jueves, 21 de marzo de 2019

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LATINOAMÉRICA?


Gracias a cuanto me ha aportado el profesor amigo Juan Francisco Ojeda Rivera, catedrático de Geografía en la UPO, me atrevo a afrontar en un Foro de Comunicación y Debate, en Camas (Sevilla) la pregunta que formula esta entrada: ¿Qué está pasando en Latinoamérica?

         Desde enero de 2009 a enero de 2019, América Latina ha ido cambiando  en su tonalidad política, impulsada desde sustratos “pretorianos” y “elitistas”  hacia opciones neoconservadoras y neoliberales individualistas frente  a los sistemas de otro signo “comunitarista”, más o menos democráticos o  más o menos totalitarios, según los casos (ver Le Monde, nº 780-66e année. Mars 2019, pág. 1 y 10-11: La droite dure à la manoeuvre: Où va l´opposition au Venezuela?, de Julia Buxton, y el gráfico “Vague bleue en Amerique Latine” de Cecile Marin).

         Desde otras perspectivas, Leonardo Boff, a finales de febrero del presente año, nos decía, desde Brasil, que la actual crisis política social reclama profetas, pues si se mantiene el camino abierto de Temer (del Tener, digo yo) profundizado por el ultraliberalismo que domina el confuso gobierno de Bolsonaro y se imponen las reformas propias del mercado competitivo y nada cooperativo, Brasil puede transformarse en una nación de “parias”. Desde España, José Arregi, recordando los tiempos en que el 24 de marzo de 1980 fue asesinado Oscar Romero, que sigue vivo en su pueblo, invita a combatir los abusos de poder –causa principal de toda violencia-, desde la esperanza, la fortaleza y la justicia de forma rebelde pero no violenta.

         Quizás hay una pregunta previa  a la formulada desde el Foro de Comunicación y Debate: ¿Qué está pasando en Latinoamérica? La pregunta se formuló incluso en un libro de 2018: “¿Debe importarnos América Latina?” (1). Ambas preguntas son pertinentes, tanto si queremos promover la liberación integral, al modo de Ignacio Ellacuría- optando políticamente por los medios organizativos más aptos-, como si, optimistas en nuestro mundo cada vez más complejo y multipolar, al modo de Josep Piqué, se mira en todas direcciones, y de modo especial hacia la convergencia del desarrollo humano integral del Atlántico, Europa y África.

         En este sentido, me resultó encomiable la mirada serena de François Houtart, fundador del Centro Tricontinental (CETRI), en la Universidad Católica de Lovaina, y que abordaba desde la preocupación medioambiental hasta la crisis de la hegemonía global o el policentrismo geopolítico (2). De hecho, América Latina está afrontando en pleno 2019 un proceso de profundas transformaciones políticas y económicas. Este año, en verdad, puede marcar un punto de inflexión en la región de una gran parte del Mundo Occidental si tenemos en cuenta, entre otros, los siguientes aspectos:

  1. La ola azul indicada en el conjunto de la región –frente a opciones anteriores supuestamente liberadoras, pero con sus contradicciones.
  2. El primer año de Bolsonaro en Brasil y la situación del Partido del Trabajo.
  3. López Obrador en México, y sus problemas internos y externos.
  4. La crisis política y económica en Venezuela, y su situación internacional a favor de Maduro, o en contra (a favor de Guaidó), y a favor del diálogo o en posición ambigua.
  5. Las tensiones sociales en Centroamérica y la cuestión migratoria con Estados Unidos, bajo el gobierno de Donald Trump.
  6. Los condicionantes de los intereses internacionales, sobre todo de Rusia, China, y Cuba, respecto a Estados Unidos, Canadá y Europa.
  7. Y otros factores propios de cada país, ya sea en México, en Centroamérica y El Caribe, o en la diversidad de América del Sur, en donde operan factores geopolíticos, sociales, económicos, ideológicos, culturales e incluso religiosos.

         América Latina ha despedido el año 2018 como uno de los años de mayor intensidad política y convulsión de las últimas décadas.

         A lo largo de estos meses han emergido algunas cuestiones que marcarán el devenir de la región en el presente 2019. En primer lugar, los problemas que tienen en principio un alcance nacional, pero que pueden generar repercusiones imprevisibles en la zona; y, además, los temas que afectan a varios países a la vez, para los que aún no se ha ofrecido una solución completa.

