viernes, 26 de agosto de 2011

Más allá de Ideales Políticos

Un alumno erasmus de Filosofía Política (ERC), que ha estado por Holanda durante el curso 2010/2011, ha aceptado enfrentarse a la lectura del libro Ideales políticos, de Bertrand Russell (un libro muy actual pero escrito en 1917).


Al iniciarse en la lectura del libro, le resulta interesante una afirmación que lleva a cabo el autor, prácticamente al comienzo de libro: “El objetivo de la política, tendría que ser lograr que las vidas de los individuos fueran lo mejor posible” (Russell, B. 1917)[1] Esta idea es enlazada con la existencia de dos tipos de bienes, que responden a dos impulsos diferentes.


Hay unos bienes sobre los cuales es posible la posesión individual y hay otros tipos de bienes que pueden ser compartidos por igual. En primer lugar nos encontramos, dice, con los llamados impulsos posesivos, que son aquellos que tienden a poseer aquellos bienes privados que no pueden ser compartidos. En segundo lugar nos encontramos con los impulsos creativos, los cuales facilitan la utilización y disponibilidad de aquellos bienes que no son susceptibles de posesión.


Desde el punto de vista de Bertrand Russell: “la vida mejor es aquella en la que los impulsos creativos representan la mayor parte y los impulsos posesivos la menor” (Russell, B. 1917)[2]


Siguiendo esta idea, los Estados deberían empeñarse en potenciar los impulsos creativos. Sin embargo, las instituciones del sistema capitalista se basan en dos elementos: la propiedad y el poder. Ambos son bienes posesivos; y, además de que las instituciones capitalistas se basen en ellos, ambos están injustamente repartidos. Esto es así porque el sistema económico capitalista concentra la iniciativa en un reducido número de hombres muy ricos, que son los que manejan la situación, sin dar posibilidad al desarrollo de los impulsos creativos, que deberían representar la mayor parte de la vida de las personas.

En el contenido del libro, nos encontramos con el análisis que el autor lleva a cabo de los sistemas capitalista y socialista. En lo referente al capitalismo, el autor es simple y conciso: “El capitalismo y el sistema salarial deben abolirse” (Russell, B. 1917)[3].


Explica el autor que el capitalismo y el sistema salarial están devorando el mundo porque no frena los impulsos depredadores del hombre ni la injusticia económica. De este modo, se postula la necesidad de un nuevo sistema que ayude a frenar estos dos elementos, y que sea capaz de acabar con la tiranía del empresario-capitalista, dotado de gran poder. El nuevo sistema debe ser tal que pueda ayudar a los trabajadores a salir de la miseria en la que se ven o se vean sumidos. Pues el capitalismo no favorece la producción de todos y para todos, no asegura la justicia distributiva, no proporciona seguridad frente a la miseria y no favorece en realidad los impulsos creativos. Con este sistema hay que pasar página.


Ahora bien, como Bertrand Russell fue un claro defensor de la paz y de la democracia, explica que dicho cambio del capitalismo debe hacerse por medio de un proceso pacífico y democrático, rompiendo así con la idea de la dictadura del proletariado profesada por los socialistas.



Una vez que el autor explica su postura sobre el capitalismo, se centra en el análisis del socialismo y los peligros de este. En palabras del autor: “El socialismo de Estado, incluso en una nación que adopta la forma de una democracia política, no es un sistema verdaderamente democrático” (Russell, B. 1917)[4]

Russell muestra, pues, su rechazo al sistema opuesto al capitalismo, explicando que el poder de los funcionarios es bastante menos peligroso que el poder de los capitalistas, ya que los primeros no tienen intereses económicos que sean opuestos a los de los trabajadores asalariados, pero también considera que eso se trata de una enorme simplificación de la naturaleza del ser humano, ya que, tal y como se puede observar en cualquier organización de grandes dimensiones, especialmente en el Estado, los funcionarios y los legisladores se encuentran muy alejados de los trabajadores, y en ningún momento son capaces ni siquiera de aproximarse a las condiciones de vida que tienen los trabajadores en virtud de la aplicación de decisiones que han salido de ellos mismos.


