sábado, 16 de noviembre de 2024

LA COMUNIDAD HUMANA, PARADIGMA GLOBAL - RECORDANDO A IGNACIO ELLACURÍA Y A LA UCA -

 

Tal día como hoy, en 1989, no se levantaron a ver el nuevo día 

el equipo de Ignacio Ellacuria, … pues fueron asesinados.

         Como se ha dado a conocer: El día 16 de noviembre de 1989 seis sacerdotes jesuitas y dos empleadas domésticas fueron asesinados dentro del campus de la UCA, Los sacerdotes fueron colocados boca abajo, mientras eran ejecutados. En el patio central se encontraron los cuerpos de cinco de los religiosos, y en una de las habitaciones se encontraba otro de ellos. Los cadáveres de la mujer y la niña estaban en otro cuarto anexo. Los asesinos también incendiaron y saquearon el Centro Monseñor Romero.

         Dado mi encuentro personal con Ignacio Ellacuría en la Biblioteca de La Rábida en Huelva, el verano de 1987, con el tiempo, y tras visitar La Universidad Centro Americana (la UCA), fui trabajando en lo que se materializó en junio de 2003 como Tesis Doctoral, bajo la dirección del profesor Dr. José María Prieto Suárez. En la defensa de dicha Tesis: La realidad histórica y la praxis política, objeto de la Filosofía, … entre otras cosas concluía lo siguiente:

El actual proceso de globalidad, fruto de una evolución impulsada por el progreso de la técnica, ha producido la hegemonía indiscutible del Poder. Frente a ese Poder Hegemónico, que prima el dominio de las fuentes de la energía, el consumo y la guerra; frente a las dictaduras, las tiranías - absolutistas o fundamentalistas - y las demagogias, suele manifestarse que otro mundo es posible. ¿Se puede, pues, caminar efectivamente hacia un mundo solidario o dicho intento lleva al pesimismo?

¿Es posible encontrar el sentido de la ruta hacia una verdadera  Comunidad Humana, presidida por la Autoritas y no sólo por el poder o la fuerza? La respuesta no puede darse sino desde la realidad. Las aportaciones filosóficas de las corrientes vitalistas, que presentan la voluntad como esencial al ser humano –tal como lo muestra en sus traducciones recientes la profesora Pilar López de Santamaría[1], y las corrientes filosóficas actuales, incluyendo –como lo hace el profesor Javier Hernández Pacheco- el pensamiento de “la sociedad abierta” de Karl R. Popper o las distintas teorías de Filosofía social, la Escuela de Francfort y la Filosofía hermenéutica, son eslabones del pensamiento, para llegar a unos mínimos de consenso mundial.

El deber ser, en forma positiva, puede construirse y materializarse captando primero lo intolerable de la situación actual y teniendo en cuenta la maldad de la realidad, partiendo de lo que hay y de lo que no debe ser, aportando procesualmente, pero eficazmente, lo que ha de ser. Consciente de la presencia del mal y de las limitaciones humanas, esa viene a ser la propuesta de Ignacio Ellacuría: la necesidad vital, racional e histórica de una Nueva Civilización. Proponía él un proyecto universalizable, donde hubiera posibilidades de supervivencia digna y de humanización y realización para todos los seres humanos, en un mundo global, pero desde la perspectiva de las mayorías populares y de los pueblos oprimidos, y no desde las minorías privilegiadas, lo que suscitó de inmediato graves reacciones en contra.

  Ese es el gran problema que se plantea hoy en el devenir de la Humanidad: si hay o no hay en la conciencia colectiva de la sociedad y en quienes detentan la responsabilidad de los centros de decisión y poder, y en qué medida, voluntad de justicia y voluntad de verdad, o voluntad de dominio conforme a intereses particulares o sectarios. Ellacuría, ante esa duda, afirmó la voluntad de liberación, como lo ha demostrado Héctor Samour en el estudio del conjunto de su filosofía[2].

Antes de terminar quisiera, en la constatación de la realidad, formular unos últimos agradecimiento y un ruego.

