a la rueda de Sambo o del que fuera capaz de seguirle. El Mellaet tiraba todo lo que podia y el tío Manuel hacía cuerpo con él. Aliaga iba a lo suyo: a vender o reparar bicicletas. Después venía el pelotón de diez o doce corredores más de la "contorná" del Valle de Albaida y, finalmente, el coche escoba (una furgona). Eran, salvo excepciones, los mismos que practicaban el juego de la pelota a mano en el "frontonet" del Patronato de la Niñez, de la parroquia de San Carlos, sólo que ahí había alguno más, por aficionados al futbol (Ben Barek y Cambra), porque jugaban "en el carrer" (en la cuesta de Santo Domingo de Onteniente) o por ser pelotaris más sólidos como Pinter, El Albaidí, Barro, el propio párroco Vicente Cremades, y aficionados de solera como el Bilbaino, El Alguacilet y Ramón El Formagero de saque certero y resto duro de pelar, y el correoso "Sabateta", delantero centro del Ontinyent.

Eran tiempos difíciles, aquellos años 60. A Manuel le guardaba yo la ropa, pues de casa tenía que salir vestido y con el traje de ciclista debajo, como si tuviera que esconder "ropas proletarias" o algún secreto inconfesable. El ciclismo era mal visto. Le dió altura Bahamontes, "el Águila de Toledo". Ironías de la post-guerra.

El tío Manuel, por causa de aquella maldita curva, tuvo una fractura de dedo que le desvío el corazón para siempre en la mitad de la mano. Pero esa pasión, un tanto loca entonces, nos la transmitió a todos como una especie de herencia mecánica para el futuro.

Hoy, en la distancia, desde Berlín, incluso el futuro de la Unión Europea y de esta Casa Común que es el Mundo lo percibo como la vida misma, como andar pedaleando en la bici. Lo importante para mantener el equilibrio es seguir rodando. Hay que recordárselo a los que tiran la toalla y a los que ignoran sus excesos coloniales y las consecuencias de ideologías fascistas y totalitarias. El arte del ciclismo está en evitar las caídas y disfrutar y sufrir con ella. Ir en bici es como estar en plena Naturaleza, subiendo y bajando cuestas o paseando, deambulando y yendo al trabajo o a las tareas diarias por el llano de la ciudad.

Gracias tío Manuel por aquella locura tuya de la bici, contra toda represión en una época púdica hispánica, de Nacional-Catolicismo, en la que necesariamente había que romper el cascarón de una u otra forma para poder volar y sentirse uno mismo como persona.

La bicicleta es toda una metáfora. En ella, como en la vida, se aprende a gozar y a sufrir, se descubren los secretos del equilibrio, de la regularidad, del arranque y de los cambios de piñones y platos para subir y bajar o para circular a buena velocidad por el llano. Pero, en no pocas ocasiones, hay que hacerse fuerte sintiendo el dolor de las piernas que flaquean al levantarse sobre los pedales y que obliga a sentarse de nuevo en el sillín para acompasar la respiración, recuperar las fuerzas y seguir combatiendo a buen ritmo.


La bicicleta nos remite a la realidad dinámica de la vida, a la vida concreta, al día a día, al pedaleo constante de nuestro espíritu por manetener el equilibrio psicofísico, material y técnico. La bicicleta es una metáfora. Tío Manuel no llegó a ser profesional de la bici pero nos legó una valiosa herencia con su afición y su experiencia.

martes, 19 de julio de 2011

EL PROGRESO INCLUYENTE, DE CARLOS FUENTES

El libro de Carlos Fuentes de finales del siglo XX, POR UN PROGRESO INCLUYENTE, era una mirada hacia el siglo XXI, desde Mexico, y desde una opción clara por la educación cualitativa y cuantitavia, en tanto que derecho público, y como base del conocimiento, de la información y del desarrollo humano -que no es simplemente crecimiento económico-.


Tres son las preguntas formuladas, que nos interesan e interpelan a todos nosotros:

1ª) ¿Puede la educación estar ausente del proceso que conjugue las exigencias del cambio y la tradición?


2ª) Puesto que la información, el conocimiento y las telecomunicaciones son motor del cambio mundial, ¿pueden las personas y los pueblos estar ausentes de la educación que se ha convertido en la base de un nuevo tipo de progreso veloz y global, incluso inmisericorde con los que se quedan atrás?

3ª) Progresemos o no al paso necesario para integrarnos en la revolución global de la producción basada en la educación, la información y el conocimiento, ¿podemos hacerlo sin resolver los problemas educativos, de salud, de alimentación, y de trabajo para las grandes mayorías necesitadas de una vida digna y de alcanzar su propia realización?

Estas tres preguntas se responden afirmativamente en el último capítulo (el 16) del siguiente modo:

1º) Un progreso incluyente debe conjugar las exigencias del cambio y las de la tradición. Hay que reconciliar tradición y modernidad.


2º) Un país, un Estado, un pueblo, no puede estar ausente del proceso mundial de la educación como base del progreso global, que basa la tecnología en la información y la información en el conocimiento. Ello es imprescindible para ser socios independientes y no subordinados de los grandes centros tecnológicos y financieros del poder internacional.

3º) No podremos ser convergentes ni asegurar niveles de bienestar y participación nacional, regional o global, si no atendemos eficazmente a la miseria y a la exclusión.

¿Qué hace falta? Muy poco: autoridades responsables capaces de dar respuesta a todos los niveles (del municipal o local al nacional, regional o comunitario, y global o mundial).

Hay que enseñar, desde la Escuela, en la Formación Secundaria y en la Formación Profesional, y en los grados y postgrados universitarios que somos seres en el mundo, que no estamos solos, que somos con todos los demás, respectivamente, "religados" pero abiertos (como ya dijera en su tiempo Zubiri).

La diversidad nos invita a no dar saltos ni a quemar etapas, nos invita a incluir y no excluir ningún componente cultural o de civilización que sea valioso. Pues, en definitiva, el sentido del desarrollo humano descansa en el trípode del saber, del bien hacer y del ser.

El eje del libro es el capítulo octavo, que lleva por título: "Las olas de la laguna, unas vienen, otras van". Se alude al norteamericano Alvin Toffler que habla de tres olas en la evolución de la Humanidad. La primera: de los nómadas a la agricultura. La segunda: de la vida agrícola a la vida industrial. La tercera ola: de la revolución industrial al entusiasmo y la zozobra del mundo tecnológico.

¿Por qué zozobra? Porque la marginación está al orden del dia y porque el abismo de la pobreza se traduce en niveles decrecientes de educación... y en destrucción de empleo (decimos nosotros, en España). Porque la economía de mercado trae crecimiento pero no promueve la equidad (ni la solidaridad internacional, digo yo).

El desarrollo humano es un crecimiento equitativo, en el que la relación cultura-trabajo es central, al igual que la educación para la convivencia, la democracia, la igualdad y el sentido constructivo mundial, desde la familia, la escuela y la formación profesional a todos los niveles.