Desde el lenguaje del Apocalipsis, en el Nuevo Testamento de la Biblia, en medio de circunstancias difíciles por opresión permanente de los más poderosos del Estado de Roma, ya se transmitía entonces, de forma críptica y simbólica, no el fin del mundo sino un mensaje de esperanza y de Nueva Humanidad, “a pesar de” no pocas realidades adversas.
Desde entonces, parece que se nos propone seguir el camino trazado por Jesús, que nunca incitó a la violencia y que sigue invitando hoy a la constancia de nuestra consciencia, en pro del amor comunitario y en contra de la carrera de armamentos y de la confusión entre crecimiento económico y desarrollo integral o plenitud humana.
“¿Qué nos espera en 2023?” es una aportación de Emilio Carrillo que parte de la constatación de la distopía en la que vivimos, es decir, en la realidad histórica actual, estructuralmente injusta y opuesta a toda utopía liberadora.
La conclusión que nos transmite, tras un análisis histórico de la “Edad Contemporánea” es que se avecinan cinco años complicados, del 2023 al 2027, ambos inclusive, en un contexto marcado especialmente por la guerra en Ucrania y las consecuencias que han traído consigo las pandemias, lo que afecta directamente a la salud de las personas y de la propia sociedad, así como a la gestión económica por parte de los poderes establecidos. De ahí la invitación a una renovada toma de consciencia que fortalezca el espíritu y el sentido de nuestra dimensión y energía trascendente.
“De cómo mantener la esperanza en tiempos de crisis” es una aportación de Juan Francisco Ojeda Rivera, que señala, además de la crisis climática y ambiental, la confusión entre desarrollo integral y crecimiento económico, la dualidad entre ricos y pobres –en el mundo global-, la incapacidad para el diálogo, la corrupción y la mentira o el engaño, y la cara mediática que favorece la pérdida de toda esperanza.
La pregunta, pues, es: ¿Cómo mantener la esperanza? Necesitamos de una inteligencia social compartida. La Tierra no es una madre siempre preñada, sino un almacén en el que se pueden ir acabando los víveres. De ahí la importancia de un “eco-desarrollo sostenible” que prime el bienestar de la Humanidad, el respeto de la diversidad, la justicia y la equidad sobre la ganancia de unos pocos – que son élites ocultas del Mundo Global-.
Sólo queda la esperanza en pequeños avances: tomar conciencia moral del mañana (El principio esperanza, del filósofo Ernst Bloch), de lo que todavía no ha llegado a ser; favorecer una metamorfosis hacia una nueva sociedad; promover el diálogo entre los distintos saberes; y defender la igual dignidad de toda persona humana, así como el sentido ecológico respecto de la Naturaleza, nuestra Casa Común.
¿Puede enriquecer la lectura del Apocalipsis?
El Apocalipsis, que quiere transmitir paz y sentido trascendente, tiene dos partes bien delimitadas: La primera dirigida a las siete Iglesias del Asia Menor, Éfeso (que no puede soportar la maldad establecida), Esmirna (que sufre injustamente pobreza), Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia (caracterizada como perseverante), y Laodicea (de cierta tibieza).
A partir del capítulo 12 aparece “una mujer vestida del sol”. “Ella dio a luz un hijo… (El Cordero).” En el capítulo 17 se habla de Babilonia, la prostituta sentada sobre la bestia del mal. El capítulo 18 narra la “Caída de Babilonia”. El capítulo 19 entona los cantos triunfales. En el capítulo 21 se ve “un cielo nuevo y una tierra nueva. El capítulo 22 nos muestra “un río de agua viva”.
¿Qué nos transmite el Apocalipsis? “que el justo continúe practicando la justicia y que el santo siga santificándose”
Añadamos, concluyendo, que el justo no sólo tiene que seguir siendo justo, sino luchar por la justicia y sólo así, tal vez, llegará a ser santo.
Recordemos las Bienaventuranzas de Mateo (cap. 5) y, con hambre y sed de Justicia, trabajemos por la paz personal y familiar, comunitaria y global.