El primer paso,
para liberarse del “Super Ego” y entrar en el interior de la persona humana es
“El Silencio”.
Permanecer en silencio es algo más que no hablar para tomar
conciencia de la propia pequeñez. Con solo pensar serenamente se sale del
egocentrismo individualista y se siente el palpitar del corazón oyendo
atentamente los latidos del yo verdadero.
El segundo paso,
en “El Sendero de la Verdad” es “El
Conocimiento”. El conocimiento, si trata de ser objetivo, nos aproxima a la
realidad compleja y dinámica, abierta incluso a cuanto nos trasciende. Por eso,
tal vez, nos decían los mayores que el saber no ocupa lugar: “cuantas más cosas
sepas, más luz habrá en el interior”. Reconocer las propias flaquezas puede
producir lágrimas de liberación. Lejos de toda egolatría, el conocimiento abre
al amor, desde el amor a sí mismo.
“No hay nada más hermoso que la luz del conocimiento”. Esa
luz nos invita a dar buenos frutos al modo de un manzano que da buenas manzanas.
El agua fluye, también nosotros. Transformar empieza por transformarse a sí
mismo.
En un proceso liberador nuestro reto personal es desarrollar
potencialidades positivas que miren hacia el Bien Común, respetando siempre la
dignidad de toda persona.
De lo anteriormente dicho y conocido, El tercer paso es la firmeza de la Voluntad en su determinación. Quedan atrás el miedo y la duda de
seguir por el sendero apropiado, en el camino hacia “La Cima de la Verdad”.
El camino parece empinado y difícil pero ello no nos puede
detener. La voluntad de avanzar nos descubre la calidad del sol al atardecer,
la melodía de la suave brisa de la montaña y la belleza de las formas y los
colores de la Naturaleza, que es nuestra Casa Común.
Las lágrimas que broten del corazón derriten la armadura
egocentrista y producen paz y alegría.
Una nueva luz irradia en nosotros: la Luna, el Sol, el
arroyo y todo cuanto nos trasciende nos incorpora al Universo del Amor. Esa es
“La Cima de la Verdad”.
Querido Pepe, gracias por tus sabias palabras y tu síntesis de este breve y bello libro. Es tan obvio su contenido que, no por ello, deja de ser un placer volver a releer.
ResponderEliminarSalvando las diferencias, siempre he querido ver en él un cierto paralelismo con el libro de "El gentil y los tres sabios" de Raimundo Lulio. Donde el autor, buscando el encuentro entre personas y culturas, reconoce que ni la violencia ni el conocimiento harán que nos entendamos. Sólo el amor y la búsqueda de sí mismo apelando a la mística y a la fraternidad universal.
Tu descripción del entorno común como un vergel donde protegernos y encontrarnos, bien pudiera ser un pasaje de un librito de Llull.
¡Gracias y felicidades!
Comparto plenamente el pensamiento del AUTOŔ. PARA SER PLENAMENTE PERSONA HUMANA HAY QUE SEGUIR, PONER EN PRACTICA LA PROPIA PERSONA. EL SILENCIO ES EL PASO PARA EL PROCESO LIBERADOR TOTAL ĎE LA OERSONA. HOY LA SOCIEDAD NECESITA EL SILENCIO
ResponderEliminarĎIONISIO MANSO.
Gracias por los comentarios tras la lectura
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