En Ética y Filosofía Política, Adela Cortina, en Octubre de
este 2024, nos invita a reflexionar en torno a la Inteligencia Artificial (IA).
De hecho, en el capítulo doce del libro: ¿Etica
o ideología de la inteligencia artificial? apuesta, una vez más, por la razón
cordial frente a la razón instrumental.
El capítulo doce del libro se titula
EDUCAR EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL y consta de cuatro partes:
En la parte 1.
“Inteligencia artificial en Educación”, se considera que es preciso dar
prioridad a la mejora de la Educación, puesto que es indispensable llevar
adelante la tarea de introducir la IA en los procesos educativos ya que la
Educación ha de centrarse en el estudiante, en su crecimiento y felicidad,
recurriendo a la tecnología.
En realidad no
sabemos cuál será la configuración económica, política y tecnológica del mundo
en que han de vivir nuestro nietos y jóvenes actuales pero quizás debamos saber
qué valores morales queremos transmitirles –con independencia de que los
acepten o rechacen libremente-. Adela nos advierte sobre las élites económicas o socio-políticas y las
empresas poderosas, ya sean occidentales u orientales, y considera que la
educación en el siglo XXI debe ir encaminada a “alcanzar el futuro de la
humanidad”, ayudando a formar una ciudadanía democrática y cosmopolita. ¿Ayuda
en eso la IA o bien nos obliga a renunciar a ello porque nos impide ser sujetos
agentes de nuestras vidas?
En la parte 2. “Luces y sombras de la
Inteligencia Artificial", se reconoce que los sistemas inteligentes son
instrumentos útiles para ayudar en el proceso educativo, siempre que no
pretendan sustituir a los educadores, sino servirles de apoyo, o bien llevar a
cabo tareas de sustitución cuando la presencialidad es imposible. Sin embargo,
a pesar de los beneficios, hay unas limitaciones que conviene tener en cuanta,
pues la brecha digital incrementa desigualdades, y no es nada fácil garantizar
la utilización ética, equitativa y no discriminatoria de la IA; además hay que
garantizar una educación inclusiva y de calidad para toda persona al igual que una selección adecuada del
profesorado. La relación inter-personal es insustituible. Hay que tener mucho
cuidado con los plagios, que son inaceptables, así como en la pérdida de
puestos de trabajo. Si la IA sustituye fuerza de trabajo humano, urge plantear
cómo organizar el mercado laboral y el conjunto de la estructura social de modo
que se respeten derechos económicos, sociales y culturales en la nueva
situación.
En la parte 3. “La autonomía personal y
la capacidad crítica en peligro” nos recuerda que no basta con tener
información sino que es necesario conocer y pensar. Es, pues, necesario evitar
la superficialidad y la polarización o el triunfo de la razón instrumental al
servicio de una sociedad de consumo y comercio o al servicio del poder del
Estado correspondiente. Es importante formar en la excelencia y no caer en la
mediocridad. Y todo ello con sentido público responsable.
El punto
4. "¿Qué hacer? Educar en una autonomía cordial”, urge a salir de la espiral del
consumo compulsivo y de la carrera desenfrenada de la carrera de armamentos.
Sabemos que nuestras sociedades son estratificadas y en consecuencia las
personas consumidoras no nos vemos unidos en un único interés: "Somos grupos muy
diversos, con muy distintos intereses” (obra y capítulo indicado, página 220).
Pero también puede afirmarse que “existe una racionalidad que trasciende el
ámbito instrumental. Es la racionalidad comunicativa”.
Consecuencias prácticas: dialoguemos; importa asumir responsabilidades como personas autónomas,
estrechamente vinculadas por lazos de solidaridad. Los sistemas inteligentes
deben ser instrumentales y estar al servicio de la inter-subjetividad entre los
seres humanos y al servicio y cuidado de la Naturaleza, Casa Común de todas las
personas. Para lograrlo es preciso educar y educarse en la unión de corazón y
razón. Respiremos hondo (al estilo Oriental); asumamos como propia lo que Adela
Cortina denomina: “Razón Cordial”.