El libro, además de introducirnos en el diálogo intercultural y redescubrir a un clásico, ofrece un abanico de lecturas, para el diálogo, en seis partes: Sobre el contexto vital e histórico de Llull, sobre la función pedagógica y política del diálogo intercultural, el diálogo interreligioso, el diálogo con la Ciencia, el diálogo con el Mundo, y sobre la actualidad de su mensaje. Importantísima la bibliografía de y sobre Ramón Llull, completada con las obras de referencia utilizadas en el trabajo de investigación.
La obra de Álvaro concluye de forma muy didáctica, dada su labor docente, con un cuento intercultural: “El agua que da la risa”, y cuya inspiración como relato corto hay que verla al trasluz del libro El Gentil y los tres sabios.
Coherente con ese sentido didáctico, ofrece también unos conceptos clave para mejor entender la obra de Llull, al final de la sexta pars (“Un mensaje para el mundo de hoy”). El libro, pues, tiene su intencionalidad y quiere transmitir un mensaje de esperanza y diálogo en un mundo de conflictos, por intereses contrapuestos, entre distintas civilizaciones y culturas.
Es evidente que un pensamiento crítico puede poner en solfa los presupuestos lógico-racionales eurocentristas o propios de la Cristiandad de aquella época, pero lo cierto y verdad es que Ramón Llull, a pesar de su status social y su prestigio, también fue etiquetado, sufrió desconsuelo, e incluso persecución, a pesar de su fortaleza de misionero, y supo de la marginalidad académica quizás por estar convencido de la fuerza de la razón y del testimonio de vida como método e instrumento para la comunicación humana.
Como bien dice el autor de este opúsculo, Llull busca un principio unificador del conocimiento humano a partir de la lógica y la matemática, conjugando también elementos intuitivos con parámetros deductivo-formales que, unidos a las aportaciones experimentales de verificación configuran un cierto perfil de la denominada Scientia Nova. Llul, en un momento histórico “theocéntrico”, dominado por la especulación metafísica, le da su sitio y su valor a las Ciencias de la Naturaleza, a la Física, a la Química, a la Medicina y a la Astronomía. Pero, además, es uno de los máximos promotores y defensores de una educación integral, científica y ética, de la que se adolece en la actualidad por el predominio de la tecnociencia vacía, a menudo, de un por qué y un para qué al servicio de una vida más humana, más comprehensiva, más intercultural, más armónica y menos bélica, capitalista e impositiva.
Querido Pepe, gracias por tus amables palabras para este libro.
ResponderEliminarMe quedo con la última frase, pues, bien sabemos que nuestro empeño humanista es el cambio de la realidad desde la racionalidad y el diálogo, sin despreciar todo aquello que nos es tan propio, como la risa...
Espero que quien tenga la oportunidad de leerlo recupere un hálito de esperanza y optimismo para la vida.
¡Gracias!
Álvaro Rodríguez