Es verdad que la realidad, por sí misma y en sí misma, contradice permanentemente la tendencia o tensión de la propia realidad histórica que, de suyo, esencialmente, es teleológica y camina hacia una plenitud mayor de todos los seres humanos, a pesar de los dientes de sierra que se producen en su evolución. Pues bien, esos dientes de sierra, es decir, los retrocesos y los estancamientos no impiden constatar sin embargo que nuestro espíritu se mueve como cuerpo psico-físico que es, como materia animada, como corazón inquieto, al modo de S. Agustín al final de una etapa histórica de una parte de la Humanidad. El agradecimiento va dirigido hacia el director de este trabajo, D. José Mª Prieto que, como buen docente en Historia de la Filosofía, me ha ayudado a comprender que todas estas novedades expuestas sobre la realidad, la realidad histórica, la transformación y la liberación, están ya en germen en algunas obras de autores de antaño. El ruego es simple, tras años y años de desierto universitario,  pero también eclesial y político: que la Universidad sea de verdad autónoma y universal para que vaya fraguando, desde ella, la Comunidad Internacional.

Del proyecto político del socialismo en libertad, mi reconocimiento hacia Ernest Lluch, sobrino del que fuera cardenal en estas tierras y agudo observador de la realidad histórica en su vertiente social y económica. También hacia Fernando Morán, para quien la dignidad de la persona y de la comunidad humana está por encima de todos los intereses y estrategias al uso, un tanto miopes.

Queda, como es lógico, el reto de la comunicación, la hermenéutica y la comprensión de las distintas aportaciones para poder fraguar una nueva consciencia de futuro y una nueva configuración de la Justicia Internacional y de  la Comunidad Humana, con su Poder Legislativo y Ejecutivo. Pero la confrontación actual de las distintas culturas y fanatismos no es sino estímulo en dicha tarea, ingente pero humana.

Al terminar, recordar a los hermanos de Ellacuría, sobre todo a José, que ha incorporado en su vida la cultura china, y a Juan Antonio y su mujer que conservaron no sólo libros y escritos sino la misma habitación en la que solía quedarse Ignacio en Madrid.

Recordar también a la Fundación Zubiri, en la que sigue viva la persona y la obra de Ellacuría. Pero nombrar sobre todo al propio Ellacuría en su diálogo y confidencias:  La Teología de la liberación, decía,  implica liberación de la Teología y la Filosofía de la Liberación,  liberación de la Filosofía. Y, en la parte final de su trabajo sobre “El objeto de la Filosofía”, concluía diciendo, con un especial sentido de la Trascendencia:

“Se ha dicho que intramundanamente no ha habido “una” historia  propiamente tal hasta tiempos recientes. Hoy es cada vez más “una”, aunque esta unidad sea estrictamente dialéctica y enormemente dolorosa para la mayor parte de la humanidad. Hoy se habla de distintos mundos (un Primer Mundo, un Tercer Mundo, etc.), pero el mundo histórico es uno, aunque contradictorio. Quizá sólo lograda la unidad del mundo empírico y de la historia constatable, haya llegado la hora de hacer de esa única historia el objeto de las diferentes filosofías”[3].

Cabe preguntarse, a la vista de las fuentes, si esta propuesta de Ignacio Ellacuría es una conclusión o si es el final de una introducción, tal como lo parece indicar Antonio González en la edición de la FRH. En nuestra opinión se trata de una propuesta, fruto de un largo trabajo, que plantea un nuevo quehacer: no sólo para analizar la realidad histórica sino para lograr entre todos los seres humanos una nueva praxis histórica capaz de iniciar una nueva andadura de la Comunidad Humana como sujeto de la historia.



[1] Son importantes las traducciones de Schopenhauer: Los dos problemas fundamentales de la Ética, Siglo XXI editores, Madrid 1993; y El mundo como voluntad y representación, Editorial Trotta, 2003. 

[2] SAMOUR, Héctor: Voluntad de liberación. La filosofía de Ignacio Ellacuría, Editorial Comares, Granada, 2003.

[3] ELLACURÍA, Ignacio: “El objeto de la Filosofía”, en Filosofar en situación de indigencia, Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 1999, p. 42.

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