Cuando para formar profesionales y mediadores, ante el fenómeno de la inmigración, hablamos de Mediación Intercultural frente a la tesis del Choque de Civilizaciones, suelo distinguir cuatro clases de mediación (en las cuales siempre debe tenerse en cuenta lo personal, lo interpersonal, lo social y lo político):
1) La Mediación Preventiva, para evitar conflictos y favorecer la sana convivencia.
2) La Negociadora, para facilitar el que se llegue a acuerdos entre las partes.
3) la Rehabilitadora, para recomponer la situación, "normalizar" o "reparar los platos rotos".
4) La Transformadora, con el fin de encauzar acciones que cambien lo negativo en positivo.
En el caso de Libia, que ocupa la atención presente, ya no cabe hablar de Mediación Preventiva, lo que urge ahora es una Mediación Política que tenga en cuenta el trípode de la negociación, la reparación y la transformación. Ya nada puede ser ni como ayer ni como antes de ayer. Lo malo es que cuando el paradigma predominante es el de "nosotros y ellos" o el de los Estados, y no el de la "Comunidad Humana", es prácticamente imposible facilitar el cauce de la mediación y contar con personas profesionales para esos cometidos en situación de conflicto.
Una vez más me tengo que referir a la lucidez de Federico Mayor Zaragoza, dada su experiencia: Es Naciones Unidas quien debe tomar la iniciativa de la Mediación Internacional y de la Mediación entre las mayorías populares y sus elites gobernantes tiránicas. Pero ya que esa mediación no se produjo, se hizo urgente el evitar una masacre:
"Detener la acción mortífera de Gadafi sobre la población disidente, sí. Ha sido autorizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero, simultáneamente, hay que hacer lo que se hubiera tenido que hacer mucho antes: hablar. Hablar bajo las alas de las Naciones Unidas. Ha habido propuestas de mediación: Venezuela, Rusia, Brasil… los BRIC…
Las Naciones Unidas, que han autorizado la acción bélica, deberían forzar ahora la mediación. Es imprescindible. Es su papel principal.
Debería quedar muy claro para el futuro, que los “líderes del mundo” no pueden seguir intentando gobernar a través de los G-8 o los G-20 y, sólo cuando no les queda más remedio, recurrir al “plácet” de las Naciones Unidas. A partir de ahora, en lugar de terminar en las Naciones Unidas hay que empezar por ellas. Y es que los países han de unirse a las “Naciones Unidas”…. en lugar de estar marginándolas permanentemente.
Por cierto, comparar una acción bélica como la actual, limitada exclusivamente a detener una acción represiva e intolerable, con la invasión de Irak, basada en la mentira y en ambiciones energéticas y geoestratégicas, es, sencillamente, inmoral. Quienes la provocaron sabiendo que no existían los arsenales de destrucción masiva, tienen una cuenta pendiente muy grave con la historia".
Leído el texto de Mayor Zaragoza, me parece lógico puntualizar algún aspecto:
1) Las propuestas de mediación bienvenidas sean vengan de donde vengan, pero hay que tener presente que un Estado, a menos que sea neutral, no tiene entidad mediadora.
2) Naciones Unidas debe garantizar que las actuaciones sean conforme a Derecho y no por el impulso de la fuerza como son las actuaciones de Dictadores y Tiranos. Desde esa exigencia, común a la mejor tradición de la Civilización Islámica y a la mejor tradición de la Civilización Occidental, puede y debe ser viable la mediación intercultural.
3)Por supuesto los G8, los G20, y los paripés del G21, deben de desaparecer si de verdad se quiere fortalecer y refundar Naciones Unidas.
4) El "no mentirás" y el "no matarás" (junto con el "no robarás" -pilares comunes a culturas y religiones y civilizaciones que se dicen enfrentadas-), deben de ser condición sine qua non en la construcción de la Comunidad Humana.
Después del debate parlamentario que ha tenido lugar en España, conviene tener muy presente lo dicho, y me reafirmo en ello. El voto de Izquierda Unida, y del BNG, en contra de colaborar con la resolución de la ONU, aunque -en mi opinión- no se haya explicado rigurosamente, puede servir también, en positivo, para alertar sobre actuaciones maquiavélicas y acciones militares no ajustadas a Derecho, y evitarlas, en su caso.
Lo más urgente es promover la mediación efectiva. Una regla de oro es que el mediador sea aceptado por ambas partes, o por las partes en litigio (que en este caso pueden ser más de dos, evidentemente). En este sentido, a la hora de elegir la mediación tiene que haber un consenso y la persona (no el Estado o Entidad) elegida, y mandatada en el seno de Naciones Unidas tiene que ser puente entre la Civilización Occidental y la Civilización Islámica, experto, sociólogo, politólogo, de un gran temple psicológico, conocedor del Derecho Internacional, y con gran capacidad de escucha para lograr un Acta de Compromisos. En consecuencia, es fundamental saber lo que se desa alcanzar: Primero un compromiso efectivo y real de "alto el fuego" (dejar de matar" y no mentir). Y, después, una transición política a la democracia, en este caso complejo de distintas fuerzas sociales y tribus, en el sentido de devolver la voz, el voto y la participación activa al pueblo.
Es muy importante, sin duda alguna, la Mediación Política, y también la mediación Social. Pero no sólo en Libia, también entre Israel y Palestina... y en tantos y tantos lugares hoy en conflicto de intereses. Naciones Unidas haría muy bien en ir preparando un buen equipo de Mediadores Interculturales, en el ámbito social y político.
José Mora Galiana
La viñeta de Máximo en el periódico ABC del 25 de marzo es excelente. En pocas palabras ilustra lo siguiente:
ResponderEliminarSi la Diplomacia pone fin a las guerras, ¿por qué no utilizarla antes?
Parece que Gadafi aceptaría la Mediación de la Unión Africana (UA). ¿Por qué no intentar esa vía? Sabemos que los conflictos y las aventuras bélicas son caros. Se calcula un billón de dólares en Irak. ¿Para qué esa vía?
ResponderEliminarMayor Zaragoza dice que la "marea" sólo podrán encauzarla unas Naciones Unidas dotadas de la autoridad requerida...
ResponderEliminarEstá claro...Era previsible que, como tan bien diseñó Roosevelt, sólo unas Naciones Unidas fuertes y con autoridad aparecieran, ya indiscutiblemente, como la única solución posible.
¿Puede un organismo internacional ser regido por un tirano o por un dictador?
ResponderEliminar¿Cómo es posible que la Unión Africana tenga un presidente "de turno" como el ecuatoguineano Teodoro Obiang? ¿Nadie puede vetarle?
Imaginemos un Berlusconi fascista presidente "de turno" de la Unión Europea
¿hasta cuándo aguantar estas carencias de recta razón?