domingo, 28 de agosto de 2022

POTENCIAR LA VIDA Y NO LA MUERTE

Ese era el mensaje que nos dejaba, en Córdoba, en 1987, el Director General de la UNESCO, M´Bow: “potenciar la vida y no la muerte”. El mensaje sigue siendo muy actual e imperativo. 

 De hecho, con motivo de su toma de posesión del cargo de Director General de la UNESCO, a mediados de noviembre de 1974, Amadou-Mahtar M'Bow expresó, entre otras realidades y exigencias del momento histórico, lo siguiente:

 “La humanidad está hoy condenada a vivir en la era de la solidaridad, si no quiere conocer la de la barbarie. La solidaridad, es en primer término la aceptación de las diferencias, ya sean de orden biológico o producto de la geografía y de la historia. Es renunciar a toda idea de jerarquía entre los pueblos y las naciones. Es abandonar de una vez para siempre la visión histórica de los que, desde la Grecia y la Roma antiguas hasta los imperialismos modernos, si siempre confundieron civilización y potencia y relegaron a la categoría de “bárbaros” tanto a los pueblos subyugados como a los que se negaban a serlo. 

Pero la solidaridad implica aún más: exige que, por encima de las diversidades, se procure edificar, en escala mundial, un nuevo orden económico, social y cultural que supere los egoísmos nacionales y permita al hombre organizar racionalmente su espacio vital, de manera que en él pueda vivir cada uno libre y feliz, en fraternidad con su prójimo, sea el que fuere. Es de temer que el otro término de la alternativa sea, en definitiva, la barbarie, ya que el equilibrio del terror y la acentuación de las desigualdades pueden conducir a enfrentamientos definitivos tras los que no quedarían sino ruinas y desolación, destrucción de cuanto el genio humano ha contribuido a crear desde hace tantos milenios.

 La amenaza no será menor –aun si se asegura la paz– si no se sabe utilizar con cordura el poder que encierra la ciencia. La potencia de cálculo y de investigación que el hombre posee se ha multiplicado en la actualidad hasta tal punto que puede hoy dedicarse al estudio de lo infinitamente pequeño y de lo infinitamente grande. Tanto si se penetra en los misterios de la transmisión genética o se libera de la gravitación para explorar el espacio cósmico, tanto si progresa en el estudio del microcosmos gracias a la división de lo que, ayer aún, parecía indivisible o se lanza a la conquista del macrocosmos, el hombre parece encontrarse en los umbrales de una nueva época, como si dos siglos de progreso de la ciencia convergieran hoy para arrancarle de todas las servidumbres propias a su condición.

 Pero si la ciencia se desviase de su más noble finalidad para ponerse al servicio del mal, esa ciencia misma podría poner en peligro, incluso la existencia de la especie humana, de rebajarla a ésta a nuevas formas de servidumbre, quizá peores que todas las que conoció en el curso de la historia”. 

 De ahí que insistiera, M´Bow, en que un país no puede ser objeto tan sólo de organización política o gubernamental. Lo económico y lo social, en sus diversas manifestaciones, no pueden estar ausentes del programa mundial del país ni de la cultura como elemento social de cooperación internacional. 

 Sin embargo, añadía, desde el final de la guerra de 1945, la guerra no ha cesado nunca. ¿Por qué? Porque las grandes potencias no cesan de instigarse por medio de otros países o Estados donde la guerra se transporta y donde mueren nativos e hijos de las potencias en conflicto. 

 Pensemos, pues, cuál puede ser el resultado mundial o global si algunas centrales nucleares entran en guerra en el frenético despliegue armamentístico que se sufre en la actualidad. 

 Decía, finalmente, M´Bow, que nos encontramos en una época de verdadera crisis consecuencia de querer imponer la propia visión del mundo a otros. En contra de esa realidad de fracaso mundial, pedía al “Mare Nostrum” que fuera lugar de Unión y no de Guerra, y pedía Cultura y la Sabiduría a la descendencia de las tres grandes religiones abrahámicas. 

 ¡SALOM, SALAM, SALUD! 

 Todas las culturas, todas las civilizaciones, todas las comunidades y pueblos deben “POTENCIAR LA VIDA Y NO LA MUERTE”.

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