         El carácter heterogéneo de la región ha quedado nítidamente reflejado recientemente. Países con un desempeño económico muy positivo, como Chile, Bolivia, Colombia, República Dominicana o México, cohabitan con otros en una fase de crisis aguda, como Venezuela, Argentina o Brasil. En el mismo sentido, existen Gobiernos que apuestan por una integración regional marcada por la liberalización de los mercados, mientras otros dirigentes buscan primar la unidad política, lo que lleva a choques entre modelos contrapuestos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América —impulsada por Venezuela— o UNASUR frente a otros acuerdos y organizaciones, como la Alianza del Pacífico o MERCOSUR. Los datos, no obstante, conviene actualizarlos no sólo desde el punto de vista económico sino conforme a los índices de desarrollo humano (IDH).

RIQUEZA NATURAL EN LATINOAMÉRICA

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¿Y SIN EMBARGO?...
         Invitamos, pues, a abordar este tema complejo, con el fin de suscitar reflexión y aportaciones en torno a tres puntos:

  1. La rica diversidad natural de una vasta región del continente americano, conjugando la escala de lo real y lo diverso
  2. Los hitos históricos que han ido conformando la territorialidad política actual dependiente y desigual
  3. La coyuntura actual y sus fenómenos más sobresalientes en la dimensión social: en educación, salud, igualdad y libertad, etc.

Nos interesa Latinoamérica por ser territorio hermano dentro de la Gran Comunidad Humana, pero también por su historia y el peso mundial que tiene ahora –de población y territorio- en el conjunto del Desarrollo Integral de la Humanidad. ¿Dónde puede estar el secreto de las tendencias del futuro inmediato? Quizás en cuál sea realmente, en la práctica, el fetiche del desarrollo: el fetiche jurídico del capital (economicista e individualista) o el fetiche cultural del Bien Común, comunitarista y socializante, (3).    
          Para terminar, una referencia al final del libro de Pedro Baños: El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas (2018), "Un mensaje de esperanza":
"La conflictividad social vivida en el pasado, y que todavía persiste, debería vacunarnos contra ella de una vez por todas. Para conseguir un mundo más armónico ... se hace necesario un cambio de mentalidad. Hay que abandonar el individualismo y el egoísmo y dirigirse hacia un modelo que contemple a todo y a todos los que nos rodean, los cuales deben ser parte intrínseca de uno mismo. Los programas educativos tienen que aunar tecnología y humanidades, para evitar convertir a los seres humanos en cíborgs  o robots. La persona no puede perder su esencia, aquello que una máquina no puede ni tampoco nunca debe tener: moral, conciencia, valores. La voluntad humana no puede llegar a ser sustituida por un aparato, porque, de suceder así, quizá nos encontraríamos ante el final de la existencia de la especie humana...
El mundo nos ha conectado y debemos vernos como parte de un todo diverso y unido. Una solución personal es temporal si no es para todos..."    

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  • (1) Piqué, Josep: El mundo que nos viene (2018), DEUSTO, Barcelona, páginas 173-190.
  • (2) Últimas obras de François Houtart (Bruselas, 1925- Quito, 2017):"Africa codiciada. El desafío pendiente" (2007); "De los bienes comunes al bien común de la humanidad" (2012); "El bien común de la humanidad" (2013); "El camino a la utopía y el bien común de la humanidad" (2014); "El camino a la utopía desde un mundo de incertidumbre" (2015).
  • (3) Ver Salamanca Serrano, Antonio: El fetiche jurídico del capital: hegemonía global mediante los estudios de Derecho (2016), IAEN, Quito, capítulo 4: “Los estudios de Derecho en América Latina y el Caribe”, páginas 79-89

domingo, 3 de marzo de 2019

UN NO Y UN SÍ


          En el contexto de cuanto acontece en el momento histórico presente, cabría preguntarse sobre dónde nos encontramos quienes transitamos de la Dictadura, en España, hacia el Estado Social y Democrático de Derecho. 
         Siendo parte de la Unión Europea, y, tras la declaración institucional del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez (del 15 de febrero del año en curso), que nos convoca a elecciones generales el 28 de abril, parece importante no sólo saber dónde nos encontramos, tras cuarenta años de democracia formal, sino saber hacia dónde queremos encaminarnos.

