domingo, 3 de marzo de 2019

UN NO Y UN SÍ


          En el contexto de cuanto acontece en el momento histórico presente, cabría preguntarse sobre dónde nos encontramos quienes transitamos de la Dictadura, en España, hacia el Estado Social y Democrático de Derecho. 
         Siendo parte de la Unión Europea, y, tras la declaración institucional del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez (del 15 de febrero del año en curso), que nos convoca a elecciones generales el 28 de abril, parece importante no sólo saber dónde nos encontramos, tras cuarenta años de democracia formal, sino saber hacia dónde queremos encaminarnos.

         Formalmente se nos dice que son logros actualizados en los últimos nueve meses: a) un crecimiento económico respetuoso con el Medio Ambiente y con la creación de empleo digno más estable, respetuoso con los mayores y atento a las exigencias de la juventud; b) la reconstrucción del Estado de Bienestar, dando prioridad a la conjunción de libertad e igualdad, salud universal, educación y servicios sociales; y c) haberse reforzado las instituciones democráticas y respetar la división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.

         ¿Qué ha ocurrido, sin embargo, con ciertas tendencias catalanistas? ¿Por qué fragmentarse? ¿Por qué tanta crispación cuando se necesita diálogo, encuentro y consenso constructivo en España, en Europa, y en las relaciones internacionales y de cooperación?

         Responder a estas preguntas no es nada fácil. La realidad, además de dinámica es compleja e histórica. Personalmente prefiero mirar hacia un horizonte de entendimiento, unión y fortaleza para el Bien Común y el Interés General de toda Comunidad Humana.

         En el grupo de Senatus Trianae, he expresado que durante los últimos nueve meses hemos vivido una especie de “espejismo”.

         La escasez social desértica, los recortes económicos y la necesidad de un poco de agua para aliviar la andadura, nos hizo vislumbrar un oasis que, de pronto, nos ha remitido a un horizonte más lejano. La España de la próxima década, de una nueva generación, y de un renovado bienestar socialdemócrata pasa a ser ese nuevo horizonte, alcanzable pero distante todavía del punto en el que nos encontramos.

         ¿Qué debemos hacer? Esa es la pregunta no sólo respecto al horizonte alcanzable sino también respecto al quehacer diario de nuestro momento histórico, inmersos como estamos en un mundo cada vez más global.

         Parece que lo lógico sería avanzar hacia una España mejor cohesionada social y territorialmente, siendo solidarios ad intra y ad extra, muy especialmente en pro de un desarrollo integral comunitarista, capaz de conjugar la libertad real con la igualdad real ante la ley, ante las posibilidades de realización, ya sea respecto a necesidades básicas como respecto a exigencias que garanticen derechos humanos que deben ser fundamentales en cuanto al trabajo, la salud, la educación, la convivencia familiar, y la dignidad de toda persona humana. Avanzar en España, avanzar en Europa y avanzar en opciones históricas de nuestro Sur, Sur Oeste, pero también en el conjunto de la gran Comunidad Humana, dispersa por los cuatro puntos cardinales.

         Desde nuestro punto de vista, como indica el artículo 6º de la Constitución Española, los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Pero su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Es más, su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.

         ¿Cuál puede ser nuestra brújula que nos oriente hacia el nuevo horizonte, alcanzable?: La brújula la tenemos en el Preámbulo de la propia Constitución.

         En nuestro camino ya orientado, necesitamos de la cohesión social y de la cohesión territorial para conservar y preservar la unidad de España. Necesitamos, además, garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución. Para ello, es fundamental seguir consolidando el Estado de Derecho y proteger a toda persona española y no española, a toda persona, a todos los pueblos de España, a todos los pueblos lejanos o próximos –puesto que nada humano nos es ajeno-, y necesitamos promover el progreso económico y cultural, propios de una sociedad democrática europea y avanzada.

         Finalmente, necesitamos  colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación internacional entre todos los pueblos de la Tierra. Ese es nuestro horizonte constitucional.

         No se nos olvide, transmito desde nuestro grupo Senatus Trianae: “España, como Estado Social y Democrático de Derecho propugna los valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Los poderes del Estado emanan del pueblo español en quien reside la soberanía nacional (ver art. 1º, 1 y 2). “

          ¡Nunca más tendencias totalitarias!
          No a las tiranías ni a los totalitarismos, ya sean estatales o de libre mercado del capitalismo global; sí a las relaciones humanas e institucionales pacíficas y al desarrollo integral.  Ello implica, sin duda, la Unión Política Europea así como la renovación, actualización y reconocimiento de una autoridad mundial en Naciones Unidas, sin vetos ni privilegios de los más poderosos en detrimento de los más débiles. Importa, ante todo y sobre todo, la convivencia y el desarrollo integral de toda la Comunidad Humana.

2 comentarios:

  1. Querido tocayo:
    Gracias por tus artículos. Sabes que coincidimos plenamente y que navegamos en la misma dirección. JE

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  2. Muchas gracias por la reflexión que me remites al correo sobre la cuestión territorial y el momento que vivimos, en la que se dice, a fin de cuentas: "En cualquier caso, hemos de continuar trabajando por la reconciliación y seguir midiendo las
    declaraciones públicas en una sociedad que tiende a la polarización y absolutiza afirmaciones y
    posicionamientos."

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