Tengo ganas de sugerir, desde mis últimas idas y venidas al África Negra, algunas reflexiones sobre posibles exigencias de liberación personal y familiar, social y cultural o religiosa, económica y política. Pero quizás sea una pretensión muy osada. No basta con compararse con los animales. No basta con una antropología filosófica o física, ni con conocimientos de antropología negroafricana o greco-latina... No basta. El animal humano es a la vez complejo, dinámico y tiene historia y capacidad de pensarse a sí mismo. ¿Por dónde empezar, pues?
Probablemente, lo primero es observar el comportamiento, como secuencia del pensamiento, como actuación sobre el entorno físico y social, como reacción ante estímulos positivos o negativos, como lucha por sobrevivir y reproducirse o por dominar lo otro, por defender un territorio o lo que se considera propio y por ser más que los demás...
Pero, ¿cómo entrar en el pensamiento que es interior y proponer nuevas pautas de comportamiento? ¿Por medio del lenguaje? ¿Por medio de la autoconciencia y la consciencia? ¿Cómo lograr transformar efectivamente aquello que dificulta un desarrollo más integral y solidario?
Hace un mes contacté con el investigador José María Delgado García, referente en el mundo de la Fisiología y la Neurociencia. Me parecía importante antes de arrancar, sobre las bases de mi propia experiencia, los conocimientos antropológicos de antaño y los filosóficos heredados de Ignacio Ellacuría, que tienen muy en cuenta la tridimensionalidad del ser humano, individual, social, e histórico. Pero me parecía esencial también la vuelta a África donde la comunidad familiar y tradicional, es anterior al individuo, en contraposición al individualismo occidental o europeo, renacentista, ilustrado, moderno o postmoderno.
He empezado a leer un libro que me ha regalado José María y del que ya había leído "¿es la cara el espejo del alma? -sobre fisiología de la expresión facial-. Ese libro, que me está "encantando" y hasta divirtiendo, se lo había regalado yo, hace apenas un año, a mi hija Inés con motivo de su Master sobre comunicación institucional y política. Creo que no tiene desperdicio. el libro en cuestión se titula Lenguajes del cerebro.
Este texto que ofrezco ahora es sólo un modo de formular una pregunta que me parece ineludible si queremos liberarnos por ejemplo del peso de la tradición sobre la propiedad privada de los medios de producción, sobre apropiaciones indebidas de lo que es Bien Común o sobre el dominio jerárquico del hombre sobre la mujer. He elegido la foto de la leona y el león sentados en una roca del Zoo de Bamako porque su pose y sus miradas pueden ayudarnos a pensar sobre ellos y sobre nosotros mismos, sin duda alguna.
Seguiremos, pues, en la tarea nada fácil de entender y tratar de transformar nuestra animalidad humana. Para ello no estará nada mal intentar una respuesta sobre qué es lo que pensamos y cómo pensamos y actuamos nosotros mismos.