Un grupo de antiguos colegas, con fortaleza y esperanza fuera de lo normal, me mandan la Carta que remitieron a los Cardenales antes del "Cónclave" y que confían remitir al nuevo Papa. Según ellos, el nuevo Papa debe responder a un determinado perfil. Me piden que transmita su idea y por eso transcribo la parte final de la carta que da el “retrato robot” del papa que, según ellos, necesita la Iglesia en estos momentos:
1. Un hombre que haya despertado. Es decir un hombre de Dios, de oración y a ser posible de experiencia mística que le permita, por encima de la norma y el encorsetamiento canónico, mirar más allá de la curia, los dogmas, el Derecho y las convenciones para hacer caso al Espíritu, que “sopla donde quiere”.
2. Un hombre que sepa “estar” en el mundo sin “ser” del mundo: estar en el mundo con conocimiento del mismo. No un papa de gabinete, encerrado en su santuario y aislado de la vida. Tampoco un papa de viajes preparados en los que no acaba de salir de la burbuja y hablar con la gente real. Un papa que no sólo hable, sino que sepa escuchar y, sobre todo, que dialogue con la cultura actual.
3. Un hombre que sepa sonreír. El mundo necesita optimismo y esperanza frente a tantos catastrofismos.
4. Un hombre valiente, que no tenga miedo a las reformas. Se ha dicho que Benedicto XVI no ha podido hacer los cambios que pretendía en la curia y según expresión del director de L’Osservatore Romano que estaba “rodeado de lobos”. Hace faltar vigor espiritual y físico para emprender las reformas que necesita la Iglesia.
5. Un hombre del Vaticano II. A los cincuenta años del Concilio todos los especialistas serios afirman que hay asignaturas pendientes en su realización. La iglesia ha de volver a la plaza pública y recobrar los conceptos de Pueblo de Dios, de Ecumenismo, de Libertad, de independencia de los poderes públicos, de ofrecer el mensaje de Jesús sin imponerlo. Que no tenga miedo, si es necesario, de convocar un nuevo concilio. Y sobre todo que de importancia a la Colegialidad.
6. Un hombre con buena salud. Ni muy viejo ni muy joven. Psicológica y físicamente maduro con capacidad física y espiritual para afrontar los desafíos de un tiempo difícil.
7. Un hombre universal. Evitar que pertenezca a familia o movimiento religioso alguno, para que sea de todos. En todo caso, que perteneciera al Tercer Mundo, particularmente a América Latina donde vive casi la mitad de la catolicidad.
8. Un hombre humilde, porque cargo tan importante puede provocar orgullo, seguridad y prepotencia y sólo la humildad, la desaparición del yo, permitirá que Dios actué a través de él.
9. Un hombre amigo de los más pobres. Todas las bienaventuranzas se pueden resumir en “los pobres son evangelizados”. El nuevo papa debe tener en el corazón sobre todo el lado oscuro del planeta, el que no cuenta, el del hambre y la injusticia. Capaz tal vez de vivir en una casa más sencilla, de dejar de viajar como jefe de Estado y de tener embajadas en todo el mundo.
10. Un profeta que, a través de la lectura creyente de la realidad y con la fuerza del Espíritu, sea capaz de denunciar la injusticia y la vulneración -desgraciadamente tan frecuente hoy- de los derechos humanos por los poderes económicos y políticos de nuestro mundo, y proponer caminos de paz y de Vida para una ciudadanía global, para el Reino de Dios.
En realidad creo que hay dos o tres opciones: a) de continuidad; b) reformador moderado; c) de innovación. Yo preferiría la tercera, pero me parece casi imposible. ¿Acaso se aceptaría un Papa Negro que defendiera la Justicia y la Paz, desde los desposeidos?
Venía a decír esta mañana Hans Küng que si la Iglesia no quiere congelarse y pasar a ser una secta sin incidencia en el Mundo Global tendrá que salir de los esquemas teológicos de la Edad Media y recorrer el camino del ecumenismo, el diálogo y la apertura.
Para eso, aunque se contara con un reformador moderado, tendría que producirse un Concilio Vaticano III.
Ya vemos. ¡Ojalá la fumata negra sea indicio de un Papa Negro, qure ponga sobre la mesa la exigencia de la Justicia y la Paz!
ResponderEliminarFrancisco I no es un papa negro pero sí Papa Negro (como así se llamaba al General Arrupe de los jesuitas),
Algunas de sus obras:
1982: Meditaciones para religiosos
1986: Reflexiones sobre la vida apostólica
1992: Reflexiones de esperanza
1998: Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro
2003: Educar: exigencia y pasión
2004: Ponerse la patria al hombro
2005: La nación por construir
2006: Corrupción y pecado
2006: Sobre la acusación de sí mismo
2007: El verdadero poder es el servicio
2012: Mente abierta, corazón creyente
Pepe: ¿Francisco I o Papa Francisco?
ResponderEliminarPor lo visto hay todo un debate respecto de su relación con la Dictadura Argentina. Ver, pues, con sosiego
Saludos
> ¡Hola Pepe!
ResponderEliminar> Gracias por ese comentario que resume un deseo colectivo de muchos que, en realidad, creemos en Cristo. Pero no creo que hemos tenido suerte. Como ves, lo mío no era un comentario, sino simplemente un saludo a Fernando Proto Gutiérrez.
> En el mensaje que envié ayer al teólogo Benezet Bujo, con el que tengo un contacto permanente, ante el fracaso de nuestro candidato, el Cardenal Tuckson, de Ghana, le subrayé que la posición moderada del nuevo Pontífice lo llevó a colaborar con la dictadura argentina. Las voces del otro lado del Atlántico lo confirman más que nosotros.
> En este caso, aunque sospechamos el poco margen de sus actuaciones, sin embargo, esperamos que por lo menos aporte alguna pequeña novedad. Sin ella, querido amigo, creo que estarás de acuerdo conmigo en que nuestra Iglesia asumiría un riesgo incalculable.
> En otro correo te envío las voces críticas de América del Sur.
> Abrazos.
> Eugenio
Pepe: Mira lo que llega por correo ordinario.
ResponderEliminarPROCONCIL
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> Estimado/a amigo/a:
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> Les comunicamos como buena noticia, que tal vez ya conozcan, el desbloqueo, por parte del papa Francisco, de la causa de beatificación de Oscar Romero, (popularmente conocido como San Romero de América)
> Estos pasos son también un punto de encuentro con otros hermanos cristianos, que lo han reconocido entre los santos del siglo XX. En la Abadia de Westminster, la Iglesia Anglicana ya lo venera.
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AE