viernes, 2 de octubre de 2020

PRO CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA

Si deseamos, de verdad, la Justicia, la Libertad y la seguridad, así como el Bien Común o el Interés General, tendremos que esforzarnos toda la ciudadanía española en garantizar la convivencia democrática, consolidar y no resquebrajar el Estado de Derecho, promover el progreso integral de la cultura y la economía, defender los derechos humanos de toda persona y pueblo; y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra. ¡Menudas exigencias! Pues eso es lo que firmamos en el “Preámbulo” de la Constitución Española, de 6 de diciembre de 1978, que muy pronto va a cumplir los 42 años.

¿Qué valores defendemos de entonces y de forma más actual? Pues la dignidad humana, la libertad, la igualdad, la solidaridad, el pluralismo político de la ciudadanía, y la justicia; es decir, el sentido democrático social y personalizado. Pero…, ¿Tienen de hecho los partidos políticos, los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales una estructura interna y un funcionamiento democráticos?

 Sin duda alguna el sistema democrático puede mejorarse y debe profundizarse de forma continua. Hoy en día, desde Europa, pero siempre abiertos al conjunto del Mundo, como Casa Común, necesitamos también de mucho diálogo y del sentido de la interculturalidad, ya que la “transculturalidad” es una realidad dinámica de nuestro momento histórico abierto al futuro.

¿Qué corresponde a los Poderes Públicos? Pues… promover las condiciones para que la libertad y la igualdad de las personas y grupos -en las que el ser humano se integra- sean reales y efectivas; es más, los poderes públicos, en vez de estar a la defensiva o discutiendo y desplegando marketing, para facilitar la participación de la ciudadanía y de toda persona en la vida cultural, social, política y económica, tienen incluso que remover los obstáculos que impidan o dificulten dicha plenitud democrática.

A estas alturas, dada nuestra mayoría de edad, desde una opción socialdemócrata, no cabe sino ser pro convivencia y bienestar democráticos, en todos los ámbitos y niveles de la vida humana, social, económica, política, cultural; local y global. La provocación destructiva no lleva sino al caos. Es necesario y urgente construir y no destruir.