lunes, 2 de abril de 2012

ANDALUCÍA ANTE EL RETO DEL INTERÉS GENERAL

Desde las elecciones políticas a la representación parlamentaria de la Comunidad Andaluza, del día 25 de marzo, ha pasado un tiempo suficiente para hacer una reflexión serena, sobre todo ante los retos de paro y recesión que conviene afrontar. Lo primero, quizás, es tener en cuenta el porcentaje de no participación, cifrado en torno al 38%. Viene después, conforme a la ley electoral, el reparto de escaños: 50 PP; 47 PSOE; y 12 IU. Pero queda ahora, cómo formar gobierno y cómo responder institucionalmente a los retos que se plantean en la Comunidad.
En mi opinión, para acometer los problemas que se plantean en la situación actual quda desfasada la partitocracia y el partidismo. Lo primero, sería el reconocimiento de los propios errores y delitos históricamente acumulados. Ello implicaría, en segundo lugar, una voluntad de reparación social, mirando el Bien Común (frente a los males comunes, deterioros institucionales y corrupciones sistémicas y puntuales) o, en términos contractuales, mirando el Interés General (más allá de minorías y mayorías). Sólo alcanzado este segundo punto, que implicaría, al menos, a fuerzas económicas, políticas, religiosas y culturales, se podría llegar a recuperar un sentido nuevo y ejemplar de consenso para que fuera la sociedad y no los partidos y/o las fuerzas económicas y sindicales, los que se beneficiaran de la acción política. Habría que escribir la Política en mayúscula y no en minúscula. Ese es el reto de este momento histórico.Lo que no es de recibo es que se pretenda insultar a la inteligencia y violentar los sentimientos.
Ya está bien de demagogia:
1) Hablar del Nuevo Frente Popular de Andalucía es o sería no tener dos dedos de frente y desconocer la historia, tanto en su vertiente de pasado como en su proyección hacia el mañana.
2) Considerar la "normalización social y económica" como supeditar la política a las fuerzas económicas sería tan estúpido como supeditarla al estalinismo, a la dictadura pasada o a las fuerzas sindicales, necesitadas de urgente regeneración. Así nos va en Europa por no haber logrado una Federación Política, en la que incluir la Unión Económica, cuya operación maquinista puede descarrilar el tren, con los diversos y dispares vagones.
3) Tener una visión de Andalucía de tierra subsidiada y a sus poblaciones como poco trabajadoras y demasiado festivas, es una percepción sesgada, desconocedora de la realidad. La realidad de la realidad no se corresponde con ese "cliché" negativo, aunque, a veces, se haya dado motivos para ello.
Sigamos. Juan Francisco Ojeda Rivera me ha facilitado información sobre lo anteriormente indicado. Pero conviene centrarse en la realidad que tenemos entre manos. ¿Cómo hacer factible la gobernabilidad más allá de tendencias cainistas, de enfrentamiento pseudoideológico y de clases sociales?
Uno de los deberes mayores de la socialdemocracia, además de su propia regeneración política y sindical, es la conjunción ideológica de la libertad y la igualdad efectivas, removiendo los obstáculos que la dificulten. Coherentes con ello, lo primero es promover, fomentar y garantizar empleo y trabajo como realización personal en la comunidad. Se sabe el alto índice del paro, aunque también se sabe de economía sumergida (o subterránea, como dirían los franceses), y se conoce ese más del 50% de paro de la juventud en edad de trabajar, lo que impulsa a la fuga de personas ya formadas hacia otros países de la UE y hacia otros países y continentes no comunitarios. Pero para fomentar, promover y garantizar empleo, debe haber un Pacto Capital Trabajo. Luego, ni el PP ni los empresarios pueden quedar fuera de ese pacto. Máxime cuando Andalucía tiene un déficit de "masa empresarial" y también de "Cultura Empresarial". En segundo lugar tendría que auscultarse el por qué del 38% de abstención que afecta sobre todo al PSOE (por sus actuaciones institucionales ya cansinas y sus corrupciones de antaño y de ahora) y también al PP (por sus actuaciones más recientes supeditadas al mercantilismo o la especulación monetaria y por las corrupciones internas e institucionales que van siendo ya patentes). Ambos partidos parecen desconectados de la ética, de la realidad social, y de la juventud que no accede al trabajo. En tercer lugar, conviene ver con objetividad el abanico del 62% de votantes que ha renovado su confianza, por este orden, al PP, al PSOE, a IU... y a los minoritarios UPyD, PA y EQUO.
Es claro que si la abstención es el 38%, el PP no llega al 25% de la población y tampoco el PSOE alcanza otro 25%. En consecuencia IU tiene a penas el 10% real (aunque haya mejorado) y los otros partidos se reparten en torno al 2% realmente, sin lograr ninguno de ellos representación parlamentaria, ni por defensa de la Unidad y la Democracia, ni por el Andalucismo, ni por la defensa del Medio Ambiente y el Pensamiento Alternativo.
Cabría, pues, esperar una buena dosis de humildad y, dada la situación en la que se está, mostrar disposición para arrimar el hombro entre todos y tratar de resolver los problemas, fomentar un espíritu positivo contractual y afrontar un único idel: el interés de todas las personas que viven en la Comunidad Andaluza. Divididos sólo se acrecentarán las desigualdades y los enfrentamientos.
¿Cómo lograr un buen acuerdo contractual que pueda servir de referencia? Tratando de ser objetivos, repartiendo el poder institucional proporcionalmente, e incorporando incluso lo mejor de los que no han alcanzado representación parlamentaria. ¿Y cómo es eso factible? Dejando de ser partidistas y ególatras.
Si parece clara una opción social, tendente a la defensa del principio de la igualdad, que el Ejecutivo se forme con esa tendencia, en defensa de Andalucía, de la Unidad y la Democracia, del Pensamiento Alternativo, y de la responsabilidad de lo público, incorporando la opción ética en el comportamiento de los altos responsables políticos y sindicales. Pero como también es clara la tendencia a favorecer el principio de la libertad en la iniciativa empresarial, económica y comercial, acuérdese que la segunda autoridad institucional de la comunidad, es decir, la Presidencia del Parlamento, la asuma el máximo representante del PP, para que el Parlamento sea un órgano vivo, legislativo de deliberación y consenso, donde se faciliten las actuaciones de las distintas comisiones, sociales, económicas, de investigación... y otras.
¿Por que no firmar un pacto de estabilidad y gobernabilidad que sirva de referente? ¿A quién no interesa? Que se diga. Si se dice con claridad podremos saber si se defiende el Bien Común y el Interés General o si se defienden intereses partidistas.