miércoles, 27 de mayo de 2015

ELECCIONES, CULTURA, DEBATES Y CONSENSO

Las recientes elecciones municipales y autonómicas, celebradas el domingo 24 de mayo, muestran un nuevo tiempo para la cultura política. Del enfrentamiento visceral se tendrá que ir pasando al debate racional para buscar consensos y favorecer la mejor convivencia posible en las distintas comunidades.
En las campañas orquestadas por los medios de comunicación han primado los debates de disputa, combate y guerra. También han aflorado debates de controversia, conflicto y competitividad. Pero ha escaseado sobremanera el debate en torno a diagnósticos, análisis y deliberaciones. Todo se ha producido lejos del debate constructivo de consenso en pro del interés general y de la transformación social que mira por el Bien Común.
No obstante, ahora, ante los resultados, aunque "la cabra tire al monte", hay que recordar ciertos conceptos claros respecto a la cultura, y hay que materializar debates de consenso para hacer posible la gobernabilidad y la convivencia en las mejores condiciones posibles.
La cultura engloba valores y actividades útiles para el ser humana en su relación con la naturaleza y con la comunidad. La cultura goza también de los espacios verdes (que algunos consideran poco útiles, aunque de hecho sean muy valiosos); y goza de la belleza, de la limpieza, del orden... (a pesar de nuestros instintos destructivos). La cultura abarca el cultivo de actividades psíquicas superiores y las tareas intelectuales, científicas, técnicas y creativas... Ahora bien, el rasgo distintivo de la cultura, como ya afirmara Freud (en su libro El Malestar de la Cultura), es el modo y la capacidad que tenemos los seres humanos de reglar  y normalizar la convivencia. De ahí la exigencia del Derecho. De ahí la exigencia de debatir para negociar, consensuar y construir.
Es absolutamente necesario retomar, en este tiempo, la cultura del debate constructivo y de consenso para mejorar la realidad de la comunidad humana.

miércoles, 13 de mayo de 2015

UN NIÑO DE 8 AÑOS Y LA NORMATIVA DESHUMANIZADORA

Para que una persona inmigrante pueda traer a España a un familiar directo parece que se exige, en la normativa vigente, que dicho inmigrante tenga unos ingresos de 798,76 € mensuales. Pero hay que sumar otros 266 € adicionales por cada allegado más que se quiera reagrupar. Según las noticias transmitidas a partir del día 7 de este mes de mayo, Alí demostró que era mil eurista (tenía unos ingresos superiores a 1.065 €). Le faltaban 50€ mensuales para poder incorporar legalmente a Adou, el niño de 8 años, que lógicamente debería vivir en familia. ¿En qué limbo quedaban los derechos del niño? Al padre seguro que se le nubló la mente pero la deshumanización hace ilegítima la norma.
 
¿Acaso no estamos  ante motivos humanitarios que inciden en el sentido del Derecho y obligan a una cierta equidad legal ante restricciones normativistas deshumanizadoras? ¿Acaso tienen más derechos las aves de Doñana que un menor negroafricano? ¿En qué queda el estatuto jurídico del trabajador migrante?
 
No nos volvamos locos, ni reaccionemos precipitadamente. El Derecho, si se aleja del sentido común deja de ser justo y equitativo.
 
Confiemos en que la Justicia Institucional, como Poder del Estado de Derecho, ponga las cosas en su sitio.
 
Según un Informe de la Asociación Requesens:
 
"La reforma del Código Penal, que entrará en vigor el próximo julio, deja la puerta abierta a la absolución de aquellos acusados de inmigración ilegal en los que el tribunal entienda que el delito se cometió por “motivos humanitarios”. Un matiz que ha dejado descolocada a la clase judicial que tendrá ahora potestad para dilucidar qué historias se encuadran en este concepto, es decir, qué línea separaría los casos humanitarios del simple ánimo de lucro".
 
¿No es el niño de 8 años, metido en la maleta, que pasó el control de Ceuta, una viva interpelación frente a la rigidez y la estrechez del normativismo racista?
 
 
                                              Imagen vía Guardia Civil.
 
 
Sin comentarios. No confundamos valor y precio. La vida y la dignidad humana ...no tienen precio.