En el tren AVE, Madrid-Sevilla, he venido leyendo en torno al tema de la ciudadanía democrática, pero también sobre las noticias más escalofriantes de las recientes muertes, por naufragio y comercio mafioso, en las aguas del Mare Nostrum, a no se cuantas millas -dicen- de la ciudad marroquí de Alhucemas. Pero cuando he llegado, andando, frente a la "Casa de las Especias", muy cerca de "Puertas Sinaí", he sufrido un sobresalto viendo un conjunto de libros apilados junto al contenedor para reciclar papel. ¿Estaremos derivando hacia la locura y la incultura?
Los libros que he rescatado del "fuego" son de Rafael Alberti, de Jorge Amado, de Borges, de García Lorca; El viejo y el mar de Hemingway, El lobo estepario de Hermann Hesse, y Tirano Banderas de Ramón del Valle-Inclán; he guardado celosamente, además, libros de Ortega, de Sartre y de Unamuno... ¡Increible pero cierto!
Sin embargo, desde el jueves, hacia la una de la tarde, sólo se han rescatado 18 supervivientes de una patera en la que iban 68, según el testimonio de una mujer del Tchad, que sigue viva gracias a su embarazo..., y a una mano amiga ¡Es horroroso lo que estamos viviendo!
Entre 2000 y 2005 conocí realidades inhumanas, calificadas como "efectos no deseados", de las migraciones en el paso del Estrecho. Cuando ya, en las competencias sociales autonómicas, no tenía responsabilidades ejecutivas en Andalucía (quizás por haber interferido en las nacionales) colaboré en un trabajo de investigación, a petición de Cheres Dobarco, con la profesora Gemma González Ferrera y con José Manuel Vera Borja. Me ayudó muchísimo en esa investigación un profesor, actualmente Doctor, negro africano, con quien he compartido tareas docentes en Filosofía del Derecho, Teoría de la Cultura y Filosofía Política. Me ayudó también el que hoy es especialista en interculturalidad y en Ramón Llull, además de un historiador marroquí socialmente comprometido. La investigación realizada por tres equipos: de Cádiz, de Marruecos y de Sevilla, se publicó bajo el título: África, 14 Kms. al Sur de Europa. El análisis realizado entre 2006-2008 estudió los movimientos migratorios entre el Norte de África y el Sur de Andalucía. El estudio y la investigación, una y otra vez nos llevaba hacia las rutas clandestinas que arrancando del sur del desierto, se eternizaban de un lugar a otro hasta alcanzar un punto cercano a Ceuta o Melilla, o un punto o ciudad donde embarcar en pateras en manos de personas mafiosas, sin escrúpulos... -a quienes no se les perseguía... ni se les persigue-. La pobreza, en estos casos, se fuerza a que sea invisible, hasta que vuelve a dar la cara. En Marruecos, hubo un tiempo en que los negros no se veían por las calles, pero esas personas estaban allí y albergaban un proyecto de vida desde su salida del país de origen.
La emigración es un proyecto de vida, como bien sabemos los españoles, proyecto de vida que cambia según las circunstancias, los lugares y los momentos favorables o desfavorables. Pero la emigración no resuelve los problemas del subdesarrollo económico.
El Desarrollo Humano Integral no se contempla conjugando la doble nacionalidad o ciudadanía del lugar de origen y del lugar donde se trabaja o se vive, ambos parte de una realidad superior, el Mundo, Casa Común de la Comunidad Humana. El desarrollo se contempla como "nosotros" y "ellos", como desarrollo económico y como subdesarrollo -confundiendo una vez más crecimiento y desarrollo, valos y precio.
Echar por la borda la cultura, echar al fuego los libros fruto de diversas culturas y saberes, es un modo evidente de no querer promover nunca el Desarrollo Humano ni el Co-Desarrollo-Solidario. Pero las muertes en el Mare Nostrum, la negatividad de las fosas comunes y de los expedientes archivados con un sólo número, sin nombre ni referencias locales, la negatividad de los nichos "cuanticos", los "sin papeles", y los cientos de miles que esperan el reconocimiento de la nacionalidad, para así recuperar la ciudadanía plena, están clamando al cielo o están exigiendo la refundación de Naciones Unidas, desde un cambio global de las mentalidades excluyentes, o desde un cambio cultural humano.
Renunciar a la cultura, no respetar la diversidad de la producción y expresión cultural es la muerte. Sólo la Cultura, sobre todo si es creativa, puede hacer posible un mayor y universal respeto a la dignidad de la persona humana. Dejar morir, o "matar" al otro, simplemente porque es "otro", distinto y diferente a nosotros mismos, es matarnos a nosotros mismos como personas al convertirnos en asesinos.
Es como echar los libros al contenedor de papel para el reciclaje, es como echar los libros a la hoguera, es decir, es una gran locura.... Dejar morir a personas jóvenes e inteligentes, que tienen un proyecto de vida y que buscan realizarse, es una simple locura del sistema actual de fronteras y de tráfico perverso y mafioso de personas. Es un "contra Dios", es la negatividad de todo Derecho.