sábado, 13 de febrero de 2021

HACIA UNA PRAXIS LIBERADORA, DESDE PERSPECTIVAS INTRAMUNDANAS

         En la primera semana del febrero loco del presente año 2021, recibí las aportaciones valiosas de Federico Mayor Zaragoza – sobre la necesaria solidaridad de todos los pueblos frente a las injusticias estructurales -, de Juan José Tamayo –alertando sobre la nueva presencia del fascismo -, y de Benjamín Forcano – sobre la exigencia de hacer real la democracia desde el pueblo, sujeto soberano del poder político - . Sus perspectivas y reflexiones vienen a mostrar que la realidad histórica, objeto de la Filosofía, es “realidad abierta e innovadora por antonomasia”- como  dijera en tiempos Ignacio Ellacuría- .

         Veamos:

         Primero, con Joe Biden en la Casa Blanca, hay una renovada esperanza por la que se retoma el cambio que representó Obama, así como la posibilidad de hacer realidad el sueño de Luther King. El reto actual es el multilateralismo democrático frente a la carrera de armamentos y sus excesivas inversiones diarias, las desigualdades en el mundo global y las injusticias estructurales. Se apuesta, en consecuencia, por la reforma (o la refundación, diría yo) de Naciones Unidas. Las soluciones para transformar en positivo el momento histórico estarían en la democracia, tanto en el ámbito local como en lo global, en pro de todos los pueblos con el fin de escribir todos juntos lo que está por hacer: la liberación y la solidaridad de toda la Comunidad Humana.

         Segundo, con el resurgir de los fascismos, ya el científico de los social Boaventura de Sousa Santos distinguía el fascismo social y el político. En lo social, tenemos el peso del patriarcado y la violencia contra las mujeres, las injustas condiciones laborales y las situaciones de la juventud en zonas periféricas, a lo que Tamayo añade el “sistema prostitucional” que convierte a las mujeres en objetos sexuales de uso y abuso y que llega al feminicidio como la máxima expresión del odio a la vida de las mujeres. En lo político, el fascismo se traduce en un régimen político dictatorial y patriarcal con sentido nacionalista excluyente y xenófobo y con una praxis económica propia  del neoliberalismo depredador de la Naturaleza que antepone el interés individual al Bien Común, deteriorando así el modelo democrático. Volvemos a las andadas del capitalismo salvaje. La Historia se repite reproduciendo lo ya hecho en vez de construir lo que queda por hacer. El riesgo es muy claro: reproducir los aspectos más deshumanizadores  y, a la vez, depredadores de la Naturaleza.

 

         Tercero, la crítica del libre mercado como regla suprema y del neoliberalismo cínico en su afán de “deconstruir” las políticas sociales del Estado de Bienestar lleva a postular necesariamente la realidad humana de la fraternidad y la democracia participativa-económica, conforme a la Declaración Universal de los derechos humanos, así como a postular el sentido garantista de la dignidad humana y de los derechos fundamentales como base y meta de toda política. Pues, como se establece en la Constitución Española de 1978, en el Título VII, “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al Interés General” (art. 128, 1.). En consecuencia, hacer real la democracia, implica que sea el pueblo el sujeto soberano del poder político, “vacuna contra el virus – de ayer y de hoy – que nunca muere. Pero, en verdad queda por hacer realidad, tras estos tiempos de pandemia mundial y coronavirus locales, una praxis social y política servidora y liberadora del pueblo.

        Concluyendo: 

         Una democracia, un multilateralismo, sin solidaridad efectiva y eficiente que no garantice la vida en plenitud del pueblo, y de todos los pueblos de la Comunidad Humana, quedara siempre como insuficiente. La fraternidad universal es clave en estos momentos históricos de transformación real. Por eso, tal vez, convenga recordar lo establecido en la Constitución Española en el artículo 1, 2.: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado". Esa soberanía nacional se comprometió formalmente en a) "establecer una sociedad democrática avanzada" , y b) "colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra". Respeto, pues, a la voz de los pueblos y solidaridad internacional.