"Padre Nuestro y Madre Tierra" es una versificación que redacté a finales de 1981 y que dejé olvidada en las hojas de "La Generación Comprometida", tercera parte de un librito de la década de los 70, que se titula: Poesía Revolucionaria Guatemalteca. Hoy he recuperado su lectura, su memoria y su contexto en la sierra de la provincia de Huelva, en un pequeño pueblo, donde voy ordenando libros que dejo en manos del futuro (es decir, los hijos y los nietos), gracias al amor que comparto.
Por ser hoy un día en el que, litúrgicamente, en templos de tradición católica (que significa "universal", no se olvide), se acoge el "Padre Nuestro" como la herencia legada para orar , me permito ofrecer, comunitariamente, los siguientes versos:
Padre Nuestro, y Madre Tierra,
que estáis en la sequía y la lluvia
por campos y terruños,
venga a nosotros, en la sierra onubense,
la vitalidad fecunda que nos falta;
venga vuestro reino de gracia,
la lluvia bendita;
la sabiduría, y la justicia
para el campo, el ganado
y posibles minas dañinas
para personas y castaños.
*
*
Háganse vuestras voluntades bienhechoras
entre las personas, hijos de la Madre Tierra,
que cultivan, la trabajan y la transforman.
Háganse vuestras voluntades, entre nosotros,
en los mares, los vientos y los ríos,
y que nos sean favorables.
Háganse voluntades paterno-filiales
entre personas de gobierno
y que no destrocen la Tierra.
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El pan nuestro de cada día
dádnoslo en trabajo,
en salud y vida para los hijos.
Perdonadnos nuestra indolencia,
el ser, tal vez, individualistas
y no del todo solidarios.
Perdonadnos así como nosotros perdonamos
el olvido de los poderosos
y los daños ajenos de la vida.
*
*
Y no nos dejéis caer en la injusticia,
mas libradnos de lo perverso,
incluidas envidias y rencillas,
que acaban con el pobre
con el respeto a la persona,
y hasta con la vida de nuestras vidas.
Amén.