miércoles, 23 de marzo de 2011

LIBIA: MEDIACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL URGENTE

Cuando para formar profesionales y mediadores, ante el fenómeno de la inmigración, hablamos de Mediación Intercultural frente a la tesis del Choque de Civilizaciones, suelo distinguir cuatro clases de mediación (en las cuales siempre debe tenerse en cuenta lo personal, lo interpersonal, lo social y lo político):
1) La Mediación Preventiva, para evitar conflictos y favorecer la sana convivencia.

2) La Negociadora, para facilitar el que se llegue a acuerdos entre las partes.

3) la Rehabilitadora, para recomponer la situación, "normalizar" o "reparar los platos rotos".

4) La Transformadora, con el fin de encauzar acciones que cambien lo negativo en positivo.


En el caso de Libia, que ocupa la atención presente, ya no cabe hablar de Mediación Preventiva, lo que urge ahora es una Mediación Política que tenga en cuenta el trípode de la negociación, la reparación y la transformación. Ya nada puede ser ni como ayer ni como antes de ayer. Lo malo es que cuando el paradigma predominante es el de "nosotros y ellos" o el de los Estados, y no el de la "Comunidad Humana", es prácticamente imposible facilitar el cauce de la mediación y contar con personas profesionales para esos cometidos en situación de conflicto.

Una vez más me tengo que referir a la lucidez de Federico Mayor Zaragoza, dada su experiencia: Es Naciones Unidas quien debe tomar la iniciativa de la Mediación Internacional y de la Mediación entre las mayorías populares y sus elites gobernantes tiránicas. Pero ya que esa mediación no se produjo, se hizo urgente el evitar una masacre:


"Detener la acción mortífera de Gadafi sobre la población disidente, sí. Ha sido autorizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero, simultáneamente, hay que hacer lo que se hubiera tenido que hacer mucho antes: hablar. Hablar bajo las alas de las Naciones Unidas. Ha habido propuestas de mediación: Venezuela, Rusia, Brasil… los BRIC…


Las Naciones Unidas, que han autorizado la acción bélica, deberían forzar ahora la mediación. Es imprescindible. Es su papel principal.


Debería quedar muy claro para el futuro, que los “líderes del mundo” no pueden seguir intentando gobernar a través de los G-8 o los G-20 y, sólo cuando no les queda más remedio, recurrir al “plácet” de las Naciones Unidas. A partir de ahora, en lugar de terminar en las Naciones Unidas hay que empezar por ellas. Y es que los países han de unirse a las “Naciones Unidas”…. en lugar de estar marginándolas permanentemente.

Por cierto, comparar una acción bélica como la actual, limitada exclusivamente a detener una acción represiva e intolerable, con la invasión de Irak, basada en la mentira y en ambiciones energéticas y geoestratégicas, es, sencillamente, inmoral. Quienes la provocaron sabiendo que no existían los arsenales de destrucción masiva, tienen una cuenta pendiente muy grave con la historia".
Leído el texto de Mayor Zaragoza, me parece lógico puntualizar algún aspecto:



1) Las propuestas de mediación bienvenidas sean vengan de donde vengan, pero hay que tener presente que un Estado, a menos que sea neutral, no tiene entidad mediadora.


2) Naciones Unidas debe garantizar que las actuaciones sean conforme a Derecho y no por el impulso de la fuerza como son las actuaciones de Dictadores y Tiranos. Desde esa exigencia, común a la mejor tradición de la Civilización Islámica y a la mejor tradición de la Civilización Occidental, puede y debe ser viable la mediación intercultural.


3)Por supuesto los G8, los G20, y los paripés del G21, deben de desaparecer si de verdad se quiere fortalecer y refundar Naciones Unidas.


4) El "no mentirás" y el "no matarás" (junto con el "no robarás" -pilares comunes a culturas y religiones y civilizaciones que se dicen enfrentadas-), deben de ser condición sine qua non en la construcción de la Comunidad Humana.


Después del debate parlamentario que ha tenido lugar en España, conviene tener muy presente lo dicho, y me reafirmo en ello. El voto de Izquierda Unida, y del BNG, en contra de colaborar con la resolución de la ONU, aunque -en mi opinión- no se haya explicado rigurosamente, puede servir también, en positivo, para alertar sobre actuaciones maquiavélicas y acciones militares no ajustadas a Derecho, y evitarlas, en su caso.