Bertrand Russell, afirma mi alumno, explica cómo el socialismo de Estado no ayuda a conseguir los verdaderos fines de la democracia.


De hecho, en la obra Por qué no soy cristiano, se ve una clara opsición al socialismo de Estado. Pues dice: “Creo que todas las grandes religiones del mundo – el budismo, el hinduismo, el cristianismo, el Islam y el comunismo – son a la vez falsas y dañinas” (Russell, B. 1927)[5].


En efecto, en su dura crítica sobre las religiones y el papel que estas han jugado a lo largo de la historia de la humanidad, las iguala al comunismo, expresando así su oposición a éste, mostrando y afirmando que es falso y dañino para el mundo.

Posteriormente, el autor pasa a analizar la libertad individual y el control público. Explica Bertrand Russell, que es obvio que una sociedad necesite de la ley y del orden para sobrevivir, pero también explica que, por lo general, dicha ley y orden son reacios a las innovaciones y a los innovadores, lo cual está en clara conexión con el impulso creativo, antes mencionado y que debería conformar la mayor parte del comportamiento humano, cosa que no ocurre en la realidad.

De la lectura del libro, observa mi estimado alumno cómo la libertad individual es necesaria y fundamental para el desarrollo del pensamiento y de las ideas, pero cómo dicha libertad es incompatible con el control público que, como bien sabemos, se encuentra más presente en el socialismo de los Estados comunistas que en el capitalismo. Por lo tanto, si partimos de la base de que “la iniciativa individual constituye un ingrediente fundamental de la educación y, en general, de la vida intelectual” (Russell, 1917)[6] es claro que el propio Estado debe de fomentar e instruir en un tipo de educación que sea capaz de promover entre las personas no el individualismo sino la capacidad intelectual personal, pero no una educación que se adapte o supedite a las ideas de la clase gobernante.

En el último capítulo de la obra, Bertrand Russell hace referencia a la independencia nacional y al internacionalismo. Muestra el autor que, en lo referente a las relaciones entre Estados, no se cuenta con una ley o con un gobierno central que esté por encima de todos, ya que los Estados son reticentes a la cesión de soberanía. El autor, en plena I Guerra Mundial, indica que “No podrá haber una paz duradera en el mundo, ni ninguna decisión sobre cuestiones internacionales basada en el derecho internacional, hasta que los estados no estén dispuestos a renunciar a parte de su soberanía absoluta…” (Russell, B. 1917)[7].


En su pensamiento, se adelanta a su tiempo y explica los problemas de la falta de unión y consenso por parte de los Estados, ya que habla de la necesidad de unión, cuya carencia había propiciado la I Guerra Mundial. Y tendría, además, que producirse la II Guerra Mundial.

Difícilmente pudo el autor imaginar que el fin de las guerras en Europa vino de la mano de ceder soberanía por parte de los Estados Europeos, y que, con el devenir histórico, terminó alumbrando el proyecto de la Unión Europea. ¿Por qué no avanzar más y más en ese sentido?

Como conclusión de la obra, afirma ERC, cabe decir que es interesante el repaso inicial que el autor hace a lo que deberían ser los objetivos del Estado y al tipo de comportamiento o impulso que dicho Estado debería promover entre sus ciudadanos. Comportamiento que no es promovido ni por el sistema capitalista ni por el sistema socialista, sobre los cuales señala de forma muy objetiva sus desventajas.


Para un joven erasmus resulta curioso cómo Bertrand Russel apuesta por un cambio del sistema capitalista, el cual según sus palabras, “está devorando la vida en el mundo” (Russell, B. 1917)[8] pero sin caer en la siempre fácil retórica revolucionaria socialista, ya que a la misma vez que denuncia las injusticias del capitalismo avisa de los peligros del socialismo.

Considera Bertrand Russell, que la libertad individual es necesaria y fundamental, explica que los Estados deberían preocuparse por implantar un tipo de educación que desarrolle dicha libertad individual como personas. Pero la gran verdad es que ningún tipo de sistema lo ha hecho. No lo hizo el socialismo comunista durante su época de esplendor ni lo hizo el capitalismo, y por supuesto tampoco lo está haciendo, lo cual hace que la sociedad siga en el mismo punto de partida, imbuida por un sistema capitalista, que no da lugar al desarrollo de la libertad individual.


