Hace tiempo, por noviembre de 2008, en el espacio serrano, escuché en
mi interior algunos ecos de Juan Ramón Jiménez sobre el espacio y el tiempo,
categorías que utilizamos en nuestra máquina cerebral para situarnos en la vida
humana.
Ahora, en agosto de 2013, en pleno boom turístico-costero, ante
atardeceres incandescentes de estas sierras interiores de castaños y dehesas de
alcornoques, retomo aquello que escribí. Me parece que expresa lo que no
es fácil contar ni describir ni pintar… Por eso reproduzco estos dos poemas
"Espacio" y "Tiempo", que he retocado, a estas alturas ya
jubilado, cuando me encuentro con que tengo historia y con que, mi vida,
gracias a los demás, y a todo cuanto incide en ella, no es vacío sino un don
del que sigo pudiendo gozar.
La vida entera es un poema
Sostenido sólo por la
sorpresa,
El ritmo, el hallazgo,
La luz, la quemazón,
Ilusión y búsqueda viva
De la propia esencia.
Nuestras vidas son como la
música,
Sucesión de hermosura
Rota por notas estridentes,
Vida deleitosa, inexplicable
a veces,
Inefable expresión cifrada
Entre mariposas negras y
blancas.
Puede que haya una salida,
Un punto, la luz, una
estrella,
Edén, Oasis, Paraíso, Cielo,
Pero sin serlo,
Sin más realidad que el mar
y la tierra,
“Eros” y “Thánatos”, amor y
… guerra[2].
¿Acaso somos
eternidad?
Podemos crear anhelos de
eternidad
En el amor…, cuando
queramos.
Todo es nuestro
En el palpitar que no cesa,
Que no se agota ni se cansa;
Y aunque se canse…,
Podemos crear anhelos de
eternidad
Compartiendo nuestro yo con
el otro.
¡El mar! El sol, la luna,
Quemante amar en las arenas…
Pero, ... viendo
esclavos bajo plásticos,
Lloro en silencio…
En mis entrañas,
con desconsuelo.
¡El aire! … El árbol, el
otoño, el agua
¡Qué hermosura andar libre
entre las dunas!
Pegadas mis dos alas en
alerta,
Lejos de ejércitos y
armadas,
Me pregunto quién es el
otro,
Hundido en el mar lo suyo
todo.
Por el “de suyo” … vuelvo a
mi conciencia,
¡Contigo! …
Al atardecer... del verano.
Junto a la lumbre, en la
candela,
El invierno;
¡Contigo, juntos!
Tiempo[3]
El tiempo modula los
colores:
Los blancos, los verdes,
Los amarillos y los rojos,
El malva y el pan de oro;
El tiempo modula las luces,
La intensidad del rosa en
los atardeceres.
También modula el tiempo
Los átomos y la materia,
Los años de la Tierra
Y el canto de los
ruiseñores,
El rumor de los mares,
La vida humana: naturaleza e
historia.
El tiempo modula a los
animales
A mujeres, niños y hombres;
A esos hombres viejos,
Y a estos otros…
Como los astros…
También al eterno dios
inmanente,
Voz interior inseparable.
Con el tiempo llega el
golpe del hacha,
La guerra,
Ese dios de las armas:
¡La crematística malvada!
No sólo las espadas…,
No sólo los cañones,
No sólo la hoz y el martillo,
No sólo las flechas y el
yugo,
Entre las izquierdas y las
derechas;
Sino los conflictos
mundiales,
Sino… la destrucción masiva
Enfrentando etnias y
religiones,
Civilización y culturas.
Mirando, ¡ay!, de la fuente
sus sombras[4].
¿Qué es
el tiempo?
¿Qué el
espacio?
Son hermosa noche de luna,
Pero también la noche
oscura,
El gris rojizo sobre el
blanco,
La nueva flor del limonero.
En medio y fuera de todo,
Amor de enamorados,
Tu poesía,
La vida,
Un don divino.
…
Pero vida envenenada por nuevas
guerras
Presentes, trágicas,
racistas,
Interesadas….
Pero no son el final,
Ni siquiera el principio
Preñado de amor,
Repleto de esperanza
¿Cuál es el final?
¿Alguien lo sabe?
¿Lo sabe la materia?
¿Lo saben las eternidades?
¿La Trascendencia?
Espacio y Tiempo son en el
presente:
Ayer que fue pasando,
Aurora del mañana,
En un encendido ocaso
De nuestra “Mama Tierra”.
Este poema transpira el sentir y el decir de lo escrito
por Juan Ramón sobre “ESPACIO”, publicado en segunda edición facsimil por la Fundación, en 1996.
El tema clásico en Grecia del amor y la muerte ha sido
retomado en la modernidad por la psicología profunda analizando las complejas
tendencias humanas de amor y vida, destrucción y muerte.
Ver los escritos de Juan Ramón que llevan por título
“TIEMPO”, en la edición facsimil antes
mencionada.
Como médico que ausculta a la sociedad, del otro lado del
atlántico, observando a la juventud norteamericana, decía Juan Ramón: “este
gran país va también a la guerra… ¿No quedará un rincón del mundo en paz? La
paloma de la paz, ¿volará del todo del mundo?”