Lo más urgente es promover la mediación efectiva. Una regla de oro es que el mediador sea aceptado por ambas partes, o por las partes en litigio (que en este caso pueden ser más de dos, evidentemente). En este sentido, a la hora de elegir la mediación tiene que haber un consenso y la persona (no el Estado o Entidad) elegida, y mandatada en el seno de Naciones Unidas tiene que ser puente entre la Civilización Occidental y la Civilización Islámica, experto, sociólogo, politólogo, de un gran temple psicológico, conocedor del Derecho Internacional, y con gran capacidad de escucha para lograr un Acta de Compromisos. En consecuencia, es fundamental saber lo que se desa alcanzar: Primero un compromiso efectivo y real de "alto el fuego" (dejar de matar" y no mentir). Y, después, una transición política a la democracia, en este caso complejo de distintas fuerzas sociales y tribus, en el sentido de devolver la voz, el voto y la participación activa al pueblo.

Es muy importante, sin duda alguna, la Mediación Política, y también la mediación Social. Pero no sólo en Libia, también entre Israel y Palestina... y en tantos y tantos lugares hoy en conflicto de intereses. Naciones Unidas haría muy bien en ir preparando un buen equipo de Mediadores Interculturales, en el ámbito social y político.


José Mora Galiana

lunes, 21 de marzo de 2011

DESDE JAPÓN

Amigos de una especial sensibilidad interior, me han hecho llegar una carta que, en medio del "maremagnum" que tenemos en el mare nostrum, obliga a centrar la mirada hacia la isla de Japón que la Naturaleza ha movido bruscamente, desatando todas las alarmas:

"Tal como habéis visto en la televisión hemos tenido un gran terremoto y un gigantesco tsunami en Japón... Mucha gente murió y muchos lugares han quedado destruidos. Seguimos vivos pero no sabemos qué ocurrirá hoy o mañana... La planta nuclear de Fukushima ... es el mayor problema ahora mismo. La situación es de exterma gravedad... Ha habido escapes de aire contaminado con material nuclear. Ese problema no es sólo de Japón sino de todo el mundo, debido a ese tipo de contaminación que puede afectar a medio planeta".

La carta es de Kunio, Mutsuko y Erika (desde Japan).

Una vez más coinciden la catástrofe natural -provocada por fuerzas que se nos escapan a nuestra comprensión racional del Universo- y la catástrofe derivada de las actuaciones humanas relacionadas con el "prometéico" afán de progreso.

Lo primero es la solidaridad interior pero efectiva ante la catástrofe natural, de destrucción y muerte de tantas y tantas personas. Lo segundo revisar las instalaciones nucleares de todo el mundo. Lo tercero reorientar el sentido del desarrollo humano. Una vez más, un tema local es punto esencial de reflexión y acción mundial.
De nuevo la necesidad humana postula la exigencia de un Gobierno Mundial que mire con rectitud y racionalidad por los intereses de todos los habitantes del Planeta Tierra, por el Bien, por el Bien Común, y por el bienestar y los Intereses Generales del conjunto de mujeres y hombres.

Lo ocurrido ayer y hoy en Libia (y lo que ocurrirá mañana) postulan una misma exigencia: ¿A dónde vamos unos y otros con la carrera de armamentos? ¿A dónde va tanta gente? se preguntaba mi madre cuando veía alguna película de guerra. Vamos, sin duda, a la destrucción..., al desencuentro..., a la muerte. Mejor sería entrar todos en un proceso de "deconstrucción" y reorientación constructiva de la Comunidad Humana ¿Cómo conseguirlo?

Decrecimiento, racionalidad, educación y solidaridad parecen condiciones necesarias para la salud y la supervivencia del futuro y del presente desarrollo humano.



José Mora Galiana

jueves, 10 de marzo de 2011

¿PARA CUÁNDO LA "PERESTROIKA" DE NACIONES UNIDAS?