Tal vez se queda en el tintero del erasmus joven un aspecto importante sobre el necesario control político del afán desmesurado de posesión que es prácticamente lo que dificulta la libertad de todos. Pues como ya se dijo en su día, desde EEUU, tan peligrosa es la dictadura del proletariado como la dictadura del capital organizado. Bertrand Russell, tras su propia experiencia e itinerario vital e intelectual viene a ser una conjunción de pensamiento liberal empírico y creativo con la opción por el socialismo democrático.


Más allá de los Ideales Políticos de Bertand Russell hay que seguir creando y transformando la realidad histórica. En el devenir histórico, es más lo que queda por hacer que lo ya hecho. Hay que pasar página del comunismo stalinista, dictatorial, y de la actual dictadura del capital mercantilista y especulativo. Pero ello se tiene que hacer con más y más democracia real, internacionalmente solidaria, por medio de la Federación de Estados, y por medio de la refundación de Naciones Unidas, con capacidad para supeditar el Capital y la Banca Mundial a los intereses generales de la Humanidad.

Bibliografía consultada:

- Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Vazquez Guisán, M. (traducción) España, Tecnos, 2009.
- Russell, B. (1927) Por qué no soy Cristiano, Martinez Aliani, J. (traducción) España, Editorialsol90, 2010.



Notas:

[1] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 29 – 30.
[2] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 32 - 33
[3] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 53
[4] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 77
[5] Russell, B. (1927) Por qué no soy cristano, Editorialsol90, pag 17
[6] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 104
[7] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 125
[8] Russell, B. (1917) Ideales Políticos, Tecnos, pag 53

martes, 23 de agosto de 2011

LA JUVENTUD ANDALUZA EN EL CONTEXTO EUROPEO

Sobre la Juventud en Andalucía, puesto que lo importante es considerar la trascendencia en el desarrollo de la historia humana, he procurado, en el momento actual, esbozar algunas necesidades que detecto respecto de la emancipación y el trabajo, la participación social, cultural, económica y política, y sobre la calidad de una vida sana, deportiva, profesional, culta y emprendedora, amante de la igualdad y respetuosa con el medio ambiente.

Los documentos de referencia que he utilizado, además de mi propia experiencia y observación directa, son:

1) Libro Blanco de la Comisión Europea. Un nuevo impulso para la juventud europea, Bruselas, 21.11.2001; COM (2001) 681 final.
2) La situación social de los jóvenes en Andalucía, IESA/JTA ANDALUCÍA, Sevilla, 2003 (ver actualización 2010).
3) Proyección de la población de España a Corto Plazo, 2008-2018, INE, Madrid, 2009
4) Sistema de Información Demográfica de Andalucía. Principales Indicadores, IEA, Sevilla 2010/2011
5) II Plan Integral de Juventud 2011-2014(“Plan Gyga”), BOJA, nº 40, páginas 97-113, Sevilla, febrero 2011.

De la observación, necesariamente subjetiva, y del estudio de la documentación me atrevo a entresacar los siguientes puntos:

* En Europa, los jóvenes constituyen un grupo dinámico, complejo y heterogéneo, en plena transformación y con un cierto grado de movilidad (según necesidades y estudios), con capacidad de adaptación y con deseos de influir en el mundo laboral y en política y de poder decidir sobre su realización personal y estilo de vida –por no estar conformes con la situación actual de precariedad y dependencia-.
* El proyecto europeo es joven, en continuo proceso de formación y debate, cuyo futuro depende en gran medida de la adhesión de la juventud y de su propia proyección social, económica y política. Pero una buena parte, a pesar de las tendencias conservadoras y liberales, no está de acuerdo en supeditar el poder político al poder económico.
* Por manifestaciones recientes de distintos signos, que arrinconan la “apatía”, la “indiferencia”, el “pasotismo”, la "desafección" o la “modorra”, parece claro que los jóvenes quieren que se les escuche y se les considere como interlocutores y agentes dinámicos y creativos o sujetos activos de este momento histórico, de verdadera encrucijada y cambio internacional de largo alcance.
*En realidad, se ha perdido un tiempo precioso, pues desde principios de siglo, el Libro Blanco de la Comisión Europea, titulado Un nuevo impulso para la juventud europea insistía en la necesidad de escuchar a los jóvenes, ofrecer una caja de resonancia para las iniciativas locales, alentar a los Estados miembros a la cooperación, emprender acciones concretas en el marco de los programas europeos existentes, y reflejar mejor la dimensión de la juventud en el conjunto de las políticas sectoriales.