         Formalmente se nos dice que son logros actualizados en los últimos nueve meses: a) un crecimiento económico respetuoso con el Medio Ambiente y con la creación de empleo digno más estable, respetuoso con los mayores y atento a las exigencias de la juventud; b) la reconstrucción del Estado de Bienestar, dando prioridad a la conjunción de libertad e igualdad, salud universal, educación y servicios sociales; y c) haberse reforzado las instituciones democráticas y respetar la división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.

         ¿Qué ha ocurrido, sin embargo, con ciertas tendencias catalanistas? ¿Por qué fragmentarse? ¿Por qué tanta crispación cuando se necesita diálogo, encuentro y consenso constructivo en España, en Europa, y en las relaciones internacionales y de cooperación?

         Responder a estas preguntas no es nada fácil. La realidad, además de dinámica es compleja e histórica. Personalmente prefiero mirar hacia un horizonte de entendimiento, unión y fortaleza para el Bien Común y el Interés General de toda Comunidad Humana.

         En el grupo de Senatus Trianae, he expresado que durante los últimos nueve meses hemos vivido una especie de “espejismo”.

         La escasez social desértica, los recortes económicos y la necesidad de un poco de agua para aliviar la andadura, nos hizo vislumbrar un oasis que, de pronto, nos ha remitido a un horizonte más lejano. La España de la próxima década, de una nueva generación, y de un renovado bienestar socialdemócrata pasa a ser ese nuevo horizonte, alcanzable pero distante todavía del punto en el que nos encontramos.

         ¿Qué debemos hacer? Esa es la pregunta no sólo respecto al horizonte alcanzable sino también respecto al quehacer diario de nuestro momento histórico, inmersos como estamos en un mundo cada vez más global.

         Parece que lo lógico sería avanzar hacia una España mejor cohesionada social y territorialmente, siendo solidarios ad intra y ad extra, muy especialmente en pro de un desarrollo integral comunitarista, capaz de conjugar la libertad real con la igualdad real ante la ley, ante las posibilidades de realización, ya sea respecto a necesidades básicas como respecto a exigencias que garanticen derechos humanos que deben ser fundamentales en cuanto al trabajo, la salud, la educación, la convivencia familiar, y la dignidad de toda persona humana. Avanzar en España, avanzar en Europa y avanzar en opciones históricas de nuestro Sur, Sur Oeste, pero también en el conjunto de la gran Comunidad Humana, dispersa por los cuatro puntos cardinales.

         Desde nuestro punto de vista, como indica el artículo 6º de la Constitución Española, los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Pero su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Es más, su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.

         ¿Cuál puede ser nuestra brújula que nos oriente hacia el nuevo horizonte, alcanzable?: La brújula la tenemos en el Preámbulo de la propia Constitución.

         En nuestro camino ya orientado, necesitamos de la cohesión social y de la cohesión territorial para conservar y preservar la unidad de España. Necesitamos, además, garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución. Para ello, es fundamental seguir consolidando el Estado de Derecho y proteger a toda persona española y no española, a toda persona, a todos los pueblos de España, a todos los pueblos lejanos o próximos –puesto que nada humano nos es ajeno-, y necesitamos promover el progreso económico y cultural, propios de una sociedad democrática europea y avanzada.

         Finalmente, necesitamos  colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación internacional entre todos los pueblos de la Tierra. Ese es nuestro horizonte constitucional.

         No se nos olvide, transmito desde nuestro grupo Senatus Trianae: “España, como Estado Social y Democrático de Derecho propugna los valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Los poderes del Estado emanan del pueblo español en quien reside la soberanía nacional (ver art. 1º, 1 y 2). “

          ¡Nunca más tendencias totalitarias!
          No a las tiranías ni a los totalitarismos, ya sean estatales o de libre mercado del capitalismo global; sí a las relaciones humanas e institucionales pacíficas y al desarrollo integral.  Ello implica, sin duda, la Unión Política Europea así como la renovación, actualización y reconocimiento de una autoridad mundial en Naciones Unidas, sin vetos ni privilegios de los más poderosos en detrimento de los más débiles. Importa, ante todo y sobre todo, la convivencia y el desarrollo integral de toda la Comunidad Humana.