Hoy, ante los acontecimientos que se están viviendo en el Norte de África, en la otra orilla del "Mare Nostrum", y más concretamente en Libia, nos dice Federico Mayor Zaragoza:




"¿Qué autoridad moral tienen ahora para acusar a Gadafi y a los otros "dictadores" quienes hasta hace cuatro días les ofrecían solícitos el cobijo de sus paraísos fiscales, les vendían armas a manta, les aceptaban prebendas y hasta les daban a sus hijos, con facilidades explícitas, doctorados y otras distinciones académicas?
Tomemos nota, avergonzados, y advirtámosles que deben aprender las lecciones sin demora, actuando rápida y públicamente con medidas concretas, o recibirán muy pronto el rechazo de los ciudadanos. Del mismo modo que se han desencadenado las rebeliones que ahora destapan tantos disparates y contradicciones, provocaremos el cambio de quienes siguen aferrados al mercado, al único valor del dinero, a los vaivenes del "gran dominio" financiero, militar, energético y mediático, a las grandes corporaciones que anuncian beneficios de 32.000 millones de dólares en 2010 -como Exxon Mobil- al tiempo que suben el precio del barril para asfixiar a los consumidores, con "efectos colaterales" tan graves como el alza de los precios de los alimentos.
Exijamos de inmediato el reforzamiento de las Naciones Unidas, una economía basada en el desarrollo global sostenible, la relocalización productiva... el buen sentido, en suma.
[Exijamos también, diría yo, la reconversión del 50% de las fuerzas militares en fuerzas de acción humanitaria]


El cambio es apremiante. Y este cambio no se hará, desde luego, por quienes confían en la inadvertencia o insolvencia ciudadanas sin aportar solución alguna.

Dejemos de entretenernos con fechas electorales inexorables, acompañadas de maniobras, promesas y ocultaciones intolerables, y proclamemos claramente que si no hay transparencia y cambios reales nos movilizaremos como en Túnez, Egipto... porque nos llena de indignación que sólo se embarguen los bienes "de los derrocados"... al tiempo que todo sigue igual: el acoso de los mercados (¿y los planes de acción social?), el precio del petróleo al alza (¿y el cambio climático?), la economía sumergida, la evasión de responsabilidades civiles (¿cuántos españoles tienen, como los "tiranos", depósitos en los paraísos fiscales?).


Lo dicho: o cambian o les cambiaremos".



Personalmente suscribo lo dicho y el reto lanzado por Federico Mayor Zaragoza. En mi opinión, podríamos comenzar por movilizar a todas la Universidades Públicas del Mundo y a todos cuantos sintieran esta misma necesidad en las Universidades Privadas de todo el Mundo.


En nuestra propia tradición grecolatina, pero también en la judeo-cristiana e islámica (pensemos en Averroes), tenemos pensadores y referentes clásicos, renacentistas, ilustrados y modernos (hombres y mujeres) más que suficientes, para "politizar" de forma sana la intelectualidad (y las fuerzas sociales y laborales) para favorecer opciones políticas de "deconstrucción" y de positiva "construcción" institucional de una nueva Comunidad Humana, basada en Estados y Federaciones o Confederaciones de Estados Sociales y Democráticos de Derecho, que lo sean no sólo formalmente sino realmente.


Es fundamental acometer la Perestroika de Naciones Unidas, desenmascarar nuestras propias mentiras formales y falacias ideológicas, combatir todo tipo de tiranía, dominio y oligarquía o demagogia, reformular y garantizar efectivamente, y sin recortes, en los Derechos Fundamentales de las distintas Constituciones, los Derechos Humanos, con el fin de que éstos sean iguales para todos (hombes y mujeres, nacionales y extranjeros, creyentes o no creyentes...), y, como ya dijera Aristóteles, a pesar de sus servicios y experiencias con Filipo el Bárbaro y con Alejandro Magno, que sea el "justo medio" lo que, en democracia, favorezca la felicidad, promueva la justicia distributiva y la equidad, y fortalezca cualitativa y cuantitativamente la vida social y política de la inmensa mayor parte, evitando la debilidad de la pobreza y la miseria, que siempre es nefasta, es decir, injusta y ruinosa.




Hoy, uniendo a Sócrates y Jesús, no puede haber justicia si los pobres no pasan a ser los primeros en la reconstrucción de la Comunidad Humana. Es urgente reescribir la historia desde las víctimas de nuestros sistemas de esclavitud, alienación y dominio.



Pero, desde el punto de vista positivista es también fundamental que avance la idea revolucionaria que subyace en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: la obligación jurídica de los Estados de respetar la dignidad y los derechos de las personas.



José Mora Galiana