¿Con qué finalidad? Con el fin de crear nuevas condiciones de participación en la vida de las sociedades democráticas, abiertas y solidarias.


* Además de las políticas generales y sectoriales que afectan a los jóvenes europeos entre 15 y 25 años (o entre 14 y 30 años en el caso de Andalucía), se pueden seguir impulsando, fomentando y desarrollando actividades que impliquen movilidad, encuentros interculturales, conocimiento del otro, diálogo y compromiso y buenas prácticas, formación específica para la inserción sociolaboral, creatividad para la realización personal, desarrollo de la propia profesión, experiencia y prácticas técnicas y profesionales, sentido emprendedor, voluntariado y solidaridad local e internacional.


En este sentido, dos aspectos parecen fundamentales: a) el conocimiento de la situación real de la juventud en su diversidad y en su contexto concreto; b) la praxis de participación-transformación.



En el conocimiento de la realidad, hay que abordar con espontaneidad, coherencia, racionalidad, y sin prejuicios ideológicos, el tema de la formación y el empleo de los jóvenes. Esta es una cuestión fundamental. Las relaciones entre el itinerario educativo seguido y el mundo laboral vigente no pueden obviarse, puesto que no es satisfactorio para casi un 50% de los jóvenes. El tema debe de tratarse en profundidad, pues la realización laboral está condicionada por el sistema productivo de las sociedades desarrolladas y por la escala de valores imperante. En cuanto a la praxis de transformación, se han viciado muchos procesos de participación de la juventud y es más lo que queda por hacer que lo ya hecho. Es verdad que hacen falta maestros y pedagogos. Son absolutamente necesarios para transmitir "sentido" y orientar, en su caso, pero lo importante en la juventud es atreverse a pensar y actuar por sí mismo, de forma autónoma. Hay que aprender a aprender y dejar de ser adolescentes o menores de edad. Y los mayores debemos facilitar ese cometido.


* Las altas tasas de paro juvenil –que llegan hasta la edad de los 29 y 30 años, y, en consecuencia, la dificultad de acceso a una vivienda digna o a la posibilidad de crear una familia, con cargas de responsabilidad en tener y educar a los hijos, es una situación estructuralmente injusta.


* Es necesario también, en el conocimiento de la realidad, establecer un diálogo con las personas mayores e intercambiar la perspectiva propia de la juventud con la perspectiva de los adultos y de los técnicos en la materia, con el fin de superar armónicamente la dialéctica entre dependencia y emancipación.


* Los recursos, tanto económicos como humanos, destinados a la juventud son insuficientes, a criterio de los técnicos en la materia. No obstante, conviene poner en común las distintas informaciones y, a partir de los Planes establecidos, impulsar los programas que puedan ser más efectivos y eficientes, garantizando la participación activa de la juventud en todo momento.


* En el II Plan Integral de la Juventud, que parece ampliar la edad de la juventud desde los 15 hasta los 34 años ambos inclusive – por la crisis económica, financiera y laboral-, son principios rectores: a) la transversalidad de las distintas políticas, b) la integralidad o visión de conjunto, c) la participación como modo de fortalecimiento de la sociedad civil, d) la igualdad de oportunidades, e) la información realmente democrática, sin sectarismos – puesto que información es poder -, y f) alfabetización respecto de las nuevas tecnologías, la informática, las telecomunicaciones, el mundo global y la democratización en red.


* Se consideran esenciales las siguientes dimensiones: a) emancipación, lo que implica inserción laboral, movilidad, experiencia profesional, empleo digno y capacidad emprendedora; b) participación activa, sistema de valores y revisión formativa; c) calidad de vida para el pleno desarrollo de una vida saludable, deportiva, creativa, culta, intercultural, y defensora de la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, respetuosa y cuidadosa con el medio ambiente y también con el entorno social.


De todo lo dicho, lo más urgente entre la juventud andaluza es el empleo para la realización personal, la emancipación o autonomía laboral para lograr el acceso a la vivienda, y gozar del derecho de convivir en pareja y crear una familia, así como cultivar y acrecentar el espíritu emprendedor y creativo, lo que pasa por la participación activa en lo social, en lo económico, en lo cultural (incluyendo la dimensión religiosa) y en la política.


En superar lo negativo y adentrarse en lo positivo creo que está lo mejor del sentido de la trascendencia, pues no puede uno enraizarse sino es en la propia realidad histórica. La religión en definitiva es "religación", relación abierta a lo distinto de uno mismo. Pero situar la trascendencia fuera de la historia parece una especie de "alucinación" o de perversión mental que nos aleja de afrontar en verdad la vida cotidiana, tan deficiente a veces y tan necesitada de transformación y de trascendencia liberadora. El problema de la trascendencia en el "más allá" -fuera de la historia- es la crucifixión en el más acá, es decir, en la realidad histórica.

martes, 16 de agosto de 2011

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD CATÓLICA: ¿PARA QUÉ?

Una Jornada Mundial es un motivo para tomar conciencia de los problemas del mundo y de sus pueblos; de sus anhelos, carencias, angustias y esperanzas. Si la Jornada Mundial es Católica, es decir, universal, se supone que cabe todo el mundo, aunque sea una Jornada de la Juventud, organizada por la Jerarquía Eclesiástica del Catolicismo. Sin embargo, no veo el rostro de personas inmigrantes (y las hay que son de confesión católica o protestante fruto del misionar en tiempo de las colonias). Tampoco veo que vayan a participar agnósticos o partidarios de un ética laica. Ni siquiera veo a hijos de aquellos "Cristianos por el Socialismo" de la década de los 70. Entonces, unas Jornadas de la Juventud Católica, en Madrid, ¿para qué?




Para catequesis endogámica, para fortalecer las creencias religiosas frente a la Europa Laicista, para confesarse, para las eucaristías y las misas "ad intra" - sin comunión real con los demás -, para la comunicación "trascendente" con el Cristo de la fe ortodoxa - pasando de puntillas por el Jesús histórico -, para retomar el símbolo de una cruz de madera para cristianizar Europa, después América Latina - desde Brasil -, y para "captar vocaciones" y fortalecer la esperanza no en el más acá sino en el más allá.


La opción es respetable, pero no parece una Jornada Mundial Católica, porque ni siquiera es ecuménica, ni siquiera es para dialogar entre distintas creencias, ni siquiera es para favorecer el encuentro con los inmigrantes que vienen a Europa buscando "hermanos" en la "Tierra Prometida". Y, por supuesto, no plantean estas Jornadas un análisis de la historicidad de la Doctrina Social de la Iglesia, con el fin de verificar en la realidad, la aplicación o no, el progreso o no de la Justicia Social y de la Justicia Distributiva y la Equidad en los Pueblos que constituyen la Comunidad Humana.


Estos días, las Jornadas retoman la ortodoxia interna de la jerarquía pero no se abren a la "ortopraxis" evangélica que nos interpelaba de jovenes, preguntándonos a boca jarro: "Si dices amar a Dios a quien no ves ¿por qué no amas a tu hermano a quien ves?"


Como indicábamos al Movimiento del 15 M, no estaría nada mal que el Movimiento del 18A fuera capaz de tomar acuerdos en diálogo abierto y que sus propuestas se concretaran y materializaran en compromisos que defendieran - frente al Mal Común- los Intereses Generales y el Bien Común de todos, sin exclusión de nadie y menos de los personas inmigrantes que vienen de las colonias que Europa dijo cristianizar en su día, aunque en realidad se les chupara la sangre, al tiempo que los misioneros, aún los más vocacionados y entregados, siguieran las intrucciones y estrategias de "Propaganda Fidei".


En positivo, estas supuestas Jornadas Mundiales de la Juventud Católica pueden ser motivo para tomar conciencia de la realidad histórica en la que vivimos, en la que un 80% sólo puede acceder al 20% de los bienes terrenos y un 20% accede, dispone y malgasta el 80% de dichos bienes.


¡Ojala se retome al menos, en la iglesia Católica, la cuestión de la Justicia Social de forma comunitarista y solidarida! ¡Ojala la Jornada Mundial de la Juventud que se celebre en Brasil, después de la de Madrid, considere de nuevo los análisis de la Teología y la Filosofía de la Liberación! ¡Ojala se respete la libertad y la igualdad de toda persona y no se quiera ejercer un dominio sobre las conciencias individuales ni un sometimiento de los pueblos desposeídos! ¡Ojala se progrese en el sentido del amor sin repimir la dimensión psicofísica y afectiva de las personas!


¿También pedir o desear esto es una Utopía? No estaría mal releer la Utopía de Thomas Moro, jurista cristiano, padre de familia y comunitarista, asesinado vilmente por su inquebrantable fe y su fidelidad a lo católico, a lo que el consideraba más universal.


¿Para qué estas Jornadas Mundiales de la Juventud? ¿Obedecerán a una clara estrategia política conservadora y eurocentrista? ¿Se limitarán a "captar" vocaciones religiosas - en un contexto de paro -? ¿Se formularan propuestas para garantizar el derecho a la realización personal en el trabajo y en la transmisión de la vida bajo un techo digno?

miércoles, 10 de agosto de 2011

REDES EN DEFENSA DE LA HUMANIDAD

A primeros de agosto, cuando continúa el flujo de sangre migratoria de África a Europa, cuando se vive una crisis financiera que no cesa, cuando se plantea incluso si vender o no, si privatizar o no las reservas de oro, y cuando se incrementan las manifestaciones antisistema en numerosos puntos del Mundo, llega, desde la Habana, con fecha 30 de julio, un escrito firmado por Francisco de Miranda que lleva por título: "Un fuego encendido contra la noche oscura"


La tesis fundamental es que la Civilización creada por el Capitalismo no es viable por su avance destructivo en relación con la naturaleza, la persona y la Humanidad y que, en consecuencia, hay que cimentar las bases de una Civilización creativa, emancipadora de todo tipo de esclavitud, y, por tanto, liberadora.


Los puntos principales, me atrevería a resumirlos del modo siguiente:


1. Oponerse a todo tipo de guerras

2. Favorecer la democracia participativa real y efectiva


3. Retomar un proceso utópico, desde la actual realidad histórica


4. Desmilitarización y reconversión de sus recursos en obras de infraestructura y servicios


5. Trabajar intensamente por la paz en todas las partes del Mundo


6. Impulsar el diálogo y la unidad de acción de pensadores, científicos... y movimientos sociales


7. Favorecer los debates sobre avances científicos y herramientas tecnológicas y su para qué


8. Promover formas de expresión y comunicación libres, no sometidas a las guerras mediáticas e ideológicas


9. Condenar y combatir todo lo no justo: las impunidades, los bloqueos, los genocidios y los crímenes contra la Humanidad


10. Articular los movimientos de los pueblos oprimidos, las mayorías populares, las minorías marginadas, los jóvenes en sus protestas e indignación, las mujeres, los desempleados, y los desposeidos.


Se trata en definitiva de contraponer a la Civilización del Capital y del lucro, la Civilización de la Liberación Integral.



Hay que seguir pedaleando, el camino es largo. Las bases filosóficas las conocemos desde antiguo: la recta ratio y el derecho justo. Desde esas bases se puede recorrer el camino de la realidad histórica que lleva a la verdad práctica y liberadora.


En noviembre de 2005, en una “Carta a Ignacio Ellacuría” de Jon Sobrino, que titulaba: Extra pauperes nulla Salus, concluía: “A Ellacuría lo mataron porque se enfrentó con la Civilización de la Riqueza. No le dejemos morir porque defendió una Civilización de la Pobreza”.